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ADN.- adicción a la comida dulce y grasosa podría atribuirse a la ingestión regular de alimentos apetitosos que generan cambios en la conducta y en la actividad neuronal semejantes a los procesos de adicción.

Es difícil encontrar a alguien que no guste del chocolate, las papas fritas, el helado, los cacahuates o las garnachas. Para la mayoría, es tal la fascinación por alimentos de este tipo que en muchas ocasiones cae en eventos de sobreconsumo simplemente por placer y no por hambre.

Así lo revela el estudio encabezado por Carolina Escobar Briones con la Facultad de Medicina y el Instituto de Investigaciones Biomédicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Desde hace varios años, la doctora Carolina Escobar Briones ha participado en investigaciones realizadas por la Facultad de Medicina junto con el Instituto de Investigaciones Biomédicas, ambos de la Universidad nacional Autónoma de México, que buscan dar respuesta a la manera en que se origina ese intenso, y a veces irrefrenable impulso por consumir alimentos que se consideran sabrosos, generalmente muy dulces o grasosos.

Sus experimentos consisten, a grandes rasgos, en darles a grupos de ratas de laboratorio un alimento apetitoso, que consiste en un pequeño trozo de chocolate en una ración restringida, diario y a la misma hora por varios días.

El efecto más inmediato y evidente que ha observado durante los experimentos es que poco tiempo antes de que se les entregue la golosina, alrededor de media hora, los roedores comienzan a inquietarse y a buscar el alimento, comportamiento denominado actividad anticipatoria al alimento.

“Observamos que a los pocos días, las ratas empiezan a medir el tiempo, a estar activas y estarnos esperando. No es que tengan hambre pues tienen su comida normal disponible siempre. Cuando llegamos y les damos el pedazo de chocolate se inquietan muchísimo y se lo comen rápidamente”, comentó la también integrante de la Academia Mexicana de Ciencias.

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“Se trata de áreas del cerebro que generan sensaciones agradables, sensaciones que llamamos de reforzamiento, hedónicas”. En estas estructuras, agregó, se echan a andar genes reloj (las proteínas que se fabrican a partir de estos genes son capaces de generar un orden temporal en las actividades del organismo como son la reproducción, la muerte y el metabolismo de las células) que empiezan a ciclar con el ritmo que les establece la llegada del chocolate.

En sus trabajos más recientes, Carolina Escobar y sus colegas están explorando si estos procesos llevan a una adicción por el alimento apetitoso, como el que se da con el consumo de ciertas drogas. “Estamos estudiando si podemos encontrar marcadores de adicción en el cerebro cuando les damos un alimento sabroso de manera regular”.

Para ello, están estudiando la relación entre las orexinas (un grupo de sustancias que se producen exclusivamente en ciertas áreas del hipotálamo, aunque tienen proyecciones a otras partes del cerebro, y que se relacionan con procesos como la regulación del ciclo sueño-vigilia, la ingesta de alimentos, los aprendizajes de preferencias gustativas y la adicción)- y la actividad anticipatoria al alimento de los roedores. Con información de la Academia Mexicana de Ciencias.http://noticias.terra.es/ciencia/cientificos-mexicanos-estudian-adiccion-a-dulces-y-grasas,1bc21fda099a7410VgnVCM4000009bcceb0aRCRD.html