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La mano maestra: Posada era tuvo la calidad de cualquier genio del arte universal. Foto: Objetivo7fotógrafos/Cuauhtémoc Villegas Durán.
La mano maestra: Posada tuvo la calidad de cualquier genio del arte universal, pero su mejor obra no viajó por el mundo en este aniversario y, los críticos de arte se quejan. Foto: Objetivo7fotógrafos/Cuauhtémoc Villegas Durán.

POR CHUS TUDELILLA 29/09/2013

AUTOR José Guadalupe Posada

LUGAR Instituto Aragonés de Arte y Cultura Contemporáneo Pablo Serrano

FECHA Hasta el próximo 15 de octubre

El Periódico de Aragón.- Diego Rivera diferenció dos corrientes artísticas, una negativa, basada en modelos extranjeros, y otra positiva, la del “arte popular” entre cuyos artistas destacó a José Guadalupe Posada (Aguascalientes, 1852-Ciudad de México, 1913), a quien asimiló con Goya, y presentó como revolucionario, guerrillero de hojas volantes y heroicos periódicos de oposición. En su gusto por la invención, Rivera aseguró que Posada había sido su maestro aunque lo cierto es que supo de él después de que Jean Charlot, a su llegada a México en 1921, descubriera los grabados callejeros editados por Vanegas Arroyo y mencionara a Posada. La admiración de los muralistas facilitó la recuperación internacional de su ya olvidada figura, si bien fue Rivera el artífice del mito revolucionario de Posada. En 1947 se retrató de niño con don Lupe, ambos cogidos del brazo de la Catrina, y Frida Kahlo, en el mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda. Y el mito revolucionario sigue activo a pesar de las investigaciones de Rafael Barajas El fisgón, que prueban la lealtad de Posada al liberal Porfirio Díaz, aunque denunciara la continua opresión al pueblo.

El museo Pablo Serrano y la ciudad de Aragón: Un mala cura de la obra de Posada. Foto: Panoramio.
El museo Pablo Serrano y la ciudad de Aragón: Un mala cura de la obra de Posada. Foto: Panoramio.

En el libro Posada: mito y mitote, Barajas atiende a su formación como impresor, grabador, dibujante y periodista gráfico en el taller de José Trinidad Pedroza, en Aguascalientes, con quien se trasladó a León en 1872; tras la inundación de la ciudad, en 1888, se instaló en México DF. En todo ese tiempo, Posada colaboró en publicaciones afines, o al menos no contrarias, a la facción de Díaz: El Jicote (1871); La Gacetilla, El Pueblo Católico, La Educación y La Patria Ilustrada, de León; y ya en Ciudad de México: La Juventud Literaria y Revista de México del editor Ireneo Paz, abuelo de Octavio Paz; Gil Blas y Gil Blas cómico de Montes de Oca, o en la hoja volante política La Gaceta Callejera de Vanegas Arroyo. Fue en las hojas volanderas donde Posada destacó porque, como Antonio Rodríguez supo ver, en él se dio “el fenómeno, bastante raro, de un maestro que, poseyendo todo lo necesario para ser un artista culto, académico, aceptado por las elites dominantes, baja a los estratos inferiores para volverse artista del pueblo”.

Su agudeza visual y sentido del humor, unidos a su versatilidad con el dibujo y el dominio de la gráfica, explican que Posada retratara en sus obras el imaginario popular del pueblo mexicano a partir de la adopción de los temas propios de la gráfica liberal: costumbrismo, caricatura anticlerical y las calaveras.

Nadie veló a Posada. Cien años después de su muerte numerosos actos le recuerdan. Entre los más tristes, este que reúne una breve secuencia de originales junto a impresiones digitales en el pasillo del Serrano. Exposición de tono menor e impropia de un museo.
http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/escenarios/jose-guadalupe-posada-artista-del-pueblo_886842.html