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La hermanastra fea

Generalmente, el cuento de La Cenicienta, además de belleza insuperable, describe con nobleza, dulzura y pureza de sobra a la doncella que se ve obligada a vivir con la nueva esposa de su padre, una estricta y malévola señora que tiene dos hijas, quienes se quedan muy cortas ante los encantos de su hermanastra, la que, a pesar de los malos tratos que recibe de las tres, no se queja de sus mandatos e injusticias. Sin embargo, en La hermanastra fea (Den stygge stesøsteren/Noruega/2025), escrita y dirigida por Emilie Blichfeldt, las cosas son completamente distintas.

En este caso, Otto (Ralph Carlsson), el padre de Agnes (Thea Sofie Loch Næss), se casa con Rebekka (Ane Dahl Torp), madre de Elvira (Lea Myren) y Alma (Flo Fagerli). Cuando el señor muere de un infarto, Rebekka se queda a cargo de la casa, aunque sin dinero.

Para solucionar este detalle, Agnes y Elvira se preparan para ir al baile donde el Príncipe Julian (Isac Calmroth) elegirá a su esposa.

La primera es muy bella y tiene todas las de ganar. La segunda no es tan agraciada, y se somete a cada cirugía posible, para corregir sus desperfectos.

Al enterarse de los amoríos de Agnes con un trabajador (Malte Gårdinger), Rebekka la castiga sacándola de la competencia, pero la chica busca sus propios medios para desbancar a Elvira, deslumbrar a Julian y quedarse con él.

La esencia de la legendaria historia está presente en la película, pero se distingue por mostrar aspectos más “realistas” y no tan “idealizados” o “romantizados”.

Por ejemplo, si bien, la Cenicienta en cuestión obedece a su madrastra, no lo hace desde la sumisión, sino que se defiende y la enfrenta, así no consiga cambiar las cosas; las hermanastras, sobre todo una, hacen sus maldades a la joven, pero esta no se deja, y pelea para recuperar su lugar; no existe un hada madrina, pero sí el comportamiento natural de unos gusanos que ayudan a reparar un vestido roto en un altercado.

En esta nueva versión, Cenicienta también posee buenos sentimientos, pero eso no significa que no tenga pensamientos y actitudes que la alejen de esa imagen: cuestiona, exige, se defiende y pone todas sus esperanzas en uno de los trabajadores de su padre.

Desde siempre se sabe de la avaricia de la madrastra, de su enorme interés por el dinero, por lo cual quiere emparentar a sus hijas con hombres adinerados, y esta vez, además, no desaprovecha las oportunidades para darle rienda suelta a sus deseos carnales.

Por su parte, la hermanastra que se prepara para estar en el baile y conquistar al príncipe, no es exclusivamente buena o mala, pero quizás sea la más noble, vulnerable o más víctima en la trama.

Con una narrativa atractiva, un ritmo funcional, un guion bien escrito, excelentes actuaciones y una bella fotografía, lo más significativo de esta reelaboración del cuento es la crítica férrea hacia los estándares de belleza, a las modificaciones que las personas hacen de su cuerpo, para encajar, gustar a otros y conseguir sus monetarios objetivos, lo cual, podría relacionarse a las prácticas de una buena cantidad de sociedades actuales.

La cinta en cartelera es realmente explícita y clara al cuestionar hasta dónde son capaces de atentar contra sí mismos quienes buscan la perfección de su apariencia.

Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.