0 8 min 9 años

descarga (27)

“Dios nos libre de pasar veinte años sin una rebelión”*
diciembre 7, 2014 por Andrés Villarreal
La frase es de Thomas Jefferson, ese que aparece en los billetes de 2 dólares —que sí existen—. Apenas pasaba de los 30 años cuando ya estaba involucrado en el proceso de independencia de los Estados Unidos. Hay una frase de Jefferson que se mantiene desde el borrador original de la declaración de independencia y que aun hoy causa admiración: el derecho a la “búsqueda de la felicidad”.

No escribió el derecho a la felicidad, sino a la búsqueda de ella. Sí el derecho a la igualdad y la libertad, pero en el caso de la felicidad a lo más que se puede aspirar es a buscarla.

Jefferson era lapidario, su correspondencia y discursos están plagados de frases precisas. Una idea es el hilo conductor de su pensamiento: no podía pasar una generación en un país sin que se convulsionara por lo establecido, que se renovara la sangre —pero con ella también la legalidad—. De ningún modo se trata de una revolución permanente, sino de una rebelión que retorna, periódica, necesaria para la salud de un país, para mantener las libertades públicas.

Cada generación, se entiende del planteamiento de Jefferson, debe librarse de un peso muerto del pasado.

Hoy, en tiempos en que el gobierno quiere criminalizar la protesta, endureciendo el lenguaje, tapándose ojos y oídos, una explicación clásica:

México se convulsionó en 1994. El estallido indígena en Chiapas, los asesinatos políticos de Colosio y Ruiz Massieu, la crisis económica de fin de año. En ese 1994 perdimos otra más de las oportunidades históricas. La principal fue ajena a los ciudadanos que se atrevieron a involucrarse, era una decisión de lo que Aguilar Camín llama el “círculo íntimo que gobernaba”, los mismos a los que “la lucha por el poder los dividió y derrotó la discordia.”

La otra incumbe a todos. A los ciudadanos que se movilizaron ahogados por las deudas y el estrepitoso ascenso de las tasas de intereses, pero que después no encaminaron sus demandas y protestas; a una prensa y periodistas mansos, hechos a imagen y semejanza de un régimen apabullante; a una oposición política pobre, desconectada socialmente; a grupos de estudiantes universitarios despolitizados…

Aun así, a los sucesos de aquel año pueden atribuírsele las posteriores reformas que marcaron el inicio de una verdadera competencia y convivencia en la pluralidad política: En 1996 se ciudadanizan los organismos electorales, y en la primera elección que organizan, el PRI pierde la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados —tres años después perdería también la presidencia—. Empieza a generalizarse una crítica periodística antes reservada a unas cuantas plumas y a medios muy identificados, principalmente impresos.

Hace 20 años se apagó el fuego, como antes se extinguió la crisis electoral de 1988 y los apretados resultados de aquella elección.

Lo que resultaría imperdonable es no aprender de ambos momentos históricos y relacionarlos con lo que actualmente sucede en México: Las múltiples movilizaciones, la idea generalizada que desde el poder no se ofrecen las respuestas a las demandas, sino que, por el contrario, se desperdician oportunidades, la corrupción mantenida en el descaro, un poder sordo en la cúpula, una élite empresarial muda que mueve piezas por debajo de la mesa…

MARGEN DE ERROR

(“El árbol de la libertad debe regarse de vez en cuando con la sangre de patriotas y tiranos. Ésta constituye su abono natural.”*) En medio del fuego que se extiende en el país, una declaración del gobernador Mario López Valdez que sorprendería si no estuviera claramente en el marco de una clase política ajena al pulso ciudadano. Ni siquiera necesitaría acotaciones entre líneas, la cita por sí sola evidencia los márgenes de error en que suele estar el gobernador Malova. Va la cita:

“Quiero decirles que he tomado una decisión y he dado una instrucción el día de hoy, que las marchas son permitidas, son válidas las manifestaciones pero no los bloqueos, y el que avisa no engaña. A partir de ahora, quien afecte a terceros vamos a estar obligados a aplicar la ley, así es que mucha gente dice que no podemos permitir que Sinaloa se convierta en un DF, y ésa es nuestra obligación, y pues les digo a los sinaloenses, que no nos hagan actuar en contra de ellos violentando la ley.”

PRIMERA CITA

(“Si en cada país no quedaran vivos más que un Adán y una Eva, pero fueran libres, estaríamos mejor de lo que estamos ahora.”) Vicente Leñero se cita de memoria: “Que temprano se nos hizo tarde”, dijo cuando se retiró de la revista Proceso que fundó. “El periodismo es trabajo sinfónico”, escribió en algún libro, quizás en Talacha periodística.

Leñero por fin pudo ir a orinar, tranquilamente. Todos sabemos el descanso que es hacerlo después de minutos de continencia. Leñero es atrapado del brazo por Scherer, lo lleva de un lado a otro, pero Leñero se está orinando y no acierta a pensar en nada más. Es el trepidante arranque de Los Periodistas, donde el escritor y periodista que siempre fue se funden.

Leñero es además el autor del Manual de periodismo, del que más de una generación abrevó, desgastando sus hojas.

DEATRASALANTE

(“La gente no puede estar, toda y siempre, bien informada”*) Septiembre 2. 2014. Peña brilla. Le interrumpen con aplausos en su mensaje a la nación —es el día que ahora llaman informe de gobierno—. Peña, el hombre de las reformas sonríe, el hombre del Pacto por México derrocha orgullo, apenas unas gotitas de sudor brillan cerca del copete, ahora anuncia las mega-obras: 46 autopistas con 3 mil kilómetros, 24 proyectos ferroviarios y un nuevo aeropuerto de 170 mil millones de pesos con seis pistas en el DF, “uno de los más grandes del mundo”. Ahora vendrán los “beneficios concretos para toda la población”, dice. En el Zócalo ninguna manifestación, ninguna consigna, la plaza más grande del mundo se utilizó como estacionamiento.

Tres meses después, el mexican moment se esfumó. Es como abrir un cacahuate y darse cuenta que no trae nada. Nada(PUNTO)

* Todas las citas, incluyendo el título, son de Thomas Jefferson.