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El Tres Marías, de la Marina Armada de México, transportó a las Islas Marías a presos como Gallegos, Raffles, la Madre Conchita, José Revueltas y otros famosos de la historia de México. Foto: Exclusiva Objetivo7fotógrafos/Roberto Alexander.
El Tres Marías, de la Marina Armada de México, transportó a las Islas Marías a presos como Gallegos, Raffles, la Madre Conchita, José Revueltas y otros famosos de la historia de México. Foto: Exclusiva Objetivo7fotógrafos/Roberto Alexander.

Las naves de los criminales

Objetivo7/Cuauhtémoc Villegas Durán.

Naves que llevaron del Continente a las Islas Marías los más sanguinarios criminales y a los jóvenes opositores que buscaban la democracia en México desde las armas o posiciones políticas como el Partido Comunista, los barcos El Tres Marías, Washington y Progreso fueron barcos-presidios.

Del acervo histórico de la agencia de fotografía Objetivo7fotógrafos extraemos una foto exclusiva de uno de ellos, la embarcación Tres Marías, obra del fotógrafo de la Colonia Penal del Pacífico, el ladrón Roberto Alexander Hernández, El Raffles, como otra de nuestras exclusivas para los lectores de objetivo7.press.

De Mazatlán a la isla Madre, donde se encuentra el que entonces se llamaba la Colonia Penal del Pacífico y viceversa, fue el vaivén de estos barcos que describió el escritor José Revueltas como nadie, al narrar una guerra de mierda en la bodega del navío mientras que el ladrón y artista Raffles, el Ladrón de las Manos de Seda en sus Memorias no se quedó atrás con su breve descripción en la que un sujeto rocía de vómito a otros compañeros de viaje y presidio.

La ruta la cubrían los barcos Washington y Tres Marías, de la Armada de México quien era la encargada del transporte de personal, servidores públicos, presos, bienes de producción y consumo (García Ramírez, Sergio. La Colonia Penal de Islas María vida y milagros. http://bibliohistorico.juridicas.unam.mx/libros/2/756/33.pdf)
Apunto de sucumbir estuvo en el penal pero el ex gobernador de Jalisco, don Margarito Ramírez, director del penal puso a presos y militares a amarrarlo a los gigantescos árboles tropicales para ponerlo a salvo en medio de una tifón que dejó destrozado el penal.

En otro mar que no fue el suyo, el el Océano Atlántico, en el puerto de Tampico, según el Raffles, el navío vio sus últimos días:

“Se nos ordenó que bajásemos del tren y debidamente escoltado, fuimos conducidos hasta un barco demasiado mugroso, que poco después supe que se llamaba Progreso, que actualmente se encuentra encallado en la escollera norte del puerto de Tampico, en donde se nos metió como si fuésemos esclavos, a las bodegas, en donde el solamente al verse tal situación, alojados en el casco de acero de esa nave demasiado roída por la acción del líquido elemento, que cimbrándose pareció que bailoteaba cada uno de nosotros, nos quitamos las camisas y camisetas, algunos únicamente se quedaban en calzoncillos, ya que el calor que allí hacía era sofocante. Yo me tendí boca arriba, tratando de olvidar, cerré los ojos, esperando hora tras hora la salida de la nave acuática que ya se tardaba… por fin, el silbato del buque anunció que se disponía a zarpar y así se escuchó el chirriar de cadenas que levantaba el anclón, así como la tripulación empezó a efectuar las maniobras y poco a poco las propelas fueron empezando a moverse impulsadas por las máquinas que producían un verdadero ruido infernal, momentos después nuevamente volvió a sonar el silbato del barco, indicando que se encontraba libre de sus amarres y que sólo esperaba la orden de las autoridades para partir hacia su destino… y así, por fin enderezó la proa hacía la inmensidad del océano, mientras el timonel hacia el rumbo que había tomado, el destino del Progreso…”