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Pucheta, Sandra Lara, Gloria Himelda Félix, Luna Beltrán, Tony Castañeda, Ballardo, Chuv Valdés dejan el barco. Los priistas presentaron su renuncia a la militancia del tricolor, al no estar de acuerdo con las nuevas directrices de la dirigencia

Texto cortesía de Río Doce.

A unos meses de que inicie el proceso para las elecciones presidenciales, el PRI en Sinaloa se está desfondando. Al menos seis militantes de cepa abandonaron el partido: Fernando Pucheta, exalcalde de Mazatlán; Gloria Himelda Félix, diputada local; Francisco Javier Luna Beltrán, exalcalde de Rosario; Sandra Yudith Lara, ex diputada local; Antonio Castañeda, ex alcalde y exregidor de Culiacán y actual titular de la Comisión de Vivienda del Estado de Sinaloa; y Gabriel Ballardo, exlíder del STASE y actual secretario técnico de la CViVe.

A sus renuncias se suma la de la diputada local, Daisy Judith Ayala Valenzuela, quien antes renunció a su bancada en el Congreso local, y la de Grecia Mirleth Aguilar González, regidora del Ayuntamiento de Culiacán.

Los motivos de la renuncia a su militancia de los ahora expriistas, tienen que ver con el proceso de elección de la nueva dirigencia el pasado 2 de junio: Paola Gárate Valenzuela, diputada local con licencia, y Bernardino Antelo, fueron elegidos presidenta y secretario del Comité Directivo Estatal entre señalamientos de pertenecer al grupo del senador Mario Zamora y ser una imposición del PRI nacional liderado por Alejandro “Alito” Moreno.

Unos días antes, el 31 de mayo, durante el proceso de registro de las fórmulas para integrar el CDE, Nubia Ramos, diputada local y ex alcaldesa de El Fuerte, acusó injerencia y obstrucción del Comité Ejecutivo Nacional en el proceso.

“El PRI en Sinaloa no está para cumplirle caprichos a Mario Zamora, si le quiere cobrar a ‘Alito’ Moreno por el tema de la coordinación del senado, que se la cobre con otra cosa”.

Finalmente, el registro de Ramos Carvajal y del también diputado Marco Osuna, fue invalidado al no haber presentado la documentación necesaria y porque presuntamente la exalcaldesa de El Fuerte falsificó la firma del presidente del comité directivo municipal del PRI en Concordia, quedando como fórmula única la de Paola Gárate.

Ramiro Hernández Ramos, entonces dirigente provisional del partido, argumentó que la atracción del proceso de elección de la dirigencia estatal del Partido Revolucionario Institucional en Sinaloa por parte de la Comisión Nacional de Procesos Internos, no violaba los estatutos porque en la entidad no se contaba con un liderazgo en el tricolor, debido a que el gobernador y el presidente son de Morena.

‘ALITO’ MORENO Y CHUY VALDÉS. Otros tiempos.

Apenas ayer lunes, a la lista de priistas que dejan el partido, se sumaron el exalcalde de Culiacán y exidirigente estatal del tricolor, Jesús Valdés y la del exaspirante a la dirigente estatal, Marcos Osuna.

En ambos casos el argumento de la dimisión fue la centralización del proceso interno para dirigir el comité directivo estatal.

“Me da tristeza ver a veces que las cosas se han ido centralizando… No podemos avalar el cien por ciento de las acciones que se están dando”, expresó el exalcalde de Culiacán.

Valdés Palazuelos reiteró que después de más de 20 años de militancia, hoy ha tomado esta decisión que no ha sido “nada fácil”.

“Yo creo que se está yendo mucha gente… Cada quien habla como le fue en el baile”, comentó el ahora expriista.

El ‘dedazo’ y desbandada

Apenas tres días después de que Paola Gárate y Bernardino Antelo tomaran protesta como presidenta y secretario del CDE, Francisco Javier Luna Beltrán, exalcalde de Rosario, ex diputado local, exsecretario de Educación Pública y Cultura, y quien fuera asesor del gobernador Rubén Rocha, presentó su renuncia a través de una carta fechada el 5 de junio.

“Elegir dirigentes cancelando el derecho de los aspirantes a una elemental participación democrática, con cerrojos muy desfasados, centralismo innecesario, sin reglas de piso parejo y con bases y requisitos insalvables, es lo que ha llevado al PRI a una decreciente fortaleza interna”, señaló Luna Beltrán.

“Hoy por hoy, el activismo fiel del PRI, fue desplazado y lastimado. Ahora en el PRI, para acceder a un cargo de dirigencia o de elección popular, la sola credencial de pertenencia a los poderes fácticos o al ismo político que renunció a la organización, es suficiente y quedó demostrado”.

El 12 de junio también se fue Sandra Yudith Lara Díaz, exdiputada local y exsecretaria del CDE, tras una militancia de 28 años; y Antonio Castañeda Verduzco, exalcalde de Culiacán y actual funcionario en el gobierno estatal, quien fue militante del tricolor durante 34 años.

Lara Díaz no dio a conocer los motivos de su salida, pero Castañeda Verduzco mencionó que no coincidió “con las formas, ni con las decisiones que se han tomado por las dirigencias nacional y estatal” y con “la forma en la que se desarrolló el proceso de selección de la dirigencia en general”.

Admitió que en el PRI siempre han existido las imposiciones en los puestos de dirigencia en los comités municipales, estatal o nacional, ya sea por “planilla única por consenso”, pero ya no debería ser así.

Un día después, el 13 de junio, Gabriel Ballardo, exlíder del STASE, y la diputada local, Gloria Himelda Félix Niebla, enviaron cartas similares a Paola Gárate. El 15 de junio hicieron lo mismo Fernando Pucheta Sánchez, ex alcalde de Mazatlán y Grecia Mirleth Aguilar González, regidora del Ayuntamiento de Culiacán.

Pucheta argumentó que deja su militancia de 30 años en el tricolor, por estar en desacuerdo “con la forma en que viene trabajando el partido, distante, frío y alejado de la gente y de los principios rectores basados en los valores de justicia social, igualdad y democracia, lo que desde luego discrepa con mis valores personales, en razón de lo cual, no comparto los mismos ideales”.

Dos semanas antes, también dejó al tricolor, la diputada local Daisy Judith Ayala Valenzuela, quien antes renunció a su bancada en el Congreso local, como lo hizo posteriormente Feliciano Valle Sandoval, quien aún no ha cancelado su militancia en el partido.

La crisis que atraviesa el PRI también se refleja en el ámbito nacional, donde ayer anunció que dejaba su militancia de más de 40 años en el partido, el ex gobernador de Hidalgo, Omar Fayad Meneses.

PAOLA GÁRATE. No nos afecta, por el contrario.

La dirigente estatal, Paola Gárate, niega una desbandada en el Revolucionario Institucional

Martín González

Paola Gárate lo niega, pero el Partido Revolucionario Institucional está quedando en sus puros huesos. Con una estructura desvencijada que está cayéndose a pedazos, con una desbandada intermitente.

El epicentro del movimiento telúrico se registró el 21 de mayo con el lanzamiento de la convocatoria para elegir la dirigencia estatal del PRI, con la renuncia del presidente de la comisión estatal de procesos internos, Jesús Enrique Hernández Chávez.

El comité ejecutivo nacional había centralizado el proceso, su argumento.

Una convocatoria con cinco fases se resumió en dos. El registro de fórmulas el 31 de mayo y la entrega de constancia de registro el 2 de junio.

La planilla única, integrada por Paola Gárate y Bernardino Antelo, asumió la dirigencia el mismo día de la entrega de constancia de registro de fórmulas.

La de Nubia Ramos y Marcos Osuna quedó eliminada por los “candados” impuestos desde el CEN del PRI.

Ahí comenzó la historia.

Las diputadas locales Gloria Himelda Félix y Deisy Ayala hicieron pública su renuncia al tricolor. El exalcalde de Mazatlán Fernando Pucheta; el exalcalde de Culiacán, Antonio Castañeda y la exdiputada Sandra Lara, presentaron su dimisión.

Pero no es una desbandada, asegura Gárate.

“Desbandada es cuando, íngasu, se va un grupo con mil gentes. Íngasu, ahí sí, caray…” sostiene la dirigente estatal.

Vía telefónica desde la Ciudad de México, la recién nombrada dirigente estatal del Partido Revolucionario Institucional responde.

“Es incongruente, la verdad. Ese centralismo antes sí beneficiaba y estaba correcto. Ese centralismo ahora no está correcto…” subraya.

“Están formalizando lo que en los hechos ya habían demostrado”, ataja Paola Gárate.

Hoy, insiste, se busca revalorar más a la militancia de a pie. De abajo.

“Hoy en esta nueva etapa sí, es diferente. Sí, lo lamentamos. Les deseamos la mejor de las suertes. Es una decisión personal…” dice.

Las dimisiones de personajes que se beneficiaron durante 30 años no afectan al partido, sino todo lo contrario.

“No. Ninguna afectación. Es una nueva etapa, y en esa nueva etapa, pues, son nuevas circunstancias, pero no afecta. Al contrario”, manifiesta.

Parida en el PRI

Paola Gárate niega ser el resultado de un “dedazo”, de una imposición desde el Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional.

“A mí me parieron en el PRI. Yo vengo de la base militante”, presume.

La suya, enfatiza, ha sido una lucha de colonias populares, juveniles, de recorrer el estado…

“Nadie me ha puesto a chaleco de nada. Sudor, lágrimas y mi vida ha estado en riesgo por defender, por encabezar las causas del partido”, agrega.

El PRI de cara a 2024

Con un partido en escombros que gobierna solo uno de 18 municipios en Sinaloa, Paola Gárate ve las renuncias como una reorganización partidista de cara a las elecciones de 2024.

Vienen muchas cosas buenas, asegura.

“Así, con esta reorganización que estamos teniendo, con una definición de ser una oposición valiente, firme, clara… De reestructurarnos, de voltear a ver a las bases, a la militancia, de abrirle la puerta a la ciudadanía”, subraya.

A tres meses de que arranque el proceso electoral 2024, con campañas adelantadas de las “corcholatas” del presidente Andrés Manuel López Obrador, el escenario del Partido Revolucionario Institucional y de la oposición, es incierto, con un partido en los puros huesos, sostenido por una estructura desvencijada que se derrumba en escombros por las dimisiones un día sí y otro también.

Artículo publicado el 18 de junio de 2023 en la edición 1064 del semanario Ríodoce.