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La elección presidencial que acaba de pasar dejó al PRI muy disminuido en el Congreso de la Unión y en los congresos locales del país. El PRI busca revertir esta situación y no con votos, sino con una interpretación tramposa de la Ley Electoral que lo hiciera recuperarse, aunque sea en forma paulatina. Argumentó que el reparto de los diputados plurinominales debería ser por coalición y no por partido político.

Lo bueno es que ese problema ya se resolvió a nivel federal, pues la Sala Superior del Poder Judicial de la Federación (TRIFE) acordó que los diputados plurinominales se reparten en función de la votación que obtiene cada partido, ratificando la distribución que había realizado el Consejo del Instituto Nacional Electoral (INE). El resultado final de la distribución fue para el Senado: Morena con 13, PAN con 6, PRI con 6, PRD con 2, PVEM con 2, MC con 2 y PT con uno. Y para la cámara de diputados: 85 para Morena, 41 para el PAN, 38 para el PRI, 12 para el PRD, 11 para el PVEM, 10 para MC y 3 para el PT.

Mucho puede ayudar a los tribunales estatales electorales a resolver las impugnaciones que sobre la distribución de los diputados plurinominales han interpuesto tanto los partidos políticos como personas interesadas, si siguen el criterio que marca la Ley Electoral, tal y como lo hizo la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Por lo pronto en Sinaloa 10 impugnaciones han sido interpuestas por partidos e interesados, buscando modificar la distribución de diputados plurinominales aprobada por el Instituto Estatal Electoral (IEES).

Fue en 1996 cuando los partidos acordaron las fórmulas de integración de las Cámaras del Congreso, la cual sigue vigente hasta la actualidad. Dos posturas se enfrentaron para la distribución de los diputados plurinominales: 1.- El porcentaje de votos se debe traducir de manera exacta en el porcentaje de escaños y 2.- Convertir la mayoría relativa en mayoría absoluta de diputados. Al final no quedó la propuesta 1 ni la 2, sino una intermedia: Art 54, inciso V: “En ningún caso, un partido político podrá contar con un número de diputados por ambos principios que representen un porcentaje del total de la Cámara que exceda en ocho puntos a su porcentaje de votación nacional emitida”.

La LXIV legislatura federal y el senado de la república serán históricos, pues es la primera vez que la izquierda es mayoría en ambos recintos. Y además con un poder ejecutivo de izquierda. La izquierda en el congreso deberá jugar un papel de contrapeso profesional y responsable, esto es, que acompañen al Presidente en su agenda de cambio, pero que también exijan cuentas y emitan opiniones de crítica cuando haya lugar.

En Sinaloa la izquierda también, por primera vez, será mayoría en el Congreso del Estado de Sinaloa, pero con un poder ejecutivo de otro partido. Debe de ser responsable en el uso de esa mayoría, responsabilidad que también deberá de tener el PRI, pues es la primera vez en la historia del Congreso, que el PRI no es mayoría.

El congreso necesita una transformación, sobre todo se requiere limpiarle su rostro, que es ahora espejo y fuente de corrupción. Se deben de poner un alto a los moches, las transas y los arreglos subterráneos. La conversión a un parámetro abierto, transparente y democrático legitimará las propuestas transformadoras. Es menester transitar de una partidocracia voraz a una mayoría activa y consecuente que traduzca la decisión inapelable de las urnas en normas de carácter obligatorio.

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Artículo de opinión publicado el 2 de septiembre de 2018 en la edición 814 del semanario Ríodoce.