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Reportaje/foto: Río Doce.- Con un estudio en la mano, la Conagua advirtió desde hace dos años que el desorden urbano podía provocar inundaciones y propuso medidas correctivas, pero nadie la escuchó

La Comisión Nacional del Agua (Conagua) había advertido al gobierno municipal hace dos años que el tema de los drenajes pluviales de Culiacán era un asunto urgente. Pero el Ayuntamiento hizo caso omiso.

La delegación de la Cuenca Pacífico Norte le entregó al entonces alcalde, Héctor Melesio Cuen Ojeda, un diagnóstico minucioso de la problemática y le planteó soluciones.

El documento de carácter técnico advirtió de los peligros de una emergencia hidrometeorológica. Los datos eran contundentes. La ciudad solo cuenta con una infraestructura pluvial del 25 por ciento, y el 75 son arroyos naturales, pese a que Culiacán se encuentra dentro de una zona considerada de riesgo severo de inundaciones.

La realidad planteada era que la ciudad carecía de un sistema integral y eficiente de descargas pluviales, así como una deficiente o nula regulación de los asentamientos humanos. Los fraccionadores no consideran las descargas pluviales o presentan un proyecto para conseguir permisos de construcción, sin llevar a cabo la obra comprometida, dice el documento al que Ríodoce tuvo acceso.

El crecimiento urbano sin control de las últimas dos décadas, tiene invadidas las zonas de protección de arroyos y en ocasiones hasta de los cauces, con el riesgo de inundación de viviendas.

La Comisión Nacional del Agua tenía detectadas 45 colonias y 20 vialidades que se encontraban en riesgo de inundación, localizadas en zonas de riesgo en los márgenes de un total de 22 arroyos y de los ríos Tamazula, Humaya y Culiacán.

El estudio que fue entregado por el entonces director del Organismo de Cuenca Pacífico Norte, Luis Javier de la Rocha Zazueta, al Gobierno municipal, era claro en que el crecimiento de la ciudad ya había rebasado la construcción de subterráneos y otro tipo de soluciones para hacer frente a problemas de inundaciones. Por lo que se le catalogó de urgente analizar el drenaje pluvial en dos aspectos: descarga y conducción.

Pese a lo anterior, el Gobierno municipal no emprendió ningún eje estratégico de gran envergadura para atender la carencia de una infraestructura pluvial de la ciudad de Culiacán.

Meses atrás el Plan Municipal de Desarrollo 2011-2013 se había planteado, dentro del eje de Desarrollo Económico Sustentable, la construcción de espacios para los escurrimientos pluviales para prevenir inundaciones, sin embargo, el tema desapareció en los informes de gobierno, primero con el alcalde Melesio Cuen, y posteriormente en el segundo, con el presidente municipal sustituto, Aarón Rivas Loaiza.

Lo único que se incluyó en el Primer Informe de Gobierno fue que se había concluido el Atlas de Riesgo Digital, documento que constaba de 76 mapas interactivos, elaborado con recursos del Fondo para la Prevención de Desastres. No hubo más acciones y todo indica que sirvió para muy poco.

El documento del riesgo latente que tenía Culiacán fue entregado al Gobierno municipal, al igual que al Gobierno del Estado de Sinaloa y al federal, para que se llevaran acciones en conjunto y se hicieran los trabajos propuestos.

Los daños del desorden urbano

Ante la falta de una planeación urbana adecuada, el crecimiento de Culiacán ocurrió de forma anárquica. Las personas, las empresas constructoras de fraccionamiento y el propio Gobierno han violentado las corrientes naturales de los arroyos y ríos, invadiendo parcial y totalmente su cauce original para la construcción de viviendas, centros recreativos y vialidades.

“Encontramos que los arroyos cruzan entre las manzanas sin ninguna área de protección para las viviendas, además que las construcciones invaden y afectan las áreas necesarias al paso de las aguas. Sumamos a esto que los escurrimientos más chicos que vierten sobre estos arroyos también han sido obstaculizados y desviados hacia las calles sin obras proyectadas especialmente para esta función, provocándose un sinnúmero de problemas en todos los rumbos de la ciudad”, puede leerse en el Manual de Inundaciones elaborado por Conagua.

Y pone los puntos sobre las íes: “Los fraccionadores compran terrenos fuera de la reserva urbana sin considerar las descargas pluviales del fraccionamiento al colector o en el mejor de los casos presentan un proyecto de conducción de aguas pluviales con lo que consiguen el permiso de construcción, dando inicio y término a la construcción del conjunto habitacional sin llevar a cabo la obra comprometida”.

Un estudio del Sistema Integral de Drenaje Pluvial de Culiacán, elaborado por el Implan, determinó que en la mayor parte de los ductos subterráneos de zonas pavimentadas no cuentan con subcolectores o líneas de drenaje que capten agua en la cuenca. “El agua se conduce libremente por las calles hasta llegar al colector, presentándose grandes gastos de ellas que provocan daños y molestias al tráfico vehicular”.

Las advertencias

Sobre el dren Bacurimí, que baja desde el surponiente de Mocorito y tiene una de las cuencas más grandes de toda la ciudad, con más de 500 hectáreas, fue reportado que está siendo reducido deliberadamente su cauce porque las empresas desarrolladoras de la zona habían estado depositando en él todo el material que extraen de sus obras y la basura de las mismas.

Es muy importante, advertía Conagua, que personal de Desarrollo Urbano del Ayuntamiento de Culiacán realice la supervisión de esos trabajos, ya que al reducir la sección hidráulica de este arroyo no se tendrá la capacidad para desalojar el agua de lluvias, lo que provocará inundaciones y posibles daños por el arrastre de material a los habitantes de la zona.

Y la advertencia se cumplió con la llegada de Manuel, al inundar a cientos de familias del sector, entre ellos el fraccionamiento Valle Alto y Villas del Río.

El arroyo está alojado en tierra, con excepción entonces, hace dos años, de pequeños tramos en el fraccionamiento Acueducto II, pero se señalaba la conveniencia de checar el diseño del arroyo entubado.

El dren Bacurimí cruza la carretera México 15, luego la carretera a Culiacancito, para desfogar en el río Culiacán, pasando por un costado de los fraccionamientos Villas del Río II, IV, Valle Alto y lo que será el residencial Álamo Grande, actualmente en construcción.

Este arroyo desfoga en el río Culiacán aguas abajo del puente de la Unidad de Servicios Administrativos (USE).

El estudio advierte: “Cabe aclarar que la llegada al río fue modificada entrando en contra de la corriente del río Culiacán, lo que podría provocar que al crecer el río no permita la salida de agua de lluvia del arroyo, remansando el agua hacia estas colonias y por consecuencia podría provocar inundaciones”.

Los señalamientos de las deficiencias son múltiples y detalladas. Por ejemplo, se destacó también que la Presa Derivadora localizada sobre el río Culiacán, había sido construida de 1949 a 1951, en las afueras de Culiacán, pero actualmente se encuentra dentro de la ciudad, debido a que no se contó con una planeación del crecimiento urbano.

Esta presa tiene una cortina o vertedor de cresta fija, que ahora genera un remanso en la margen del río Tamazula, por lo que se propone una modernización, para instalarle una cortina variable que pueda ser operada en época de lluvias, evitando con ello inundar colonias aledañas. Incluso se propone una segunda solución: construir más desarenadores para aumentar la capacidad de desfogue durante las grandes crecientes y con ello evitar inundaciones.

La modernización de la presa podría también evitar inundaciones sobre el malecón, el centro de la ciudad, Las Quintas, Quinta Americana y Viñedos, así como evitar los taponamientos de las descargas de los colectores y canales pluviales a las grandes avenidas de los ríos Humaya y Tamazula.

Para resolver la problemática de las aguas pluviales de Culiacán se propone una solución integral que involucre los esfuerzos coordinadores de múltiples instituciones de los tres niveles de gobierno, incluyendo el sector académico, de instituciones como la UAS, Universidad de Occidente y tecnológicos de Monterrey y Culiacán.

El Manual de Inundaciones elaborado por Conagua establece la necesidad de establecer prioridades para la identificación de las zonas de riesgos, así como realizar una serie de acciones mediante un proyecto integral, conforme a las leyes y reglamentos de los tres niveles de gobierno, en donde el responsable directo es el Ayuntamiento de Culiacán.