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Ernesto Alonso López Solano, provenía de una familia de empresarios dueños de la mueblería Valdez Baluarte, aunque él se dedicó, entre otros negocios, al restaurantero.

Dueño de Casa Martina, restaurante ubicado frente a la plazuela Rosales, era muy común verlo atender personalmente a los comensales, o verificando que todos estuvieran bien atendidos, tomándose fotos con ellos.

En la página de Facebook del restaurante aparece una foto tomada en un cumpleaños en mayo del año pasado. En la imagen aparecen algunos amigos del empresario, entre ellos una mujer de estatura baja, complexión delgada, rubia con el cabello rizado y ojos de color claro, de nombre Laura Elena Quevedo Gastélum.

Laura Elena resultó no solo ser amiga de Ernesto, sino la tía de Jaime Eduardo Carrillo Quevedo, hijo del fallecido narcotraficante Rodolfo Carrillo Fuentes el Niño de Oro y de Giovana Quevedo.

Es, según acusa la procuraduría de justicia, presunto líder de la banda de secuestradores que privaron de la libertad al joven restaurantero.

Laura Elena, lo dijo ella misma, se quedó con la custodia de los niños del matrimonio Carrillo Quevedo y como albacea de la herencia de los menores.

El pasado 12 de abril en la madrugada, Ernesto iba en su automóvil casi llegando a su casa en el fraccionamiento Bonanza, cuando tres hombres a bordo de un automóvil Toyota Corolla lo secuestraron, identificados luego por la PGJE como Jorge Joel Echeverría Portillo, José de Jesús Sosa Paredes y Sergio Elio Urías Moreno, este último prófugo y los dos primeros actualmente detenidos y acusados.

Ese mismo día más tarde, llaman a la familia del empresario para pedirles 70 millones de pesos por su liberación y es así como se dan cuenta que se trata de un secuestro.

Según la información proporcionada por el procurador de justicia, Marco Antonio Higuera Gómez, la familia hizo la denuncia en ese momento a las autoridades y se inició la averiguación previa 102/2015 por la agencia séptima del Ministerio Público. Se turnó a la Unidad Especializada Antisecuestros, a cargo del comandante “Julio”.

La procuraduría informó que Ernesto Alonso había sido seguido durante dos días por Luis Alberto Pérez Jacobo y por el supuesto líder de la banda, Jaime Eduardo Carrillo, y vigilado desde un departamento ubicado frente al fraccionamiento donde vivía.

Posteriormente, el hijo del Niño de Oro, en compañía de Luis Alberto Pérez Jacobo, verificó el traslado de la víctima a la casa ubicada en calle Tarahumara 1159, del fraccionamiento San Carlos, donde días más después fue la balacera con los delincuentes y se encontró muerto al empresario.

El 20 de abril de este año, alrededor de las 12 horas y tras labores de investigación, las autoridades detienen por la zona de la Isla Musala a Luis Alberto Pérez Jacobo, quien según informó el procurador, les proporcionó información relacionada con los integrantes del grupo delictivo.

“Luis Alberto Pérez Jacobo establece que la célula delictiva de la cual forma parte está dedicada al secuestro y homicidio de sus víctimas o de quienes pagan dinero para la liberación.

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ERNESTO VALDEZ. Una foto con los “amigos”

“Refiere esta persona inicialmente detenida, en su declaración, que en donde mantenían en cautiverio a la víctima era en un domicilio particular del fraccionamiento San Carlos, y señaló que era probable que ya estuviera privado de la vida”, narró Higuera Gómez.

Con base en la información que proporcionó Pérez Jacobo, fue detenido ese mismo día Jaime Eduardo Carrillo Gastélum, quién se identificó como hijo de Rodolfo Carrillo, y a quien desde pequeño se le cambió el apellido por el Quevedo Gastélum, cuando su tía Laura Elena lo registró a él y a sus hermanas posterior a la muerte de sus padres, en una balacera de Cinépolis, en septiembre del 2004.

Al salir del fraccionamiento Las Nubes, ubicado en la zona Tres Ríos, donde al parecer vivía Carrillo Quevedo, viajaba en un Ford Mustang Color blanco modelo 2015, junto con dos escoltas de seguridad, identificados como Nelson Quintero González, quien portada un fusil calibre .223 con silenciador y Miguel Ángel Castillo Carrillo, primo de Jaime Eduardo, hijo de Luz Berthila Carrillo Fuentes.

Ambos escoltas en la declaración de la etapa procesal de la averiguación previa, informaron no tener conocimiento del secuestro del empresario, por lo que fueron consignados ante la PGR por posesión de armas de uso exclusivo del Ejército.

Alrededor de las tres de tarde de ese día, el comandante “Julio” de la UEA pide apoyo a la policía Ministerial para montar un operativo y trasladarse al domicilio que ya habían señalado los detenidos que se encontraba Ernesto.

En el domicilio se encontraban Jorge Joel Echeverría Portillo, Cristian Paul Benítez Ortiz y José de Jesús Sosa Paredes. Los reportes de las autoridades indican que al llegar al domicilio fueron atacados con armas de grueso calibre, por lo que al valorar lo que ya se les había informado sobre el deceso de la víctima de secuestro, respondieron el ataque.

Vecinos de la Sierra Tarahumara que hablaron con Ríodoce afirmaron que nunca se escucharon disparos antes de que iniciara el enfrentamiento.

“Debo decirles que entre el momento de que fue detenido Luis Alberto y la hora que se inicia el operativo que son las tres de la tarde, el estudio de necropsia nos determina que el crono diagnóstico de que la hora aproximada de que privaron de la vida a la víctima de secuestro fue 1:30 a 2:00 de la tarde”, dijo el Procurador.

En el enfrentamiento, que duró alrededor de dos horas, solamente quedó vivo José de Jesús Sosa Paredes, quien se entregó a las autoridades. En la casa se aseguraron un rifle calibre .50, conocido como Barret; dos rifles .223, uno con aditamento lanzagranadas y el otro con mira; un fusil calibre 7.62×39; un rifle.308; una carabina calibre 5.56×45; dos pistolas 9 milímetros; y dos pistolas calibre 45. También se recolectaron 680 cartuchos.

Se declara inocente; me torturaron, dice…

Desde temprano, los empleados del Juzgado Cuarto Penal se dieron cuenta que no sería un día común. Laura Elena Quevedo llegó temprano al lado de su abogado, para verificar a qué hora sería presentado ante el juez su sobrino junto con los otros tres detenidos. Pero no fue la única, alrededor de las 10:30, César Romanillo, subprocurador de la zona centro, dejó el juzgado y ya no regresó.

La secretaria primera fue la encargada de integrar el expediente para el proceso, alrededor de las 13:40 horas del pasado jueves; presentaron a los cuatro jóvenes ante la rejilla para que declararan; el primero en salir fue Carrillo Quevedo, a quien el secretario le informó de la presencia de los medios de comunicación.

–Aquí está la prensa, ¿está de acuerdo que estén aquí? —le preguntó.

—No —respondió el joven.

—A petición de la persona que va a declarar, no está de acuerdo de que estén ustedes aquí, entonces es algo que debemos de hacerle saber a ustedes.

—Pero si no vamos a anotar, ni grabar ni tomar fotos —respondió un periodista.

—Pero pues… que puedo hacer —mencionó el secretario.

Posteriormente los reporteros fueron sacados de la sala con la promesa de que, al finalizar, el Juez daría una entrevista para informar.

Alrededor de las 16:00 horas terminó la diligencia, y el Juez al ser abordado mencionó que él no daría ninguna información, pasándole la batuta al Secretario, quien solo informó que tres de los jóvenes se abstuvieron de declarar y que los cuatro habían solicitado duplicidad del término, que se extendió a 144 horas.

El único en declarar fue Jaime Eduardo Carrillo Quevedo, quien negó las acusaciones y alegó que había sido torturado.

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VEHÍCULOS BLINDADOS. Refuerzo de la Policía Ministerial.

Secuestros bajo la misma línea

Durante la conferencia que dio el procurador un día después de la balacera de San Carlos, fue muy reiterativo en que el modo de operar del grupo de secuestradores consistía en secuestrar, matar a la víctima y cobrar el rescate.

“El modus operandi de esa célula era privar de la vida a las personas secuestradas y que solo en una ocasión, a la víctima la liberaron en razón de que era el abuelo del jefe de la célula”, informó el procurador.

El 2 de diciembre del año pasado fue secuestrado Jaime Antonio Quevedo Barrera, abuelo materno de Jaime Eduardo, en la Cofradía, Navolato. Cobraron un rescate de 400 mil pesos, dejándolo en libertad por ser abuelo del supuesto líder de la banda, pero asesinaron a Jesús Humberto Rivera Gastélum, quien fue encargado de entregar el dinero del rescate.

Posteriormente, el 19 de diciembre del mismo año, privaron de la libertad al joven Carlos Iván Urías López, hijo de Jesús Fernando Urías Peñuelas, ambos procedentes de Guasave. Al papá le solicitaron 20 millones por la liberación de su hijo, sin embargo al pagar el rescate a ambos los mataron, enterrándolos clandestinamente en la comunidad de El Pochote.

El Procurador del estado dijo que ambos secuestros habían sido confesados por los detenidos. Lo que el procurador no mencionó en ese momento es que ambos secuestros tenían una misma línea. Fuentes extraoficiales informaron a Ríodoce que el hijo del Niño de Oro eligió a las víctimas porque estaban relacionadas con su padre, al que le quedaron debiendo fuertes sumas de dinero.

Cuando en el 2004 mataron a Carrillo Fuentes y a su esposa Genoveva Quevedo, Jaime Eduardo y sus hermanas se quedaron bajo la custodia de su tía Laura Elena. Giovana dejó una herencia para sus hijos a cargo de su padre, pero posteriormente la encargada de manejarla fue también la tía Laura Elena.

En el caso del secuestro del joven de Guasave, según la versión de fuentes extraoficiales, el padre trabajó para Rodolfo Carrillo Fuentes en el transporte de droga, y quedó adeudándole una fuerte cantidad de dinero al fallecido narcotraficante.

¿Rescate Fallido?

Desde el mismo momento en que se desataba la balacera en el sector Cañadas, se manejó diferente información, incluso de autoridades policiales que estaban en el lugar de los hechos, lo que provocó dudas a los medios de comunicación.

—¿Cree la procuraduría que podría ser esto un rescate fallido? —se le cuestionó al procurador durante la conferencia de prensa que dio un día después.

—No, jamás. Se trabaja operativamente para rescatar una persona mientras está cautiva, siempre se ha trabajado en prevalecer la negación de cara a la familia que tenga la negociación y ya una vez que culmine y se libere a la víctima, se trabaja.

“Ese siempre ha sido la forma de trabajar de la unidad especializada, aquí cuando tienes ya conocimiento de que la víctima puede estar ya privada de la vida es cuando se establece primeramente el interés de ubicar el domicilio, porque tienes que corroborar la certeza de lo que te está diciendo la persona”.

Por separado, el Gobernador Mario López Valdez comentó el viernes que posterior al suceso donde perdió la vida Ernesto Alonso Valdez, se reunió con empresarios para mostrarle cómo opera la UEA y cuáles fueron los protocolos y estrategias que se llevaron a cabo.

“Creo que todos quedaron de alguna manera con tranquilidad y confianza de que no están abandonados a su suerte y que el estado tiene de alguna manera un área que no les puede garantizar que no haya secuestros.

“Lo que si les puedo garantizar como estado es que cualquier secuestro que haya vamos a echarle guante a los responsables”. (Río Doce)