0 12 min 11 años
grafico estadisticasSe cumplieron seis meses de gobierno de Enrique Peña Nieto y de la alianza del PRI, PAN, PRD y PVEM que se conoce como el Pacto por México.En solamente seis meses, el Gobierno Federal ha causado ya un daño superior al saldo negativo de 18 años de los sexenios de Calderón, Fox y Zedillo, y sólo es comparable al de Salinas de Gortari en efectos destructivos de los niveles de vida del pueblo, de ataque a los derechos sociales y de pérdida de la soberanía nacional.

Un gobierno para gestionar la crisis capitalista a favor de los monopolios

El Partido Comunista de México señaló ya hace tiempo que nuestro país no está al margen de la crisis general del capitalismo -una crisis de sobreproducción y sobreacumulación-, y que eso marcaría la gestión del gobierno.

La crisis fue negada, afirmando que se trataba de un “catarrito”, que no afectaba a México, que la economía estaba “blindada” para sortear cualquier escenario inestable. Poco a poco no ha quedado más que reconocer que la crisis repercute con fuerza y que está ya instalada en la vida nacional.

La crisis inmobiliaria de México de GEO, Homex y Urbi, al igual que en su día la de sus pares en los EEUU, es sólo la punta del iceberg. La bancarrota de estos monopolios anuncia la quiebra de la industria de la construcción y la desaceleración -como eufemísticamente le llaman a la crisis- de la economía mexicana. Para tener una idea del golpe que éstas quiebras suponen a la economía capitalista, habrá que considerar que la rama de la construcción es la responsable de levantar la infraestructura de un país; que de las 72 ramas industriales existentes, 34 guardan relación con este giro; que hasta el año 2011, la rama de la construcción de vivienda ocupaba a 634,533 trabajadores de manera oficial, siendo más de 1,200,000 hace seis años; y que actualmente las empresas en quiebra deben, en el caso más agudo, 3 pesos por cada 1 peso de capital. La caída del PIB no es temporal y las metas de crecimiento de que tanto gustan hablar los funcionarios del Gabinete se van por la borda.

Del “no pasa nada” de Agustín Cárstens al “no estamos en recesión” de Luis Videgaray, nos resulta evidente el montaje ideológico universal para intentar ocultar las leyes del capitalismo y en consecuencia sus límites históricos. Sin embargo, ello no altera los datos objetivos de la realidad:

El desempleo que afecta ya a más de un millón de trabajadores. Las políticas para desvalorizar el trabajo. La carestía de la vida. Las medidas para el rescate de los monopolios con fondos públicos. En general, una política destinada a que los costos de la crisis recaigan sobre los trabajadores y que los monopolios aseguren y continúen acrecentando sus ganancias.

Es fácil comprender que son las mismas políticas las aplicadas en Grecia, Portugal, Italia, España y en México, pues se trata de una respuesta unificada de las diferentes secciones del capital en la época del imperialismo.

Al tratarse de una ofensiva para desvalorizar al trabajo, en nuestro país se requirió de la “unidad nacional” es decir, de un acuerdo de todas las fuerzas burguesas para la confrontación del capital contra el trabajo. Ése es el gobierno del Pacto por México, presidido por Enrique Peña Nieto: un bloque negro contra la clase obrera y el conjunto del pueblo trabajador.

Pacto contra México, medidas para desvalorizar el trabajo

La crisis del capitalismo coloca las pequeñas diferencias interburguesas en un lugar secundario, y despoja al régimen político de su fachada democrática, pues uniforma a los partidos burgueses en defensa del orden existente.

El Pacto por México empezó a actuar aún antes de anunciarse, y aún antes de que Peña Nieto asumiera como Presidente de la República.

Sus medidas, la Reforma laboral, la educativa, la fiscal, han sido aprobadas con el consenso de todas las fracciones parlamentarias y han tenido una sola dirección: la desvalorización del trabajo. La reforma laboral es la más agresiva medida de los monopolios contra la clase obrera mexicana en toda la historia de la lucha de clases en nuestro país. Es la demolición de los derechos proletarios conquistados con las luchas que arrancan en Cananea y Río Blanco, conquistas que no fueron gratuitas ni graciosas concesiones, sino el resultado de la sacrificada acción de los trabajadores, que en muchos casos tuvo como costo la sangre, la vida, la libertad. Al atacarse los contratos colectivos, el derecho de huelga, el régimen de jubilaciones y pensiones, el salario mínimo, la organización sindical, se ofrecen ventajosas condiciones a los monopolios para asegurar súperganancias y sortear con menor costo la crisis. La reforma educativa es la extensión de la reforma laboral, destinada a anular el contrato colectivo y la estabilidad laboral de más de millón y medio de trabajadores de la educación, con el propósito de que el Estado pueda redirigir fondos sociales para el rescate de monopolios en quiebra. La reforma fiscal apunta al mismo objetivo: serán los trabajadores al pagar el IVA a alimentos y medicinas los que eviten que los monopolios tengan que pagar impuestos. Insistimos, se grava al trabajo en beneficio de un puñado de monopolios como Televisa, TV Azteca, Industrial Minera México, América Móvil, los bancos, las inmobiliarias, etc.

Por donde se vea, se trata de medidas bárbaras del capital, cuyas consecuencias negativas se sufren en lo inmediato y además ensombrecen el futuro de las nuevas generaciones de trabajadores.

Gobierno del hambre y la miseria

Con la demagogia que los caracteriza, los partidos burgueses encabezados por Enrique Peña Nieto han anunciado una “cruzada nacional contra el hambre” pero la realidad es que se acentúa la pérdida del poder adquisitivo del salario, en tanto aumentan hasta en un 400% los alimentos y productos básicos necesarios para la vida diaria de la familia trabajadora. Y la tendencia es la pauperización de la clase trabajadora, que sumada a la extrema pobreza existente ya, que abarca a 60 millones de mexicanos, arroja saldos extremadamente negativos para el nivel de vida del pueblo.

Las políticas de asalto a los derechos, conquistas y nivel de vida de los trabajadores continuarán, pues derivan de la naturaleza expoliadora del capitalismo. El Pacto por México es un bloque negro antiobrero y antipopular que conforma una especie de Estado de excepción, que liquida inclusive la fachada democrática de la dictadura de clase de los monopolios. Esa instancia suprapartidaria reduce a las dos cámaras del Congreso de la Unión a una simple caja de resonancia de las medidas que se deciden por esta junta antiobrera, antipopular y antinacional. El Pacto por México es una especie de Gabinete Ampliado con facultades extraordinarias para decidir sobre las medidas legislativas, militares, electorales (suplantando al desprestigiado IFE) y de Relaciones Exteriores. Se trata de una junta que administra impunemente los destinos de México, y a los que es preciso derrocar. Pero además en escaso tiempo dicho Pacto ya mostró sus límites. Las prácticas electorales viciadas de los partidos firmantes han puesto de manifiesto que todos los partidos cuando son gobierno usan los programas sociales de La cruzada contra el hambre para hacer clientelismo electoral, lucrando con la necesidad de los más pobres del país. Siendo además un instrumentos de chantaje permanente por todos los firmantes, en perjuicio de los trabajadores.

Por su parte, López Obrador no propone en realidad nada distinto al Pacto por México, y varios de sus colaboradores -por ejemplo Mancera, Graco Ramírez, Ángel Aguirre, Arturo Núñez- se han sumado ya a él, sin dejar atrás a sus apenas ayer socios del PRD. El responsable de la seguridad pública, es decir de la represión que desarrolla contra el pueblo, en el Gabinete de Peña Nieto es Manuel Mondragón, quien precisamente con ese mismo cargo era anunciado en el Gabinete de AMLO.

Es claro que la única salida a este ataque contra el proletariado y contra otras capas populares sólo podrá venir del conjunto de los trabajadores mexicanos. Los trabajadores son la clase que puede poner un alto a esta situación de hambre, miseria, desempleo, siempre y cuando se organicen y reivindiquen sus objetivos inmediatos e históricos, por el poder obrero y por el socialismo-comunismo.

La única dirección para una ruptura con este ignominioso gobierno será con características anticapitalistas, antimonopolistas, antimperialistas, por el poder obrero y popular, por el socialismo-comunismo.

En el presente periodo, el Partido Comunista de México dirige la mayoría de sus fuerzas a la urgente formación de células fabriles para involucrar a un número mayor de obreros en la lucha contra el poder de los monopolios; continuará estrechando los vínculos de sus cuadros con las organizaciones de masas, no cejará en sus esfuerzos por confrontar la ideología de la socialdemocracia y el oportunismo que insisten en ofrecer falsas salidas, continuará con el reclutamiento y la preparación en las filas de la juventud comunista, la LJC.

El Partido Comunista de México saluda a los maestros que luchan por cientos de millares contra la reforma educativa, a los campesinos que defienden sus tierras de las mineras y los paramilitares, a los obreros que fábrica por fábrica, rama productiva por rama productiva, van despertando a la lucha contra la aplicación de la reforma laboral.

Esta es una hora de lucha abierta de la clase obrera, del conjunto de los trabajadores, de todos los explotados y oprimidos de México contra el poder de los monopolios, de los de abajo contra los de arriba, y no hay otro camino.

Contra el gobierno del hambre y la miseria nos vamos a levantar.

¡Abajo Peña Nieto y el Pacto contra México!

¡Proletarios de todos los países, uníos!

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.