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Ajo Blanco/Cuauhtémoc Villegas Durán

Crecí en un país de ensueño. Caminábamos en paz lo mismo en la ciudad que en el campo. La niñez, lejana ya, solo recuerdos de una ciudad, Guadalajara con colonias sin autos y escasas patrullas. Los mexicanos andábamos armados lo mismo en la ciudad que en el campo. Yo nunca lo hice en la ciudad pero si en el campo, amaba la cacería y andaba por los montes y sierras en paz, de día y de noche, desde un rifle de coitas hasta un 30-06 llamado “el Obispo” que fue usado en la revolución cristera por las tropas del ejército y los agraristas.

Desarmados pero tomando cerveza o tequila podíamos amanecernos en el pueblo sin que la policía nos molestara. Sólo nos saludaban, eran gente del pueblo que conocíamos de toda la vida. Cuando íbamos al rancho mi padre cargaba en su camioneta su rifle 22 que nos robaron unos pescadores de un rancho cercano. Nunca tuvo problemas, una vez solamente en el retén de Los Camachos le quitaron una caja de balas 22 muy molesto reclamó y le dieron un vale. A un cuñado mío que imprudente se puso a cazar junto a la carretera lo detuvieron unos judiciales. Nada pasó tenía permiso de cacería, pertenecía un club cinegético. Por las noches nos cuidábamos de no dejar ver nuestra luz en la cabeza para evitar al policía. Nunca nos molestaron. Incluso dormíamos tirados en el campo esperando que la luna llena se fuera para cazar.
Luego deje la cacería porque entendí que es cuestión de supervivencia y que los animales deben vivir, no se diga las aves que no deben matar para evitar atraer un mal karma.
Murió mi padre y el rancho quedó en el olvido. Los guayabos se secaron poco a poco y algunos sobrevieron algunos años hasta morir todos. Luego se fue mi madre que me dejó el rancho por ser el más pobre de la familia. Iba ocasionalmente, allá cada mes y me quedaba una semana.

Después vine a Aguascalientes a vivir y separado del rancho solo por la sierra fría y a menos de dos horas, no salía de allí.Primero Carlos Salinas reformó la constitución y los Medina (parientes de Amalia García Medina y amigos de Ricardo Monreal), los caciques del pueblo empezaron a comprar tierras en el ejido de manera ilegal.

Luego Felipe Calderón empezó su guerra con la finalidad de entregar los recursos energéticos y las tierras de del país alas transnacionales: llegaron los zetas y se establecieron en Fresnillo donde el cacique es Ricardo Monreal, que entonces gobernaba todo el estado. Nada hizo e incluso se involucró con ellos a través de su secretario de Desarrollo Social, Carlos Lozano de la Torre quien le autorizaba los saqueos y las devastaciones de tierras para plantar agave azul tequilana y crear supuestos mezcales (en realidad tequilas como el Antonio Aguilar que luego promovió en la feria de San Marcos ya siendo gobernador su amigo Lozano de la Torre. Fresnillo llegó a ser uno de los territorios zetas más importantes del país

Hoy, México vive en guerra aunque los gobiernos lo nieguen y es imposible salir a las calles sin que los delincuentes o la policía se cercioren. Los policías de aquí y de allá matan personas por cualquier motivo y no se diga cuando siguen instrucciones de la mafia o de los políticos. Es imposible no ver una patrulla. Si estás armado ya no te quitan el arma, te golpean y te pueden entregar a la policía como criminal o la mafia para tortura y saber para quien “trabajas”. Ambos bandos viven paniqueados. Para la policía y los militares la población toda, es su enemiga. A todos nos cuidan y a todos nos vigilan. En todas las comunidades de Zacatecas in constitucionalmente, el ejército desarmó a los habitantes. Llegaban y les quitaban hasta los rifles de munición para dejarlos indefensos ante el estado y ante el narco.
Hoy, todas las policías locales y fuerzas federales en Zacatecas sirven al narco. En el pueblo ya los policías no son de allí, el narco los mueve de municipio en municipio según sus intereses y así, desconocidos hacen justicia cuidando “la plaza”, mientras patrullas de narcos cuidan los pueblos. Nadie se escandaliza. El estado mexicano no hace nada. Involucrados caciques , empresario s y políticos de todos los partidos, los mexicanos quedan indefensos.
Periodistas son censurados, asesinados y son encarcelados por los gobernantes en turno desde munícipes hasta la presidencia de la república empapados en la corrupción y el neoliberalismo fascista, militarista, policíaco que recuerda a las SS, la policía nazi desangro a Europa, Asia y África en la Segunda Guerra Mundial.

Nadie puede comprase algo, obtener algo sin que te acusen de de ganarlo por las malas. La ciudadanía está dividida y unos se acusan y se señalan entres si mientras lo que mueven los hilos del poder, felices, son protegidos por decenas o centenares de guardias pagados con los impuestos que sólo aplican para los pobres, para los trabajadores, jamás para los políticos o las grandes empresas que sólo obtienen dividendos y canonjías. Todas las facilidades mientras el encarecen todos los servicios y monopolizan los alimentos. Justicia para ellos, jamás para los pobres. Crece con el Estado policíaco la pobreza y la desigualdad social y hace que políticos y empresas acumulen poder y dinero mientras exprimen y reprimen hasta el genocidio a los mexicanos.

Ay México.