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Como parte de un proyecto escolar, con la ayuda de su amigo Jacopo (Emanuele Maria Di Stefano), Leone (Francesco Gheghi) realiza un documental acerca de su estable y funcional familia, compuesta por él y sus dos padres: Paolo (Filippo Timi) y Simone (Francesco Scianna), pero un suceso en una cena especial, hace que el adolescente vea desde otra perspectiva la dinámica de su hogar y replantee lo que desea expresar en el video, a la vez que deja en claro su propia identidad, en lo que Anna (Giulia Maenza), la chica nueva del salón, es muy importante.

La recién estrenada en Netflix, El hilo invisible (Il filo invisibile/Italia/2022), dirigida por Marco Simon Puccioni, es un drama ligero con tintes de comedia, que transcurre de manera fluida, sobre todo porque su historia se vale de estereotipos acerca de problemas de pareja, infidelidad, adolescencia, identidad y primer amor, los cuales hacen que el espectador se refleje más fácil y rápido en una trama de situaciones en las que la mayoría de las personas han estado involucradas.

Si bien la película no es, en realidad, una de las mejores del año ni mucho menos, acierta en algunos aspectos que forman parte del discurso de género que se discute actualmente, con el que se busca se respete la forma de ser de cada quien, y se hagan valer sus derechos y oportunidades en igualdad y equidad con todos, como es el que dos hombres o dos mujeres puedan casarse, criar hijos y aparecer ambos como padres/madres en el acta de nacimiento, como lo es con las parejas heterosexuales.

Con un guion del propio Puccioni y Luca De Bei, la cinta pretende que se entienda ese difícil camino que recorre un matrimonio de dos varones que quieren ser padres a través de la maternidad subrogada; el burocrático y largo proceso para “legalizar” su paternidad; y los señalamientos, cuestionamientos y críticas a las que son sujetos, tanto ellos como su hijo –es común que se piense que los hijos criados en este modelo de familia tendrán la misma orientación sexual que sus padres, por herencia/ejemplo/influencia, y que, con mayor seguridad, duden y cuestionen su sexualidad.

Lo más valioso del filme es que deja claro que no hay riesgo de traumas o conflictos en los hijos de este prototipo, sino todo lo contrario: Leone es un chico funcional, orgulloso, seguro y conforme de tener dos papás –hay quienes justifican la no adopción en parejas homoparentales, con la preocupación de no saber cómo les afectaría a los hijos el no pertenecer a un núcleo tradicional (de papá, mamá, hijo/os).

También, expone que no es propio de un esquema específico que uno de los padres se sienta con el derecho de quedarse con los hijos al acabarse la relación de pareja; que en uno de ellos recaiga la crianza y cuidados de los hijos y/o la proveeduría; y que la infidelidad de uno se justifica porque el otro se centra en los hijos y relega a la pareja.

La película es muy predecible y está cargada de lugares y personajes comunes. Sin embargo, las actuaciones bien ejecutadas, la simpatía Gheghi, la empatía Maenza, las irreverencias de Di Stefano, la “histeria” de Timi, y sobre todo lo pertinente de sus temas, hacen que El hilo invisible valga la pena. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

Artículo publicado el 13 de marzo de 2022 en la edición 998 del semanario Ríodoce.