“Sólo con la mirada te atraía. Te lo daba todo. Fue un ejemplo para todas las personas tetrapléjicas”. Con estas palabras de fortaleza, Dioniso Moral recordaba ayer por la tarde a su hija de 38 años, fallecida el 2 de agosto en la UCI del Hospital de Navarra, al parecer “por un paro cardiaco”. Ninoska se encontraba desde hace un año “muy delicada”, detallaba su padre, “en un hilo…”. A partir del 5 de diciembre, su salud empeoró tras sufrir una hemorragia. Desde entonces tuvo que ser ingresada en tres ocasiones por distintas complicaciones.
Ninoska nació en Suiza el 5 de febrero de 1976 y vivía en Pamplona desde muy niña. El 21 de marzo de 1983, a causa de un accidente en la calle Iturrama de Pamplona, se quedó en silla de ruedas. Tenía siete años y estudiaba primero de EGB en el Santo Ángel. Regresaba del colegio y al cruzar la calle le atropelló un coche. El impacto le provocó una fractura de las dos primeras cervicales, lo que se tradujo en una tetraplejia de grado máximo (parálisis de las cuatro extremidades). Sólo podía mover la boca y estaba conectada a dos marcapasos, un respirador artificial, un ratón bucal de ordenador, y a la permanente atención de su padre, quien también enviudó tiempo después.
El ansia de vivir de Ninoska le ayudó a aceptar las circunstancias. Se rebelaba contra el olvido de quienes no hacen nada por ayudar a las personas con tetraplejia. “Sí, quiero vivir, pero yo sola no puedo y a los gobiernos de este país no parece importarles lo más mínimo. Quiero que se hable de nuestras necesidades”, expresaba en una entrevista en este mismo periódico.
Ninoska se licenció en Periodismo en la Universidad de Navarra y sacó algún curso de Derecho. Escribía en el ordenador con la boca, mediante un “ratón” adaptado. Por su trayectoria, fue distinguida con el premio Valor Joven 2003 del Gobierno de Navarra. No se consideraba un ejemplo para nadie. “Hay muchas personas que pueden merecer esto más que yo”, dijo el día que la premiaron.