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El conocido en el círculo rojo como "Maloca", por sus preferencias y gustos afemenidos.  Foto: Río Doce.
El conocido en el círculo rojo como “Maloca”, por sus preferencias y gustos afemenidos. Foto: Río Doce.

A la memoria del buen amigo, Chendo Quezada

Río Doce

Leo con detenimiento el oportuno artículo La Caldera de Sinaloa, del siempre bien informado Raymundo Riva Palacio. En este análisis sobre la candidatura priista repite mucho de lo escrito y especulado por la prensa sinaloense: la polarización existente entre el grupo del gobernador Mario López Valdez y lo que representa Jesús Vizcarra, el empresario de la carne, quien a decir por las encuestas del gobierno federal es el único con capacidad de ganar la elección constitucional.

Sorprendentemente es quien ha dicho que no quiere ser candidato a gobernador y el que menos se ha movido de los nueve aspirantes tricolores. O, quizá, el único que ha caminado por los pasillos de Los Pinos y ha tenido el contacto más directo con el presidente Peña Nieto. El periodista habla de la buena relación que tiene Manlio Fabio Beltrones con Malova, incluso al grado de que éste piensa que tiene en la bolsa la nominación priista a favor de Gerardo Vargas.

Más todavía, rememora que el Secretario General de Gobierno ha sido señalado como el único con capacidad y recursos para desplegar la campaña negra por la ludopatía de Aarón Irízar, la supuesta corrupción que hay detrás de los bienes patrimoniales de Diva Hadamira Gastélum, o exaltar los problemas legales del alcalde culichi Sergio Torres.

En fin, esto lleva a Riva Palacio a concluir que la designación del candidato priista no será un “día de campo”, sino todo lo contrario, ya que Malova está condicionando el apoyo y sugiriendo que podría armar un nuevo bloque opositor.

Entonces, en los círculos del poder central, se percibe que Malova tiene “estratégicamente secuestrados” a Peña Nieto y Beltrones.

Y es ahí, donde Malova y su alfil juegan con fuego y es muy alta la posibilidad de que se quemen. De acuerdo con las tradiciones priistas, ninguno de sus Presidentes ha sido “secuestrado” por un gobernador, y quienes lo han intentado han salido mal librados, ya que sería el reconocimiento de una debilidad inaceptable y en el caso del dirigente priista, debe saber muy bien que si está de lado de Malova, estaría en contra del Presidente y la militancia que se la jugó con el PRI en el 2010 y fue derrotada.

Y es la que está con Vizcarra o quien ellos decidan proponer como su candidato. Riva Palacio señala que el tiempo corre en contra de Malova. Y esto como lo acaba de escribir Heriberto Galindo se va hasta enero. O sea las posibilidades de Malova de imponer a su candidato serían menores y mayor el nerviosismo en el tercer piso del Palacio de Gobierno. ¿Hay plan B? Creo que sí. Ellos buscarían una candidatura común con el PAN, PAS y PRD, que sin duda sería fuerte y con posibilidades de ganar la elección constitucional.

Salvo que el candidato sea Vizcarra Calderón. Esta competencia bipolar solo puede aflojarse con una variable que no contemplan ni las encuestas, ni el análisis de Riva Palacio, como son las candidaturas independientes. Si aparece la candidatura suelta de Manuel Clouthier o Heriberto Félix Guerra, podría hablarse de triunfo ante un PRI dividido. No menciono a Héctor Melesio Cuén porque por más que diga, y reitere, que irá como candidato del PAS, es mucho lo que arriesgaría en un horizonte de baja probabilidad con un partido de 124 mil votos comprobados.

Esto significaría para Malova enfrentarse al poder presidencial y una disputa en ese nivel no hay duda de quién saldría perdiendo. Malova en su sexenio se ha esforzado por hacer negocios con cargo al erario poco trasparentes, lo mismo Gerardo Vargas, y el CISEN debe tener un expediente lo suficientemente integrado para dificultarles una salida airosa en 2016, que siempre preocupa a los gobernantes.

La libertad de irse a casa a disfrutar lo acumulado. A continuar con los negocios que sabemos están detrás de esas concesiones a largo plazo que están comprometiendo las finanzas no de este sexenio de salida, sino de los siguientes. Es el lado flaco de la opacidad y la falta de trasparencia, pero donde también se encuentran los riesgos de estar jugando, él y su equipo, con fuego amigo.