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Por: Iván Páez/Cortesía: Río Doce.

Desde muy pequeña, el gran sueño de Ember Lumen es hacerse cargo de la tienda, a las afueras de Ciudad Elementos, que su padre Bernie construyó por varios años con mucho esfuerzo, aunque antes debe aprender a tratar a los clientes y no molestarse con facilidad. Sin embargo, debido a un problema en una tubería, que ella misma ocasiona al descargar su ira, aparece Wade Ripple, un inspector del ayuntamiento, con la amenaza de clausurar el establecimiento por no contar con los permisos necesarios. Mientras la chica busca que el funcionario invalide las multas y no cierre del negocio, para no decepcionar a su padre, Wade intenta que ella entienda la importancia de ser y hacer lo que realmente desea.

Uno de los atractivos de Elementos (Elemental/EU/2023), dirigida por Peter Sohn, es precisamente ese compendio de propiedades del fuego, agua, tierra y aire, sus ventajas y desventajas, lo que se puede y no hacer con cada uno de ellos, y lo que sucedería si se combinan, sobre todo en el caso de los dos primeros, que representan a los protagonistas de la historia. Desde luego que los efectos especiales y la animación en 2D y 3D empleada en la cinta escrita por John Hoberg, Kat Likkel y Brenda Hsueh, basados en una historia de ellos mismos y del propio Sohn es espectacular, colorida, minuciosamente realizada; registra fielmente cada uno de los objetos y delinea de manera creativa a los personajes en referencia a lo que representan.

Básicamente, la película es una comedia romántica que expone la curiosa y extraña atracción entre Ember y Wade (el fuego y el agua), lo cual implica un enorme problema, porque son de naturaleza distinta y no se pueden combinar. De hecho, una de las reglas de la ciudad en la que viven impide la mezcla de los elementos –interesante y sugestiva reacción de cuando lo intentan.

El filme no pierde la oportunidad de plantear otros asuntos que son necesarios y oportunos, como la migración, y más allá de eso, la segmentación que se deriva a partir de ella: los padres de Ember tuvieron que dejar su tierra y llegar a una ciudad en la que no se habla su idioma y en la que les toca ser parte de un sector relegado. Nada más ilustrativo para plantear una de las problemáticas sociales actuales más fuertes.

Otro aspecto que Elementos presenta de manera acertada es la importancia de que las personas se dediquen a lo que les gusta y no dejen de perseguir sus sueños por cumplir las expectativas y anhelos de otros. El deseo de Bernie es heredar la tienda a su hija para que continue un legado de trabajo, esfuerzo y sacrificio, pero al intentar aceptarlo, ella deja de lado lo que realmente quiere, de ahí el origen de uno de sus mayores conflictos: su imposibilidad para controlar y encausar convenientemente sus emociones.

Elementos no es la mejor película Disney Pixar, pero sí la prueba de que tanto juntas como por separado, la productora/distribuidora y el estudio de animación hacen una de las mancuernas más importantes, destacadas y capaces en cuanto a la realización de películas, que se disfrutan enormemente por lo que implican en lo visual y por las historias que, sin duda, logran la empatía con muchos espectadores. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

Artículo publicado el 25 de junio de 2023 en la edición 1065 del semanario Ríodoce.