Reportaje/foto: Río Doce
Cuando la Policía y el Gobierno de Ahome pensaban que habían controlado las calles, tras casi acabar con el clan doméstico de Los Mazatlecos, en una lucha de dos años que llevó a la tumba a 14 policías preventivos y a más de 25 estatales, la violencia ha vuelto a explotar, ahora atribuida a un grupo cuyo líder se hace llamar el Dos Letras.
En el mordisco violento para dejar su firma con sangre y declarar abiertas las hostilidades contra el jefe de la Policía Municipal, Jesús Carrasco Ruiz, a su subdirector “N” Medina y a su coordinador del Grupo de Operaciones Tácticas Especiales “N” Piña, este grupo, que se autodenomina La Mochomera, abandonó en la zona industrial sur de la ciudad una camioneta Cherokee color negro, modelo 1999, con placas para circular VMV 7231 del estado de Sinaloa, la cual fue robada con lujo de violencia el lunes 8 de abril en calle 13 entre Sabino y Maquicoba, en Juan José Ríos, Guasave.
A bordo de la unidad, seis cuerpos fueron apilados. Eran los cadáveres de Luis Rey Ramírez Guerrero, el Pili, de 33 años de edad, Jesús Osorio Valenzuela, elChuy Poros, de 44, ambos de Juan José Ríos; Arturo Andalón Miranda, el Wico, de 33 años; Leonard Romero Aguilar, de 22 años, el Leonard, y el de Sergio Valenzuela Aquí, el Checo, de 19 años, estos últimos de Mochicahui.
El sexto cuerpo no ha sido reclamado, según la Subprocuraduría Regional de Justicia. Todos ellos fueron asesinados con balazos en la cabeza, luego de haber sido sacados de sus casas por un comando que vestía de camuflaje y que los privó de la libertad.
Los cuerpos no fueron el único hallazgo la mañana del sábado 20 de abril, pues también había un mensaje para el director interino de la Policía Municipal, Jesús Carrasco Ruiz, escrito sobre cartulinas blancas y con la firma: “El Dos Letras”, quien se proclamaba dueño de la plaza.
El mensaje aclaraba que los seis habían sido asesinados por “chapulines” al servicio de Carrasco y compañía.
“Síganle haciendo caso, que la plaza no tiene dueño”, amenaza el escrito.
Un alto funcionario de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) confirmó que la cartulina sí fue encontrada sobre los cuerpos, pero negó que hayan sido varias. En las mismas fotografías tomadas a los cuerpos todavía sobre la camioneta se aprecia el mensaje.
Tras encontrarse la camioneta y los cuerpos, la PGJE trasladó en vilo y a bordo de una grúa la unidad. Las periciales fueron realizadas a puerta cerrada.
Es mismo día, según los registros de Facebook, se abrió una cuenta en esa red social, con el nombre de Mochomera Mochis, donde se estuvieron publicando arengas contra los jefes policiacos de Ahome y contra Aguilar Íñiguez.
El mismo sábado, cuando encontraron los cuerpos, apareció, según los mismos registros, una fotografía donde se aprecian los cuerpos apilados en la camioneta y encima de ellos una cartulina.
El miércoles 24, los administradores de la dirección subieron fotografías donde los seis jóvenes estaban vivos, pero inmovilizados, aparentemente en el monte. En los textos que acompañan las imágenes, se adelantó quiénes eran los muertos y sus domicilios.
Se lee en uno de los textos: “Aqui están los 6 que les deje en la camioneta de concheros pa que agarren el royo y vean que no es cura si estan con carrasco estan mal con dios y dios es mi compañero asi que plebada de los mochis agarren el royo y pongansen las pilas por que va padelante el apoyo ya esta a qui… atte 2 letras” (sic).
En la misma página se advierte que Los Mazatlecos ya no son los encargados de la plaza, sino gente del Dos Letras. Que este, a su vez, pertenece al cártel Beltrán Leyva, “fieles” a Alfredo Beltrán Leyva, el Mochomo, de quien tomaron nombre para autodenominarse La Mochomera, grupo que inicialmente arrebató la venta de drogas a narcomenudistas independientes, entre el 2009 y 2010.
Por las implicaciones del mensaje, el mismo funcionario estatal consultado porRíodoce dijo que no se había enviado duplicado a la Procuraduría General de la República para una investigación federal, pues se centraban en el homicidio sumario y no en el contexto de este.
Funcionarios federales entrevistados al respecto afirmaron que de los nexos de la policía local y sus jefes con narcomenudistas domésticos se supo cuatro semanas antes de la matanza, por boca de puchadores capturados en operativos antidrogas, quienes afirmaban trabajar para Carrasco (Jesús) y para otro al que mencionaban como el Chuy Varillas.
El Chuy Varillas dijo llamarse César Jesús Pérez Montes y vivir en el fraccionamiento Las Huertas, en una declaración por posesión de drogas con fines de venta. Fue detenido a finales de febrero pasado con una pistola calibre .45 y 38 dosis de cristal y metanfetaminas.
Este personaje ya era conocido por el actual jefe de la Policía Municipal, pues en funciones de Policía Ministerial del Estado, bajo el mando del comandante Carlos Héctor Ochoa Polanco, lo aprehendió a mediados de enero del 2007, un año después de que presuntamente asaltó (expediente 12/2006) la empresa Servicios de Protección, llevándose 36 millones de pesos, junto con el guardia Guillermo Cárdenas Olivas.
Aunque les incautaron dólares, euros y moneda nacional, presuntamente producto del millonario robo, la participación de ambos no fue acreditada en los juicios penales, debido a la tortura aplicada para obtener la confesión.
“El Chuy Varillas salió libre por un amparo y Cárdenas, meses después, por una resolución similar emitida por el juez penal Ramón Armenta.
Tras el hallazgo de los seis cuerpos y el narcomensaje sobre estos, el procurador general de Justicia, Marco Antonio Higuera Gómez, ordenó una reunión emergente en esta ciudad. A ella arribó el jefe de Jesús Carrasco, Jesús Antonio Aguilar Íñiguez y mandos militares. Nadie comentó respecto de los narcomensajes, y tras dar evasivas y justificar los operativos, continuaron en su cónclave.
Días después, el alcalde Zenén Aarón Xóchihua Enciso modificó su discurso, y de dar espaldarazo al jefe Carrasco, ahora afirma “no estar casado con nadie”, y que, dependiendo del resultado, lo apoyaría o buscarían nuevas estrategias de seguridad, “como ya ocurre”.
Esa nueva estrategia de seguridad implica, también, la integridad personal, pues en la sesión de Cabildo número 84 de este fin de semana pidió a regidores aprobar la custodia hasta por tres años posteriores a dejar el cargo de alcalde, jefe de Policía y para el secretario, toda vez que el rumbo que están tomando los acontecimientos en seguridad pública, y en el cual el asesinato del excomandante Nicolás Galaviz Vázquez encendió los focos de alerta.
Viejas complicidades
El cáncer de la confabulación de las policías con presuntos delincuentes ha sido una constante en los gobiernos de Mario López Valdez. El primer hecho fue revelado en el trienio 2002-2004, cuando su jefe de Policía, Genaro García Castro, y comandantes de sectores fueron indiciados por vender protección a narcotienditas. Nadie fue castigado.
Ya como gobernador, el jefe de la Policía en Ahome, León Horacio Reyes, y su administrador, Germán Carrillo Ochoa, son procesados por fomento de narcomenudeo, en un proceso en donde 39 policías han salido absueltos, pero terminaron despedidos. Y, finalmente, el impuesto jefe preventivo, relevo de Horacio, es considerado como jefe de un grupo de narcomenudistas opositor al cártel Beltrán Leyva, liderado ahora por quien se autodenomina el Dos Letras.
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