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EUROPA PRESS | Madrid.- El Patriarca de Kiev, Filareto, máximo dirigente de la Iglesia ortodoxa ucraniana, denunció ayer que el presidente ruso, Vladimir Putin, está poseído por Satanás y que podría sufrir la condenación eterna a menos que se arrepienta de sus acciones. “Con gran pesar ahora debo decir públicamente que entre los gobernantes de este mundo (…) ha aparecido un auténtico nuevo Caín, no por su nombre, pero sí por sus actos”, afirma Filareto en un documento publicado en la web del Patriarcado de Kiev en ucraniano, ruso e inglés.

“Como el primer fratricida de la Historia, Caín, estos actos demuestran que el gobernante al que me refiero ha caído bajo la influencia de Satanás”, añade, sin mencionar en ningún momento expresamente a Putin.

Filareto responsabiliza a Putin de atizar el conflicto con el envío de “mercenarios asesinos” y armamento para apoyar a los separatistas y de difundir mentiras a través de los medios de comunicación afines. Sin embargo, el Kremlin niega cualquier implicación. “Este gobernante miente cínicamente cuando dice que su país no es parte beligerante en Ucrania. Ha hecho todo lo posible para fomentar el conflicto y mantenerlo”, prosigue. “Dice que es hermano del pueblo ucraniano, pero por sus actos se ha convertido realmente en el nuevo Caín, derramando la sangre fraternal y enredando al mundo entero con sus mentiras”, sostiene.
Por todo ello, insta a los ortodoxos a rezar por Putin para que “entre en razón”. De lo contrario, Putin se condenará a “un fin desgraciado y a la condenación eterna en el infierno”. “Por toda la sangre derramada por tu voluntad y el mal perpetrado por orden tuya, tu castigo será el mismo que el del mentiroso y fratricida Caín: la maldición y la condenación eterna”, afirma.

El documento, que lleva por título Un nuevo Caín, ha sido publicado al día siguiente de la entrada en vigor suscrita entre el Gobierno ucraniano y los separatistas prorrusos de Lugansk y Donetsk y que pone fin por el momento a un conflicto que se ha cobrado al menos 2.600 vidas desde que estalló, en abril. El Patriarcado de Kiev se escindió de la Iglesia Ortodoxa, con sede en Moscú, en 1992, tras la salida de Ucrania de la Unión Soviética. Ahora mantiene una postura mucho más afín al nacionalismo ucraniano que la Iglesia Ortodoxa, cercana a las tesis del Kremlin.

Estas declaraciones se producen en pleno proceso de la crisis en Ucrania y cuando el presidente Vladimir Putin se encuentra tramitando las reacciones del país si finalmente la Unión Europea decide imponer sanciones.