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AMLO: del ‘ni los veo ni los oigo’ al ‘casi no los leo’

Por Ismael Bojórquez/Altares y sótanos

Recuerdo cuando salió el primer número de Proceso. Yo era parte de un círculo de estudios dirigido por un trabajador universitario y nos reunimos en un parquecito de la colonia Lomas del Bulevar, en Culiacán, la primera extensión de Tierra Blanca donde muchos de los que ahí vivían eran “gomeros”. También recuerdo la emoción con que “Joel” nos contó cómo había nacido Proceso, el golpe a Excelsior… “Esta publicación surge —decía el editorial de ese primer número—, entre dificultades remontadas penosamente, al calor de la lucha por la libertad de expresión, lucha perenne entre la prensa que busca ser responsable y el poder que no se ciñe a la legitimidad”.

Lea: Periodistas, organizaciones y medios piden a AMLO proteger a periodistas y a la libertad de expresión https://bit.ly/2JGdDmt

Lo que vino después lo han contado los mismos que fundaron la revista, los que han pasado por ella y los que siguen allí. Pienso que no se podría escribir la historia moderna de este país, sus luchas por las libertades, contra la injusticia, sin hablar de la contribución de Proceso. Nació como un medio independiente del poder y lo sigue siendo. Ahí radica su esencia y su fortaleza. Transgredir ese principio es morir.

Hace dos meses, al culminar la segunda jornada “Malayerba”, que organizamos para seguir exigiendo justicia por el asesinato de Javier Valdez, hicimos público un pronunciamiento dirigido al presidente Andrés Manuel López Obrador. Lo firmamos muchos medios, locales y nacionales, organizaciones internacionales y decenas de personalidades, periodistas. Uno de los medios firmantes fue Proceso.

Le manifestamos nuestra preocupación por la inseguridad con que los periodistas estábamos ejerciendo el oficio, un problema que se ha incrementado a lo largo y ancho del país con los mismos niveles de impunidad y sin que exista una política integral del gobierno federal para combatir el problema.

Y advertimos: “Es mayor nuestra preocupación, señor Presidente de la República, cuando usted, en medio de este ambiente adverso para la prensa y para quienes ejercen el periodismo, se ha expresado en varias ocasiones descalificando a aquellos medios y periodistas que no están de acuerdo con sus opiniones o se muestran críticos de su gestión.

Expresiones como “si se pasan, ya saben lo que les pasa”y otras que han sido públicas no contribuyen al respeto a la libertad de expresión y de prensa, y pueden generar un mayor encono en contra de periodistas que dé lugar a la autocensura e inhibir el ejercicio de la libertad de expresión. Lo anterior ha sido ampliamente documentado por organizaciones dedicadas a la defensa y la promoción de la libertad de prensa a través de una serie de agresiones online, contra periodistas y medios que se han mostrado críticos de su gobierno”.

Por esto le exigimos abstenerse de utilizar un discurso estigmatizante contra medios y periodistas críticos de su gobierno.

Pero el presidente no escucha. Lo que hizo con el reportero de Proceso Arturo Martínez hace una semana es, por donde se vea, condenable. Arturo le preguntó sobre la relación del magnate Ricardo Salinas Pliego con la empresa Fertinal y mejor evadió y se lanzó contra el semanario. Decirle que la revista no se portó bien con él es abusivo por lo que conlleva en el fondo. Y también soberbio. López Obrador quiso dar clases de periodismo pero se tropezó con la historia. Cita a cada rato lo que pasa en los países escandinavos, los ve como sus estrellas guía y dice que hacia allá quiere llevar al país. Pues qué bueno que así fuera. Suecia creó la ley de libertad de prensa antes de que estallara la Revolución Francesa, acicate de todas las libertades en el mundo occidental. Y creó el ombudsman de la prensa en 1916, cuando acá el medio de transporte más popular era el caballo. El presidente dice que respeta nuestra libertad pero resulta que los medios tenemos que apoyar todo lo que hace porque si no es así, somos conservadores.

Bola y cadena

“POR ESO YA CASI NO LO LEO”, dijo el presidente, refiriéndose a Proceso. Y con eso se hermanó con Carlos Salinas, cuando dijo a pregunta de un periodista sobre los diputados perredistas que protestaron durante su sexto informe, “ni los veo ni los oigo”. Lo dijeron en su editorial del primer número los fundadores de la revista: “Acotar la libertad de expresión, acallar las voces críticas, ha sido una de las principales tentaciones del poder político, llevadas a la práctica en infinidad de casos en distintas regiones del país”. Un pensamiento que no distingue colores.

Sentido contrario

AL PRESIDENTE SE LE ESTÁ ACABANDO el tiempo. Dijo que para noviembre se empezarían a ver los resultados de su política contra la violencia. Nada ha cambiado desde que él mismo se puso ese plazo y no hay elementos para pensar que cambiarán las cosas. Por el contrario, la violencia se ha profundizado en todo el país y las organizaciones criminales permanecen intocadas. Y así como ha sido estricto en muchas de sus decisiones, la pregunta es qué hará con su secretario de Seguridad Pública una vez que se dé cuenta que fue un fracaso.

Humo negro

ES UN GOBIERNO RARO EL DE QUIRINO ORDAZ porque construye puentes y pasos deprimidos para agilizar el tráfico vehicular, pero al mismo tiempo pone topes y abre pasos peatonales donde no hay flujo de personas pero sí provocan embotellamientos. Como el que inexplicablemente se hizo frente al recién estrenado Parque Acuático sobre el malecón. ¿De quién fue la idea? ¿A quién le asignaron la obra? ¿Cuánto costó? Pero sobre todo ¿Cuánto tiempo va a durar?

Columna publicada el 28 de julio de 2019 en la edición 861 del semanario Ríodoce.