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jovenesUnos 340 mil mexicanos, casi todos jóvenes, habrán muerto al finalizar el sexenio de Peña Nieto

Río Doce.- Al finalizar el sexenio de Enrique Peña Nieto, se calcula que unos 340 mil mexicanos, casi todos jóvenes entre 14 y 30 años, habrán muerto víctimas de la violencia criminal que se instauró desde el sexenio de Felipe Calderón.

Esto se desprende de un análisis de investigadores sociales que coincide con estimaciones del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) y la UNAM.

Sumados los dos sexenios, las cifras que estiman los institutos de investigación superior, son alarmantes, dice el investigador de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), Carlos Fazio.

Señala que desde diciembre del 2006 a Marzo del 2012, el Jefe del Pentágono de los Estados Unidos, al salir de una reunión con el Gabinete de Seguridad Nacional de México, estimaba en 150 mil la cifra de muertos.

Los cálculos que se hacen en los institutos y centros de investigación citados y con el cual coinciden investigadores del tema, es que entre 2006 y 2018 México habrá perdido a unos 340 mil mexicanos, de los cuales muchos están en edad cronológicamente infantil.

Asegura que esta mal llamada “guerra contra las drogas” es tan solo un disfraz. El componente del crimen organizado tiene que ver con una guerra por la territorialidad donde las economías trasnacionales necesitan apropiarse y ejercer el control sobre ciertas regiones del mundo para abastecerse de recursos naturales indispensables en estos escenarios de guerra que trae el siglo XXI.

Quienes están detrás de esta violencia criminal que está matando a los jóvenes mexicanos, enrolándolos en la delincuencia, son los que han construido esos enemigos internos como el narcotraficante, el populista radical, el terrorista, para infundirle el miedo a la sociedad a través de mercenarios, militares o sicarios que utilizan para apropiarse de los recursos que tienen los territorios, como es el caso de los energéticos y el agua.

Destaca el investigador uruguayo, que esta “limpieza social” ejercida contra los jóvenes que son el eslabón más frágil, está muy vinculada con la aparición de los Zetas, organización criminal que surge en la zona de Veracruz y Tamaulipas, donde se concentra toda la infraestructura de Petróleos Mexicanos y los yacimientos más ricos de petróleo, que ahora se están concesionando a las trasnacionales.

Y lo mismo ocurre en estados con marcada presencia de la organización criminal, como Coahuila, Nuevo León, Chihuahua y esa región denominada la “Cuenca de Burgos”, que almacena las reservas de gas natural más importantes en el país.

Simultáneo a estas masacres que retratan asesinatos, desapariciones masivas de personas, desplazamientos, en el 2008, el ex presidente Calderón suscribe con George W. Bush un acuerdo sobre frontera segura del Siglo XXI, que incluye como prioridad la interconexión energética —electricidad, gasoductos y petroductos— entre ambos países.

¿Cómo explicarse que al momento de firmar ese acuerdo, los Zetas estén operando en esa región? ¿A qué responde esta violencia?, ¿Serán realmente los Zetas los que promueven esta violencia?, se cuestiona.

Lo preocupante es que en Sinaloa, en Michoacán, en Guerrero, Chihuahua y otros Estados, la cifra de jóvenes muertos y vinculada con actividades criminales, es creciente y alarmante. Ahora están apareciendo jóvenes muertos y no por estar dentro del crimen organizado, sino hombres y mujeres que lideran protestas sociales contra los proyectos de muerte asociados con la extracción de metales, represas, extracción de gas natural, y que intencionalmente aparecen vinculados a la criminalidad.

Y en este escenario de apariencia criminal y de montaje de enfrentamientos, se están registrando muertes selectivas, de defensores de los derechos humanos, ambientalistas y jóvenes que incursionan en la resistencia social contra el despojo o la desposesión de los bienes que han sido patrimonio de sus poblaciones locales.

Se están creando “máquinas de guerra” que aglutinan a agentes estatales y civiles que interactúan para ejercer la violencia contra las poblaciones de zonas estratégicas, tanto en México como en otros países donde hay hidrocarburos, biodiversidad, minerales que el vecino país requiere para una eventual emergencia mundial.

Para corroborar esta hipótesis sobre la presencia de intereses de las compañías trasnacionales como elemento detonador de la violencia en distintas regiones del país, Carlos Fazio expone que no es casualidad que las regiones geo estratégicas para las firmas extranjeras, estén siendo las más sacudidas por la violencia. Primero el eje Tamaulipas-Veracruz y la Cuenca de Burgos.

Luego la zona Guerrero-Michoacán y ahora la excusa de los cinco militares muertos en la zona del triángulo dorado, se percibe una intención de militarizar la zona incluso en áreas donde no llegaba este tipo de violencia, justificando la detención del Chapo Guzmán, el secuestro de sus hijos, y ahora el enfrentamiento con militares.

Ahora, Sinaloa y los estados del noroeste son el nuevo foco donde se tiene que preparar a un nuevo enemigo para justificar la violencia por los intereses que hay en el agua, la minería, los valles agrícolas y los recursos y depósitos que almacena el fondo marino del Mar de Cortez, desde energéticos hasta biodiversidad.

Esto ilustra esa reconfiguración de nuevos territorios para los nuevos negocios de las grandes corporaciones.

Y de acuerdo con la declaración vertida por el Secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, al referirse como “bestias criminales” a los que participaron en la emboscada contra los militares muertos el pasado 30 de septiembre, el catedrático universitario advierte que se anticipa una nueva fase de violencia en esa zona del triángulo dorado, que incluye Durango, Chihuahua y Sinaloa.