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brasil protestas 2016Río de Janeiro, en la ruina y al borde de una explosión social a menos de 100 días de los Juegos Protestas por los recortes en sanidad en Río de Janeiro el pasado mes de enero

(GTRES) Con 16,5 millones de habitantes (6,3 en la capital), el estado brasileño se encuentra en quiebra y “próximo a un colapso social”

Las pérdidas del estado se acercan a los 5.000 millones de dólares anuales y su déficit supera los 20.000 millones de dólares

 

Con recortes en todos los ámbitos, preocupan los de atención sanitaria en medio del temor provocado por las epidemias de dengue, zika y ahora también de gripe A

Pocos apuestan ya por una llegada masiva de turistas durante los Juegos Olímpicos, del 5 al 21 de agosto

 

A menos de cien días del inicio de los Juegos Olímpicos, el estado brasileño de Río de Janeiro se ahoga en la bancarrota y sus autoridades reconocen que atraviesa una “situación calamitosa” que puede desembocar en una explosión social en vísperas de la competición, que comenzará el próximo 5 de agosto.

 

Con cerca de 16,5 millones de habitantes (6,3 de ellos en su capital, Río de Janeiro), el estado está “próximo a un colapso social”, como reconocía esta semana Leonardo Espíndola, un alto funcionario regional, a la prensa local. Caída del petróleo y corrupción Región petrolera por excelencia de Brasil, Río se enriqueció durante años con los beneficios del crudo, pero la caída internacional de los precios (que han pasado de los 110 dólares por barril que se pagaban en 2014 a los 40 dólares barril) ha minado sus recursos. Una ley del Gobierno central que redujo las regalías de los estados productores de petróleo para repartirlas por igual entre todas las regiones provocó un agujero enorme en las finanzas de Río.

 

El estado ha sufrido también el impacto del escándalo desatado en la petrolera estatal Petrobras, eje de una compleja trama de corrupción, desvíos y lavado de dinero que salpica a funcionarios del gobierno de Dilma Rousseff, dirigentes de la oposición y a algunas de las principales empresas del país, muchas de ellas involucradas en la proyectos relacionados con las infraestructuras de los Juegos Olímpicos.

 

Tal vez se avecine una situación en la que no haya gasolina para los coches, nuestros hospitales atraviesan por extremas dificultades y nuestros funcionarios tienen salarios atrasadosCon una nutrida nómina de compromisos de pago, las pérdidas del estado se acercan a los 5.000 millones de dólares anuales y su déficit supera los 20.000 millones de dólares. La mala gestión administrativa es otro de los factores que agravan el problema, según coinciden analistas locales que destacan que el gobierno regional no tuvo la previsión de crear un fondo de contingencia en épocas de “vacas gordas” para hacer frente a una eventual caída de sus beneficios petroleros.

 

La situación es “calamitosa”, admiten las autoridades, que no pueden contar con el apoyo del Gobierno federal, en medio de la recesión económica que sacude a Brasil (con el mayor desplome en un cuarto de siglo) y la profunda crisis política que ha colocado a la presidenta Rousseff al borde del abismo. Duros ajustes e inminente explosión social La administración regional ha acometido ajustes, ha dilatado el pago de salarios a sus funcionarios e incluso ha recortado los horarios de la policía para recortar gastos. Las consecuencias no se han hecho esperar: problemas en la atención sanitaria, en la educación, en la seguridad y retrasos en los pagos de las prestaciones sociales, en especial a los jubilados. La gobernación decretó emergencia la pasada navidad y dejó sin aguinaldo a medio millón de trabajadores y pensionistas. Lejos de mejorar, la situación ha empeorado y, aunque el estado no es directamente responsable de la organización de los Juegos Olímpicos, es parte implicada y el “colapso” que reconocen sus autoridades puede impactar en ellos.

 

“Tal vez se avecine una situación en la que no haya gasolina para los coches, nuestros hospitales atraviesan por extremas dificultades y nuestros funcionarios tienen salarios atrasados”, reconocía Espíndola, alertando sobre los posibles riesgos en vísperas de los Juegos. Recortes en sanidad y epidemias Los recortes en la atención sanitaria son una de las mayores preocupaciones de la población en medio del temor provocado por las epidemias de dengue, zika y ahora también de gripe A. Una docena de hospitales regionales ha reducido sus servicios y no atiende urgencias por falta de medicamentos y recursos básicos. Protestas universitarias En las universidades, los alumnos encadenan sus protestas por los ajustes en sus becas, mientras más de 100.000 jubilados ven peligrar sus prestaciones. Aumento de violencia en favelas y menos policías La seguridad no es un capítulo menor.

 

El ajuste de los salarios de la policía se ha traducido en un recorte de su jornada laboral, lo que ya empieza a tener efectos en las zonas más conflictivas, en especial en las favelas, donde en los últimos meses se ha detectado un aumento de la violencia. Poco optimismo de cara a los Juegos Un escenario poco optimista para unos Juegos que han requerido inversiones millonarias de las distintas administraciones (federal, regional y local), con compromisos de obras de calado que ahora pueden quedar en el aire, como el metro que uniría la turística zona sur de Río de Janeiro con Barra de Tijuca, donde se ubica el Parque Olímpico, y que es responsabilidad de la gobernación. Pocos apuestan a que la esperada llegada masiva de turistas durante los Juegos Olímpicos, del 5 al 21 de agosto, y los Juegos Paralímpicos, en septiembre, permita equilibrar las cuentas. “La situación es crítica”, resume el secretario regional de Hacienda.

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