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Reinaugura el presidente Enrique Peña Nieto una planta de tratamiento de aguas negras sin verificar si el ducto emisor que se interna en el mar está en buenas condiciones; 227 millones de pesos no les alcanzaron para pagar una brigada de buzos que realizaran la inspección

Nelda Ortega/Río Doce

Enrique Peña Nieto llegó a Mazatlán para entregar lo que le hicieron creer: la ampliación y modernización de la planta de tratamiento El Crestón en la que se invirtieron poco más de 227 millones de pesos.
El gobernador del estado, Mario López Valdez, y el alcalde Carlos Felton, compraron el discurso oficial de que el vertimiento es en beneficio de las playas y ecosistema de la bahía, cuando ni la propia Comisión Nacional del Agua (Conagua) tiene la certeza de que el emisor que conduce las aguas tratadas cumpla con la función para lo cual fue diseñado hace 30 años.
David Korenfeld, titular de la Conagua, intentó explicar técnicamente qué era lo que se estaba entregando en esos momentos luego de la inversión millonaria en su ampliación, rehabilitación y modernización.
“Esta planta con responsabilidad y cumplimiento de norma, no descarga directamente aquí a la bahía porque los sólidos suspendidos quedarían muy cerca y la propia marea arrastraría toda la descarga hacia la propia bahía”, expuso.
Ante representantes del sector empresarial, político y social del sur de Sinaloa, indicó que la descarga de aguas residuales se hace a 800 metros de distancia y a 17 de profundidad por medio de un emisor submarino.
“Para que tengan una coexistencia con el tema marino y puedan hacer una integración total que no tenga el mínimo contaminante la bahía de Mazatlán; esto quiere decir que esta planta es eminentemente para servicios turísticos, porque su posición hace imposible que esta agua se pueda utilizar para otro uso, de caso contrario esta planta tendría que hacer un balance integral con las otras dos para lograr mandar más tratamiento a las otras dos plantas, pero eso será un tema que estamos analizando con el Ayuntamiento”, indicó.
El funcionario fue más allá y dijo que la intención de la Conagua es acompañar a los municipios en el proceso de operación de las plantas y garantizar que lo hagan con calidad para darle la certeza a miles de turistas y locales, que es un lugar seguro.
“Este es un lugar 100 por ciento seguro y no hay descargas al mar de ninguna agua que no haya sido tratada”, aseguró.
En medio del mal olor que nadie ignoró, David Korenfeld expuso que el primer uso que tienen en el país las plantas de tratamiento es el reuso del agua y el segundo, más avanzado, es el intercambio; dejar de utilizar agua potable para poder utilizar agua tratada.
Pretendiendo deslumbrar con la producción audiovisual y toda la parafernalia instalada en el ambiente fecal, el gobierno federal proyectó un video en el que aseguró que la planta puede tratar un volumen escalonado de 900 litros de agua por segundo que será vertida al mar con una mayor calidad en beneficio de las playas y ecosistema de la bahía, pero omitió hablar sobre el estado del ducto que lleva esos contaminantes a la bahía.

Resolución RDA 5582-13 MEPJZ-1

Del emisor submarino
Si bien el 11 de febrero del 2014 la Conagua informó que los 227 millones de pesos sirvieron para elevar el tratamiento de agua a un segundo nivel denominado dual, integrado por filtros rociadores y lodos activados, también reveló que desconoce el estado real en que se encuentra el emisor submarino.
Especula, por lo que se ve de manera superficial, y pone en evidencia que en la inversión no incluyó la parte más sensible que han observado durante años los prestadores de servicio, investigadores y ambientalistas: la contaminación de la bahía y el riesgo sanitario de las playas utilizadas para fines de recreación.
Y es que de manera reiterada las autoridades de los tres niveles de gobierno, principalmente el municipal, han defendido la tesis de que el emisor submarino permite que el agua tratada sea vertida a 17 metros de profundidad y 800 metros de distancia, pero nadie habla de su correcto funcionamiento.
Ante una solicitud de información de Ríodoce a través de la ley de Acceso a la Información, sobre el estado del ducto submarino, la Conagua responde que:
“Se observa la tubería que ingresa al mar, apreciándose al final la pluma de difusión del agua residual tratada; sin embargo, aún cuando la efectividad no ha sido determinada, a la fecha no se ha presentado problema alguno, ya que desaloja los caudales máximos”, cita el documento oficial.
Según el informe de la paraestatal, el emisor que fue construido durante los años 1985 y 1986, se rehabilitó en el 2001, y la vida útil de éste se estima, es de 40 años, “aunque puede ser mayor con un buen mantenimiento”.
De manera contradictoria, y pese a la inversión millonaria, “nadie ha verificado su funcionalidad”, según explica esta dependencia en el expediente emitido con la clave RDA 5582/13.

—¿Quién de Conagua ha verificado la existencia y/o efectividad de este emisor? —se preguntó:
“De Conagua nadie ha realizado buceo para verificar la existencia del emisor submarino, sin embargo en la zona de la PTAR (Planta de tratamiento de aguas residuales) se ve la tubería que ingresa al mar y al final se aprecia la pluma de difusión del agua residual tratada; la efectividad no ha sido determinada, sin embargo a la fecha no se ha presentado taponamientos y desaloja los caudales máximos que se presentan sin problema alguno (…) y cuenta con la funcionalidad del diseño”.
La comisión responsable de vigilar que se cumpla con la Ley de Aguas Nacionales no tiene proyectado que esta planta deje de operar en el mediano y largo plazo porque, por lo menos hasta febrero de este año, no había planeadas más obras de este tipo para Mazatlán que compensen la capacidad de esta planta, e informa que la única obra de alivio ya fue construida, —refiriéndose a la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales Norponiente.

Peña Nieto abrió la llave

De manera simbólica, la reinauguración presidencial consistió en la apertura de una llave que desfogó agua hacia una garza, para observar cómo caía a un canal abierto.
Ofreció incentivos a los municipios para que mantengan la operatividad de las plantas de tratamiento y no sean abandonadas por su alto costo de mantenimiento.
El gerente de la Junta Municipal de Agua, Rigoberto Félix, detalló que la planta ha pasado por diferentes etapas en su nivel de tratamiento.
Al ser inaugurada fue primario, nivel en el que sólo retenía material flotante y sedimentos, siendo llevada esa agua, tal cual, al emisor submarino.
“En años posteriores se mejoró el tratamiento, se agregaron coagulantes que incrementaron la eliminación de contaminantes y se siguió descargando con el emisor submarino”, explicó.
Ese sistema se mantuvo por muchos años, agregó, el problema que se generó con el tiempo fue el incremento en el volumen de agua que llegaba a El Crestón por el crecimiento de la ciudad, alejándose también los puntos de recolección del agua.
Superada en su capacidad y calidad del tratamiento de aguas negras, complicaron su operatividad, indicó.
Con la inversión que se hizo en los últimos cinco años, se mejoró el tratamiento, lo que primero fue un tratamiento primario, y después un primario avanzado, ahora pasa a secundario o tratamiento biológico, mencionó.
“Esto permite llevar a niveles de calidad del agua muy superiores a las que se venían generando”.
Actualmente lo único que se necesita es que las plantas que ya existen, la Norponiente y la de Urias sean utilizadas al 100 por ciento, agregó, y que la Jumapam se fortalezca no sólo con el seguimiento y la asesoría de la Conagua, sino con los estímulos que ya ofreció para el mantenimiento y operación de éstas.