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militaresbajofuegoArrojan cuerpo en un retén militar en el sur de Sinaloa

LA BURLA

Nelda Ortega/Río Doce

Escuinapa.- En medio de un charco de sangre y un impacto de bala en la cabeza, el cuerpo de Teófilo Ayodoro Uvaldo tomó por sorpresa a los militares que tienen su base en San Miguel de la Atargea.

A ocho kilómetros de distancia de la cabecera municipal, esta comisaría salió de la tranquilidad en la que hasta hace unas semanas vivían sus escasos 80 pobladores.

La mañana del miércoles 22 de mayo, desde temprano corrió como reguero de pólvora que a los “militares les aventaron un muerto”.

Quienes esa mañana salían a trabajar al campo, como todos los días, se encontraron con la escena; vehículos oficiales de los federales y el cuerpo tendido sin vida, solo cubierto con una sábana blanca.

Más de un curioso quiso detener su camioneta para observar a detalle al desconocido, pero al modo, secos y con voz de mando, les pidieron no detener la marcha.

Teófilo Ayodoro Uvaldo tenía 30 años de edad y era originario de Tecoanapa, municipio ubicado al sureste de Chilpancingo, Guerrero; sufrió traumatismo craneoencefálico provocado por la bala, no presentaba signos de tortura, salvo un piquete en la mano derecha provocado al parecer con un picahielos.

Según versiones de los lugareños, el cuerpo “se le cayó” a un tráiler.

Con raspones en el cuerpo que le provocaron el haber sido arrojado desde un vehículo en marcha, según el reporte de defunción, fue llevado a la funeraria en turno en la cabecera municipal de Escuinapa, donde ya fue reclamado por su hermano Venustiano Ayodoro Uvaldo.

La polvareda que dejan a su paso las camionetas castrenses que transitan por San Miguel de la Atargea, mantiene en alerta a sus pobladores, que ven su presencia como una “bomba de tiempo”.

Emilio Rodríguez, comisario del pueblo, donde estima habrá entre 60 y 80 pobladores, indicó que nunca antes se había registrado este tipo de hechos, y que la existencia de los dos retenes, el de la AFI y el del Ejército, no generan tranquilidad.

“La verdad es una ‘bomba de tiempo’, aquí están los soldados, ya ve, un agarre o algo, quienes van a pagar las consecuencias son los que se llevan ahí, la gente; pasa uno (la carretera) a trabajar para allá”, mencionó.

Y es que no es para menos, porque ni la presencia militar, ni la de elementos de la Agencia Federal de Investigaciones que tienen su base a un kilómetro de distancia aproximadamente uno de otro, inspiraron respeto a quienes tiraron el cuerpo del guerrerense.

El punto de revisión del Ejército es el segundo filtro (de sur a norte) por el que deben pasar los vehículos que transitan por este tramo carretero, el primero es el de la AFI. Ahí, los militares revisan uno por uno, incluyendo el equipaje, con un equipo de rayos equis que se instaló para ese fin.

La finalidad de los militares, que están bajo el mando del general Moisés Melo García, comandante de la Tercera Región Militar, con sede en Mazatlán, es revisar minuciosamente cada vehículo y su contenido para evitar el paso de drogas y armas, aunque en las últimas tres dos semanas no han asestado ningún golpe fuerte en decomisos.

Repunte violento en el sur de Sinaloa

La osadía de los que arrojaron el cadáver en territorio resguardado por autoridades federales, no es el único delito extraordinario registrado en Escuinapa.

Le antecede el rescate que un convoy de al menos tres camionetas Liberty de modelo reciente, con hombres armados y encapuchados, hiciera de cinco personas en plena cabecera municipal.

Sin la intervención de ninguna autoridad, se detuvieron frente a las oficinas de la AFI con sede en ese municipio, para llevarse a los nayaritas José Eulogio Ayala Jiménez de 37 años de edad; Héctor Antonio Ibarra Rodríguez de 30; Miguel Ángel Ibarra Rodríguez de 37; Liliana Araiza Guzmán de 20 y de Brenda Félix Delgado, también de 20 años de edad, todos con domicilio en Tecuala, Nayarit.

En la trifulca, un elemento de la AFI también fue privado de su libertad, pero después fue abandonado en las cercanías con el municipio de El Rosario.

Aunque los levantados provocaron la movilización de elementos del Ejército mexicano, Policía Municipal, Policía Ministerial, Policía Federal y agentes y peritos del Ministerio Público Federal, la afrenta ya estaba hecha, y en su propio terreno.

A este evento le siguió el robo de 13 vehículos la noche del martes 7 de mayo a una nodriza, misma que fue abandonada en los límites de Tecualilla y el entronque a Escuinapa.

El modus operandi recurrente en el robo de vehículos, es de hombres encapuchados con armas largas que despojan al conductor de la nodriza para descargarla y abandonarla kilómetros delante de la misma zona.

Ante estos delitos no aislados, ni ocurridos en despoblado, por el contrario, en plena cabecera municipal y otros en terreno con presencia de las autoridades federales, se impone el silencio del comandante de la Tercera Región Militar, el general Melo García.

Si bien el mando territorial del general se extiende a todo el estado de Durango y Sinaloa, es en este donde la ofensiva de grupos delictivos le ha causado bajas con la muerte de militares, entre las que se menciona el deceso de un capitán, en Mocorito, sin que el jefe que los comanda dé la cara ante la opinión pública.

No es esta la primera vez que un grupo armado tira un cuerpo enfrente de instalaciones militares, retando su autoridad. El 18 de septiembre, durante la noche, un grupo de matones al servicio del crimen organizado llegó hasta la entrada principal de la Novena Zona y dejaron el cuerpo de un joven que luego fue identificado como Jesús Enrique Parra Torres, de 29 años y originario de la comunidad de Jesús María, municipio de Culiacán.

Encima del dorso dejaron una hoja con un mensaje: Por dedo EDDY. El comandante de la zona era entonces el general Rolando Eugenio Hidalgo Eddy.