Altares y sótanos/Ismael Bojórquez/Cortesía RíoDoce.
Fue el martes. Alguien me decía que Héctor Melesio Cuen se sentía respaldado por Adán Augusto López y que por eso iría hasta sus últimas consecuencias en la lucha por conservar la UAS; que el líder del PAS les estaba diciendo a sus seguidores que el secretario de Gobernación ya le había dado luz verde para escalar en la lucha por defender la “autonomía” de la casa rosalina, porque el gobernador Rubén Rocha no entendía de otra manera. Yo le decía que en este país no mandaba Adán Augusto, sino el presidente, y que no se me hacía congruente con el papel del secretario, que está para asegurar la gobernabilidad, atizara una hoguera. Y que muy probablemente Cuen les estaba mintiendo a sus seguidores. Algo así. Cerveza Pacífico de por medio.
Minutos después circularían los tuits: Héctor Melesio Cuen es sustituido como coordinador del movimiento “Que siga López, estamos a Gusto”. Un manotazo. Sin pudor, el gobernador anunciando el hecho –que no tiene nada qué ver con el gobierno sino con la lucha adelantada de las “corcholatas” por ganar la candidatura presidencial—como si se tratara de una actividad de rutina del Ejecutivo. Pero más allá de las formas, está el hecho: Cuen Ojeda se quedó solo y la embestida de Rubén Rocha –y parece que ahora también del poder presidencial– para quitarle el control de la universidad, parece diseñada, esta sí, para llegar a su destino. ¿A qué precio? Ya lo veremos, pero no saldrá barato el boleto, como no les ha salido barata la destitución de Jesús Estrada de la presidencia municipal, ni la del Químico Benítez, que no se sabe en qué va a terminar. Buenos operadores, no son y buenos asesores no tiene Rocha –una bola de viejitos, casi todos universitarios que nunca se atrevieron a levantarle la voz a Cuen y mejor optaron por jubilarse.
De las tres pistas en las que se dará esta pelea, se están usando dos, hasta ahora; una, la lucha por la narrativa; hay una especie de toma y daca incesante por la atención pública, en la que ni uno ni otro lado dice siempre la verdad. Se trata de convencer a la opinión pública de que se tiene la razón; uno detenta ilegalmente el poder, en un clásico cacicazgo, y el otro está violando la autonomía universitaria. Y los mensajes llegan no solo a la “comunidad” universitaria, sino al “pueblo” entero, lo cual no es nada desdeñable –en las luchas universitarias de los años 70s y 80s salíamos a volantear a las colonias y a aventar rollo en los camiones urbanos bajo la premisa de que la UAS era del pueblo “¡Únete pueblo, únete pueblo!”.
La otra pista es la legal, que camina sola, y aquí no hay mucho qué decir para alguien que no es experto. Solo que el caso puede terminar en la Suprema Corte quién sabe cuándo. Estamos en tiempos preelectorales y ni a Rocha ni al gobierno federal le convendría llegar al 2024 con un conflicto de dimensiones estatales, una UAS en huelga, por ejemplo. O tomada, como en los viejos tiempos, nada más que las canciones en los campamentos escolares ya no serían de José de Molina, sino de Bad Bunny. Y se cambiarían las tortas por costillas BBQ. Y el café por Red Bull.
La pista que no se ha usado hasta ahora es la movilización. “Nosotros dijimos que no íbamos a iniciar el pleito, les pedimos mucho que no se aprobara la Ley pero lo hicieron, ahora que no se asusten con lo que va hacer la UAS”, dijo el rector, abriendo la semana pasada. Pero más que temeridad, esto mostró desesperación. El que va a pegar, pega, no avisa. Y luego el martes la decisión de Adán Augusto de soltar las manos de Cuen y del PAS. Si el conflicto no estuviera empezando, diría que esto fue definitivo y que el tiempo de Héctor Melesio Cuen Ojeda en la UAS, está contado. Tiene, el gobierno, muchos instrumentos y mecanismos para presionar opositores, y Cuen y el PAS, por mucho de que sigan hablando de Andrés Manuel López Obrador, como “nuestro presidente” y de la Cuarta Transformación como su derrotero, se han colocado del otro lado de la mesa (de hecho, Cuen acaba de declarar que están planeando ir solos para el 24).
Bola y cadena
NO HAY UN SOLO TEMA, EN SINALOA, que no tenga que pasar por la incidencia, poca o mucha, del narcotráfico. Eso ya lo vimos en muchas elecciones constitucionales pasadas. La UAS no es la excepción. Si el conflicto crece y atisban signos de violencia, no se dude que el fenómeno aparecerá de algún modo. Y aquí ya estaríamos hablando de dimensiones incontrolables.
Sentido contrario
ALGUNOS COMENSALES INSISTEN mucho en que Rubén Rocha quiere sacar al PAS de la universidad para meter a Morena. Rocha tiene un compromiso con la UAS con sus seguidores y consigo mismo, ya lo dije, y dudo que esta sea su pretensión. Pero hay que estar atentos. Sería nefasto que esto ocurriera. Se ha manipulado mucho por parte del cuenismo el intento de reforma, con el cuento de que se quiere volver los tiempos de las campañas de derroche, el voto universal, las famosas carnes asadas… No es eso, pero tiene que quedar muy claro. (Ya en Ciudad de México un diputado quiere proponer reformas en la UNAM para regresar al voto universal, con el cuento de que la junta de gobierno que elige cada cuatro años al rector, es “elitista”).
Humo negro
PUES AL FINAL DE CUENTAS resultó que el gobernador estuvo mal informado, pues el grupo Arhe, a través de Operadora Gas Mart, sí fue parte de la red de lavado de dinero de Genaro García Luna, según lo declaró Pablo Gómez, director de la Unidad de Inteligencia Financiera. Y los señores muy orondos, cenando con el presidente de la república y comprando piadosamente cachitos para la rifa de terrenos en Playa Espíritu. Cosas veredes, Sancho.
Artículo publicado el 12 de marzo de 2023 en la edición 1050 del semanario Ríodoce.