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Situado en Aurora, Texas, el dueño del hotel espió a sus clientes durante dos décadas y escribió un diario personal con todas las prácticas. El periodista Gay Talese estuvo en el ático y participó del voyeurismo. En 2013, el voyeur le dio permiso al periodista para contar su historia. ECO Actividad social

“Un hombre casado y padre compró un motel cerca de Denver con 21 habitaciones hace muchos años para poder ser voyeur. Con la ayuda de su mujer, cortó agujeros rectangulares de 15 por 35 centímetros en el techo de más de una docena de habitaciones. Luego cubrió las aperturas con pantallas de aluminio parecidas a las rejillas de ventilación, pero en realidad eran rejillas que le permitían, desde el ático, observar a sus clientes en las habitaciones. Los miró durante décadas y guardó un exhaustivo diario de lo que vio y oyó. Ni una sola vez en todos esos años le cazaron”.

Así arranca el polémico y último reportaje del periodista norteamericano Gay Talese, que publicó esta semana la revista The New Yorker, en el que narra la historia de un voyeur que regentó un hotel en Auroa, Texas en los años setenta y ochenta. El dueño del motel contactó con Talese en 1980, después de leer su crónicas sobre infidelidad, sida y las costumbres sexuales de los estadounidenses en los años cincuenta. Para ese libro, Talese, uno de los más prestigiosos miembros del “nuevo periodismo”, junto con Tom Wolfe, estuvo varios meses en un centro nudista de California para elaborar aquellas crónicas. El propietario del hotel de Colorado le reconoce que lo compró precisamente por su voyeurismo, pero también por un interés sociológico y antropológico de conocer cómo vive la gente. “Lo hice por mi ilimitada curiosidad sobre la gente y no solo por un un voyeurismo insano”.

Talese pudo acceder al diario personal del dueño del hotel en el que recogía cada detalle sobre sus huéspedes: edades, características físicas, procedencia y comportamiento sexual. Entre las relaciones que retrata constan la del jefe con la secretaria, la de parejas en vacaciones, adulterios y lesbianismo, sobre lo cual realizó un estudio independiente. De la homosexualidad dice que no estaba muy interesado, pero aun así prestó atención a su motivación y sus prácticas. El periodista voyeur

El voyeur se jacta de haber visto “todas las emociones humanas, del humor a la tragedia”. De sexo, también dice que lo vio todo, incluidas las más variadas desviaciones y parafilias durante 15 años. Le hizo llegar esa información a Talese con la idea de que pudiera servir para un libro o un estudio de investigación sobre el sexo en América. Tras unos momentos de dudas éticas, Talese cuenta que aceptó una invitación del dueño del motel de pasar unos días allí, en una de las habitaciones no vigiladas, con la propuesta de que le dejaría entrar a su ático particular desde el que se podía ver el interior de los cuartos.

Talese le preguntó en su visita si se sentía mal o con culpabilidad por lo que hacía, pero el voyeur nunca pensó que su actividad podía hacer daño a sus víctimas. Consideraba que satisfacía su curiosidad dentro de su propiedad y que sus clientes nunca sabían que lo hacía, por lo que no se sentirían afectados. El dueño del motel le reconoció a Talese que su mujer siempre colocaba a las parejas que más juego sexual darían en los cuartos con vigilancia secreta. Las habitaciones discretas eran para los ancianos o los feos. El periodista describe también cómo él mismo participó del voyeurismo del dueño del hotel en una ocasión, en la que vio a una pareja teniendo sexo oral. Después, el artículo se centra en la figura del dueño voyeur y en su diario personal en el que relata las prácticas sexuales que espió durante dos décadas.

En una de las ocasiones, fue incluso testigo de un asesinato y no avisó a la Policía en el momento en el que estaba ocurriendo, precisamente por no despertar sospechas sobre su acción. A la edad de 78 años, en 2013, el voyeur le dio permiso a Talese para contar su historia, con nombre y apellidos. Creía que había llegado el momento justo porque ya no podrían denunciarle sus huéspedes . Talese, que estos días se ha visto envuelto en una polémica por sus comentarios machistas sobre el reconocimiento de otras periodistas mujeres, prepara un libro sobre el Hotel Voyeur.

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