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La tierra está constituida por regiones aproximadamente, concéntricas, cuya región más externa, llamada litosfera, tiene un espesor de aproximadamente 100 kms y la rodea como una cáscara. La litosfera no es contínua sino que está dividida en varias regiones o placas tectónicas que se mueven en direcciones diferentes. Esto es posible porque en los bordes de algunas placas se esta creando nueva litosfera y en otros la placa penetra dentro del interior de la tierra. El movimiento de las placas es de algunos centímetros por año (fig. 1). Si una placa se mueve en dirección contraria a la de otra placa como en la figura l, una de ellas cabalga sobre la otra y se forma lo que se conoce como una zona de subducción. El movimiento de una placa bajo la otra no es contínuo pues la fricción entre ambas evita que este desplazamiento sea un proceso continuo. El esfuerzo se acumula de esta forma hasta que alcanza un límite en que es mayor que la fuerza de fricción entre las placas y se produce un deslizamiento súbito que produce las ondas sísmicas o vibraciones del terreno que constituyen el temblor o terremoto. Este mecanismo se da entre placas que tienen un movimiento relativo perpendicular entre si. El mecanismo es similar cuando las placas se mueven en direcciones paralelas o subparalelas como en la falla de San Andrés (fig. 2). De hecho, el mecanismo descrito se observó por primera vez en esta falla, ya que esta se aprecia en la superficie.

Las causas de los movimientos de placa se desconocen. Se conjetura que se deben a lentas corrientes de convección que afectarían al interior de la tierra y desde luego también a su corteza externa. Cada celda de convección arrastraría un segmento de la superficie: de ahí que diferentes placas tengan movimientos a veces encontrados. Cuando dos placas vecinas se mueven en dirección contraria se produce como ya se ha mencionado la subducción, es decir, una placa se sume debajo de la otra, como ocurren en la costa sur de México. La frontera o el contacto entre estas dos grandes placas es una gigantesca falla o sistema de fallas donde cada movimiento repentino, como se ha visto, es un temblor. De esta manera, el motor de los sismos sería el mismo que origina el cambio geológico: sin él no tendríamos montañas ni valles, mares y atmósfera, o vida sobre la tierra.