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Si viviera el Ingeniero Heberto Castillo, este 23 de agosto cumpliría 90 años. Falleció el 5 de abril de 1997.
Quienes lo apreciamos por haber estado cerca de él, militando en el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT) lo recordamos con cariño, con mucho aprecio y sobre todo recordamos sus acciones.

No era un dirigente de escritorio, siempre estaba viajando por todo el país, lo hacía en avión, en camión, en carro, de raite, a como fuera. Conocía todo el país.

Podía estar dirigiendo una acalorada asamblea del PMT, y estar simultáneamente calculando estructuralmente un puente, o un edificio. O haciendo un cuadro a lápiz de los actores de la reunión. Era muy bueno para comer, le gustaba la carne asada del Palomar de los Pobres, cuando visitaba Culiacán. Siempre se reunía con la dirigencia estatal en asamblea ampliada, y forzosamente teníamos que llevarlo a las colonias, pueblos o ejidos para conocer los comités de base. Saber si era cierto lo que le decíamos.

Este 23 de agosto estaría cumpliendo 90 años. En algunas partes del país se le recordará con algunos homenajes como en Jalapa, Veracruz, y en la Ciudad de México. El mayor homenaje que se le puede hacer a este mexicano ilustre es contribuir al cambio en beneficio de las mayorías del país, desde la más modesta trinchera que ocupemos en la vida. Buscando ser mejores cada día, planteándonos metas y persiguiéndolas con tenacidad y honradez. Como estudiantes, pues estudiando, como trabajadores siendo responsables con nuestras tareas, como funcionarios públicos, comprometiéndonos con el servicio a los otros y no sirviéndonos.

Fue un hombre polifacético. Como cientos de miles de niños, llevó su alcancía para cooperar al pago, a las compañías extranjeras, por la expropiación petrolera del 18 de marzo de 1938. Siendo un joven veinteañero respaldó las movilizaciones magisteriales, de ferrocarrileros y de médicos, en los años 50 y 60 del siglo pasado. En sus treinta formó parte de la dirigencia del Movimiento de Liberación Nacional, fundado por el general Lázaro Cárdenas.

En la cuarta década de su vida fue dirigente del movimiento estudiantil de 1968 al incorporarse a la Coalición de Maestros. Junto con Demetrio Vallejo, líder de las huelgas ferrocarrileras 1958-59, formó el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT). Impulsó la formación del Partido Mexicano Socialista en 1987 y en 1988 declinó su candidatura presidencial a favor de Cuauhtémoc Cárdenas.

En su sexta década de vida, entusiasta, impulsó la formación del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y desplegó intensa actividad por lograr un acuerdo pacífico del conflicto armado en Chiapas. Fue diputado de 1985 a 1988, cargo que dejó para ser candidato presidencial del Partido Mexicano Socialista, falleció siendo senador de la República.

FOTO: ARCHIVO /ELOY VALTIERRA /CUARTOSCURO.COM.-

En paralelo realizó una intensa actividad científica. En 1959, cuando tenía 31 años, desarrolló la teoría de “Variantes Estructurales” que tiene que ver con propiedades intrínsecas de las estructuras, sobre todo su resistencia a los sismos. La tridilosa (1966) es una estructura cuya cualidad más destacada es que puede ahorrar un 66 por ciento de hormigón y hasta un 40 por ciento de acero, porque no necesita ser rellenado de hormigón en la zona de tracción, solamente en la zona superior de compresión.

Heberto Castillo Martínez fue un hombre universal, inquieto intelectualmente, como cualquier hombre del Renacimiento. Agitó el mundo de la ciencia con sus teorías, escribió sobre historia, economía, filosofía, política, cultivó la pintura, el dibujo, fue maestro y legislador. Pero no fue sólo un teórico, fue un hombre de acción. Siempre llevó a la práctica sus ideas, ya fuesen científicas, estéticas o políticas. Algunas ocasiones tuvo éxito, otras fracasaron o cometió errores. Pero en todas sus acciones siempre tuvo un objetivo claro: buscar los cambios en beneficio de la sociedad. Ese fue el bien supremo, la estrella polar a la que subordinó su interés o aspiración personal y entregó su energía y pasión vital. Fue un hombre creyente de que son los principios éticos los que deben ser el impulso de la acción humana, en cualquier campo de su actividad.

Fue un visionario, pronosticó el fracaso de la política petrolera impulsada desde el gobierno de López Portillo hasta el presente. Vislumbró la crisis de la globalización económica, cuando ésta balbuceante se presentaba como alternativa única de desarrollo. Auguró la necesidad de diversificar las fuentes de producción de energía.

Qué feliz hubiera sido Heberto si hubiera visto el triunfo arrollador de Andrés Manuel López Obrador, este pasado 1 julio.
Algunos datos de este artículo fueron proporcionados por Javier Santiago, en una de sus publicaciones.

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Twitter: @riosrojo

Artículo de opinión publicado el 19 de agosto de 2018 en la edición 812 del semanario Ríodoce