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Río Doce.- A las 16:00 horas del lunes 2 de julio, el ex comandante de la Policía Ministerial del Estado y ex director de la Policía Municipal en Ahome, Gerardo Amarillas Gastélum terminó sus días masacrado a quemarropa por al menos dos asesinos que lo sorprendieron comiendo en un restaurante de mariscos que frecuentaba en la ciudad.

Amarrillas recibió 32 disparos de calibre .223 milímetros de carabina semiautomática AR-15 o M-16 desde el tórax hasta la cabeza. Quedó tirado entre las mesas de plástico y una carreta que era utilizada como cocina fría en el restaurante palapa el Pulpo Macho, ubicado en bulevar Maquío Clouthier (Justicia Social), entre los bulevares Álamos y Macapul, en el fraccionamiento Viñedos, al norponiente de la ciudad.

Dos mujeres, entre ellas una reportera, resultaron ilesas en el tiroteo en donde se dispararon más de 38 balazos.

El ex policía que estaba en busca de su pensión por retiro con 25 años de servicio y 48 de edad, había llegado al restaurante, sin arma ni escolta, en una camioneta GMC de color blanco, blindada, y placas UF-53601 de Sinaloa, y aparcado en el estacionamiento interno.

Inesperadamente arribaron los desconocidos, quienes le dispararon a quemarropa para huir inmediatamente después.

A las 16:01 horas, la Central de Comunicaciones de Gobierno del Estado reportó a la Cruz Roja delegación Los Mochis, que en Justicia Social y Álamos habían tirado un cuerpo. Se despachó la unidad de emergencia médica, y siete minutos después, el Grupo de Operaciones Tácticas Especiales reportó una balacera con una persona tirada, y que la zona estaba asegurada. A las 16:08 horas, los paramédicos arribaron al lugar, encontrando en el interior un cuerpo desangrándose, policías, civiles y una reportera.

Tras las primeras valoraciones, los paramédicos determinaron que el civil había muerto porque tenía perforaciones de bala en cabeza y espalda. El servicio médico concluyó a las 16:18 horas.

Los grupos operativos de la policía se desplegaron por la zona, pero los asesinos escaparon.

Minutos después, la zona hirvió de policías preventivos, estatales y militares.

De las investigaciones nadie habla, ni policías preventivos ni investigadores. La Vicefiscalía de Justicia en la Zona Norte se cerró a “piedra y lodo”. Los fiscales en jefes no reciben reporteros y se autocolocaron un esparadrapo para no responder cuestionamientos.

Sólo el jefe de la policía municipal y relevo de Amarillas Gastélum, Carlos Alberto Acuña Ronquillo habló del caso, precisando que se limitaron a confirmar el atentado, abanderarlo, resguardar la escena del crimen hasta el arribo de investigadores y peritos forenses y entregarla.

Aseguró que el jefe ministerial no había pedido resguardo policial ni en forma verbal ni por escrito, por lo que su estancia en la localidad era un misterio. “Nunca pidió apoyo, de haberlo solicitado se lo habríamos dado, como se ofrece a cualquier compañero. Ignoro si lo hizo con los de su corporación”.

Dijo que el caso no tendrá ninguna repercusión en la disciplina interna ni en el operativo cotidiano, “porque se trató de un ataque muy personal, directo, tanto que a nadie más se hirió. Por qué lo realizaron, será una pregunta que deberán responder con investigaciones”, dijo.

Aceptó que Amarillas Gastélum tuvo un paso “muy controversial” en la policía municipal, pues enfrentó una de las épocas más violentas con técnicas y tácticas poco ortodoxas.

Amarillas Gastélum se convirtió en el segundo jefe de la policía municipal que es asesinado en el periodo de gobierno del alcalde emergente, Manuel Urquijo Beltrán, puesto que el electo, Álvaro Ruelas Echave, se había separado para buscar la reelección.

Antes, el 24 de febrero del 2018, Joel Medina Gastélum fue masacrado en los patios de la Facultad de Derecho en donde estudiaba.

Los asesinados Amarillas Gastélum y Medina Gastélum, junto con Jesús Carrasco Ruiz, se enfrentaron en una guerra de poder a poder con el Cártel de Guasave que fundó Fausto Isidro Meza, el Chapo Isidro, por el control de la venta de drogas y cobro de piso de Los Mochis y sus alrededores.

Estos utilizaron a la policía municipal y a la ministerial para atacar a la ramificación autodenominada “Los Mazatlecos”, hasta que los desterraron. En esa guerra, la facción leal al Cártel de los hermanos Beltrán Leyva denunció que las policías servían al Cártel de Sinaloa.

El 8 de enero del 2016, Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, el Chapo, es detenido en la ciudad en una operación de fusileros de la Armada de México.

Gerardo Amarillas Gastélum llegó el 19 de marzo del 2013 a la dirección de la Policía Municipal de Ahome comisionado por el entonces director de la Policía Ministerial del Estado, Jesús Antonio Aguilar Íñíguez, toda vez que su principal activo para apaciguar el municipio, Jesús Carrasco Ruiz, había sufrido un atentado en el poblado Adolfo Ruiz Cortines, Guasave.

Tanto Carrasco Ruiz como Amarillas Gastélum llegaban para frenar la matanza de policías municipales ejecutada por los propios policías municipales. En ese pleito por el control callejero habían sido asesinados 24 agentes preventivos, incluyendo al oficial de mayor rango, Ubaldo Domínguez, que había enfrentado, detenido y desarmado a una célula de gatilleros.

En la jefatura de los tres policías, el municipio vivió la mayor temporada de crímenes, desapariciones, descuartizados, colgados y la Comisión Estatal de Derechos Humanos documentó un sinnúmero de casos en donde la policía municipal vulneró las garantías individuales de civiles.

María Aracely Sepúlveda Sauceda, visitadora zona norte de la CEDH, recordó que eran tiempos difíciles en donde las prácticas policiales vulneraron derechos de civiles y originaron investigaciones en serie.

Dijo que dos de esas investigaciones terminaron en etapas procesales, pero aún sin localización de los cuerpos de las víctimas de desaparición forzada, casos que corresponden a la administración de Gerardo Amarillas Gastélum.

Incluso, las familias de los desaparecidos le gritaron ¡asesino! al jefe policial en cada oportunidad que lo enfrentaban. Amarillas nunca los encaró. Y se limitaba a señalar que “fueron detenidos por policías y en patrullas clonadas”, hechos que nunca comprobó.

El primer caso es del joven Román Alberto Soto Vázquez, desaparecido en una persecución policial en la carretera Los Mochis-Constancia-El Fuerte. Por el caso sentenciaron a casi 30 años de cárcel a los policías Jorge Cota, Óscar Guadalupe Huicho y Jorge Martínez. El caso aún se encuentra en apelación.

El segundo evento es la de los jóvenes David Mendoza, Margarita Marín (embarazada) y Alfredo Elías Marín, quienes el 21 de junio del 2015 fueron detenidos en el fraccionamiento San Rafael para una revisión policial de rutina y jamás aparecieron. Los policías involucrados desertaron al enterarse de que eran buscados para ejecutarles una orden de aprehensión. Aún están prófugos.

Los padres de los muchachos también gritaron ¡asesino! a Gerardo Amarillas Gastélum. Él nunca lo aclaró, y su secreto fue sepultado en su propia tumba.