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20minutos.es.- La suspendida presidenta de Brasil Dilma Rousseff ha presentado este lunes sus alegatos finales en el juicio político que le puede costar el cargo y soportó un bombardeo de preguntas de senadores que piden su destitución y que, según sus palabras, sabían a “injusticia”, afirmando que el Senado “está a un paso de concretar un verdadero golpe de Estado”.

La comparecencia de la presidenta concluyó de madrugada tras casi 14 horas en las que respondió las preguntas de los 48 senadores que se inscribieron para hablar. Queda para este martes el debate previo a la votación final.

Rousseff compareció al Senado por primera vez desde que, el 12 de mayo pasado, se instauró el juicio político y fue suspendida del cargo, que asumió su entonces vicepresidente Michel Temer, quien seguirá en el poder si ella finalmente es destituida esta misma semana.

En su primera comparecencia del proceso ante los 81 senadores, constituidos en tribunal, Rousseff denunció “el gusto amargo y áspero de la injusticia” y avisó de que debían esperar de ella el “obsequioso silencio frente a los cobardes que pretenden atentar con el estado de derecho”.

En un duro, denso y firme pero sereno discurso político, en el que también apeló a lo emocional y en el que sólo por momentos se le quebró la voz, Rousseff insistió en su inocencia y aseguró que, en el ejercicio de su mandato, cumplió con rigor con el “compromiso de defender la Constitución” y las leyes. No lucho por mi mandato, vanidad o apego al poder. Lucho por la democracia, la verdad y la justicia”No lucho por mi mandato, vanidad o apego al poder. Lucho por la democracia, la verdad y la justicia”, declaró desde la tribuna del Senado, en un discurso de unos 45 minutos, leído en pie en medio del completo silencio del pleno del Senado dirigido por el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lewandowski, garante constitucional del proceso.

Rousseff volvió a descalificar los cargos que la señalan de haber incurrido en maniobras ilegales para “maquillar” los presupuestos y reiteró que ha sido “acusada injusta y arbitrariamente” para darle viabilidad a “un golpe” promovido por la elite política y económica. Insistió en que ha llegado al borde de perder su mandato sólo por una “conspiración” que empezó a cuajarse cuando, en octubre de 2014, fue reelegida para un segundo mandato.

La presidenta volvió a proponer un plebiscito para que la sociedad se pronuncie sobre un anticipo de las elecciones previstas para 2018 y hasta dijo que podría recurrir a la Corte Suprema si el Senado se decanta por su destitución. Cuando habían transcurrido las primeras diez horas de preguntas, para las que se inscribieron 51 de los 81 senadores, sólo 33 habían participado, por lo que se calculaba que la audiencia se prolongaría hasta entrada la madrugada de este martes.

Un “pretexto” para derribar políticas sociales En su discurso y en el interrogatorio posterior, por momentos pareció dar por perdida la batalla y hasta se refirió en pasado a su gestión de Gobierno, como cuando repasó las mejorías sociales que “se alcanzaron y ya no podrán continuar”. Según Rousseff, las acusaciones son meros “pretextos” para que se impongan políticas que “atentarán contra los derechos sociales” que los brasileños “conquistaron” desde 2003, cuando llegó al poder su antecesor y padrino político Luiz Inácio Lula da Silva, presente en las tribunas del Senado.

“La posibilidad del impeachment se convirtió en un asunto central en la pauta política y de parte de la prensa apenas dos semanas después del inicio de mi segunda gestión”, que comenzó en un “clima de permanente riesgo político provocado por la oposición”, dijo Rousseff, quien afirmó que entonces comenzó a gestarse “el golpe”.

La mandataria, suspendida de sus funciones desde mayo pasado, también hizo un repaso de su vida política, que comenzó durante la dictadura, vinculada a grupos que se alzaron en armas contra el régimen y que la llevó a la cárcel, en la que confesó haber “temido” por su vida “las secuelas de la tortura”, pero dijo que no cedió. Afirmó que ahora se pretende someterla a “la pena de muerte política” y que está por segunda vez frente a un tribunal.

Sufro de nuevo con el sentimiento de injusticia y el recelo de la que democracia sea traicionada”La primera vez fui condenada por un tribunal de excepción y de ello quedó una foto en la que miro de frente a mis verdugos con la cabeza erguida, mientras ellos se escondían”, recordó. “Hoy no hay prisión ilegal, no hay tortura, mis jueces llegaron aquí por el mismo voto popular que me llevó a la presidencia y les tengo el mayor respeto por eso, pero los sigo mirando con la cabeza erguida y sufro de nuevo con el sentimiento de injusticia y el recelo de la que democracia sea traicionada”, declaró.

“Todos seremos juzgados por la historia”, apuntó la mandataria, quien recordó que superó la tortura y un cáncer que le hicieron temer por la vida, pero que hoy sólo teme “por la muerte de la democracia”.

También condenó el “machismo” que, en su opinión, “guía este proceso” y envió un mensaje de agradecimiento por el apoyo que ha recibido de las brasileñas en su condición de “primera presidenta de este país”. Criticó asimismo que, en el Gobierno interino de Michel Temer, que la sustituye por ahora en forma temporal pero seguirá en el poder en caso de su destitución, “no hay mujeres ni negros”, lo cual “refleja el profundo desprecio” de la elite económica y política de Brasil que “pretende hacerse con el Gobierno”.

Temer, a la presidencia

Su vicepresidente, Michel Temer, ha ejercido como presidente interino desde mediados de mayo, cuando Rousseff fue suspendida después de que el Congreso resolvió continuar con el proceso de juicio político que comenzó en la Cámara baja.

Si el Senado condena a Rousseff el martes o el miércoles como se prevé, Temer, de 75 años, será confirmado como presidente durante el resto de su mandato hasta 2018. El presidente interino se ha comprometido a adoptar medidas de austeridad impopulares para frenar un creciente déficit fiscal que costó el año pasado a Brasil su calificación de crédito de grado de inversión.

La comparecencia de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, en el proceso que le puede costar la destitución concluyó hoy y el Senado dejó para este martes el debate previo a la votación final. La intervención de Rousseff ante el Senado se prolongó durante casi 14 horas, tiempo en el que respondió las preguntas de los 48 senadores que se inscribieron para hablar.

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