Historias inéditas sobre Kiki Camarena

En la demanda civil antiterrorista contra Rafael Caro Quintero y otros narcotraficantes, la esposa de Enrique Camarena relata que este fue brutalmente golpeado cuando trabajaba de encubierto poco después de haberse unido a la organización en su ciudad natal, en Calexico, California; 11 años después fue asesinado en México.
Roxana Vivanco/Ríodoce
Enrique Camarena fue brutalmente golpeado cuando se encontraba como agente encubierto de la DEA en Calexico, California, una década antes de ser asesinado en México. Su esposa Geneva A., “Mika” relata que tras la golpiza Kiki presentó fracturas en varias costillas y un pulgar.
“Kiki se dio cuenta de los peligros de ser un agente encubierto de la DEA poco después de unirse. Una noche, tres o cuatro personas que sabían que Kiki era de la DEA lo reconocieron mientras trabajaba de encubierto. Procedieron a golpear a Kiki brutalmente, rompiéndole varias costillas y un pulgar”, cuenta Mika en el texto de la demanda civil que ella y su familia presentaron contra Rafael Caro Quintero, Ernesto Fonseca Carrillo, Miguel Félix Gallardo y el Cártel de Sinaloa, señalados como responsables del asesinato de Camarena.
Luego de la agresión, la DEA trasladó a Kiki a Fresno, California y posteriormente él pidió ser transferido a Guadalajara, México, a donde se mudó junto con sus dos hijos Enrique Jr. y Daniel y su esposa Mika, quien estaba embarazada de Erik. En esta última ciudad fue secuestrado el 7 de febrero de 1985 y su cuerpo fue hallado el 5 de marzo de ese mismo año, junto con el del piloto Alfredo Zavala Avelar.
Con la demanda basada en la Ley Antiterrorista, presentada por Mika, sus hijos y hermanas de Kiki Camarena en marzo pasado en el Tribunal del Distrito Sur de California, buscan que los demandados y el Cártel de Sinaloa, que aseguran antes operó como la Federación Mexicana y el Cártel de Guadalajara, los indemnicen por daños y perjuicios.
En el documento de 40 páginas se detallan los inicios de Kiki Camarena en la DEA, las investigaciones sobre su secuestro y asesinato, el perfil de los presuntos responsables, y cómo su muerte cambió la vida de su familia.
Cuando secuestraron a Kiki, comenzó el infierno
El relato. Kiki Camarena y Mika se conocieron en la secundaria De Anza, en Calexico, California, comenzaron a salir en la preparatoria y se casaron en 1970. Entre 1969 y 1971 Enrique fue infante de marina, y después de su servicio militar comenzó a laborar en el Departamento de Policía de Calexico, y en 1974 se unió a la DEA.
El primer destino de Kiki como agente de la Administración para el Control de Drogas (DEA por sus siglas en inglés), fue su ciudad natal, Calexico, California, y luego que fue golpeado a mediados de la década de los 70, fue trasladado a Fresno, California. Posteriormente él pidió ser transferido a Guadalajara, México, a donde se mudó junto con sus dos hijos Enrique Jr. y Daniel y su esposa, quien estaba embarazada de Erik.
En Guadalajara, como agente encubierto Enrique y su piloto Alfredo Zavala Avelar investigaban las operaciones de cultivo de mariguana, y entre 1983 y 1984 realizaron vuelos de vigilancia periódicos por el centro y norte de México.
En noviembre de 1984, autoridades de México y EU allanaron una plantación de mariguana de Rafael Caro Quintero en el norte de Chihuahua, donde incautaron y destruyeron la droga “valorada en conjunto en aproximadamente 5 mil millones de dólares”.
Cómplices mexicanos declararon que Caro Quintero se enteró de la vigilancia aérea de Kiki y Zavala Avelar y juró vengarse de ellos.
Mika ignoraba entonces lo que su esposo investigaba, él no le hablaba de su trabajo, y solo en una ocasión cuando ella le decía “hoy recé por ti”, y él le respondía “me alegra que lo hayas hecho”, percibió el peligro que enfrentaba como agente encubierto de la DEA.
El 7 de febrero de 1985, Kiki manejaba un vehículo hacia un restaurante chino, donde había quedado de comer con su esposa, pero cuando circulaba frente a las oficinas de la DEA en el Consulado de Estados Unidos en Guadalajara, lo interceptaron cinco hombres. Uno de ellos le mostró una credencial de la Dirección Federal de Seguridad y le indicó que el comandante de la compañía deseaba hablar con él. Él se negó y fue subido a la fuerza al asiento trasero de un coche pequeño, en el que lo llevaron a una casa ubicada en la calle Lope de Vega 881, la cual presuntamente era propiedad de Rafael Caro Quintero.
Esa misma tarde, señala el documento, el Cártel de Guadalajara también secuestró a Zavala Alvear cerca del aeropuerto de Guadalajara y lo llevaron al mismo lugar que a Kiki. Ambos fueron interrogados y torturados durante más de 30 horas.
Como Enrique no llegó al restaurante, su esposa pensó que estaba trabajando. Comió y se marchó a su casa. Alimentó y acostó a sus hijos. Al día siguiente se percató que no había regresado a casa.
Mika llamó al compañero de Kiki y le preguntó si sabía dónde estaba y este le respondió con una pregunta: “¿Te acompañó Kiki a almorzar?”.
“El miedo y el terror invadieron a Mika al saber al instante que su esposo había desaparecido y que la DEA no tenía ni idea de dónde estaba”, menciona el texto de la demanda.
En ese momento, la DEA inició una búsqueda exhaustiva de Kiki, mientras Mika y sus hijos permanecieron confinados en su casa bajo la vigilancia y protección permanente de las autoridades estadounidenses y mexicanas, quienes se apostaron dentro y fuera de la casa. Todos permanecieron sentados junto al teléfono esperando la llamada de rescate que nunca llegaría.
“Mika temía por la seguridad de su esposo y su familia durante ese tiempo. Para proteger a sus hijos, los envió a San Diego con su hermana. La situación se había vuelto tan peligrosa que los chicos no podían caminar desde la puerta de su casa hasta los vehículos blindados que los esperaban para transportarlos al aeropuerto, ni siquiera se les permitía subir las escaleras del avión privado que los esperaba en un aeródromo seguro. Agentes de la DEA los levantaron dentro de su casa; los agentes corrieron, con los chicos bajo el brazo como si fueran pelotas de fútbol, hacia los vehículos blindados que esperaban en la calle”, recuerda.
“Estos vehículos blindados se dirigieron a toda velocidad, con una escolta policial completamente armada, a un aeródromo seguro, donde un avión privado los esperaba. Una vez en el avión, este bajó la puerta y los agentes los levantaron de nuevo y corrieron con ellos hacia el avión. Después de aproximadamente una semana separada de sus hijos, y animada por las fuerzas del orden, Mika viajó a Estados Unidos para reunirse con ellos. En ese momento, cada aspecto de su vida y la de sus hijos estaba siendo controlado y manejado por la DEA”.
Malas noticias
El 5 de marzo de 1985, casi un mes después del secuestro, Mika fue informada que habían localizado el cuerpo de Kiki y que había sido torturado y asesinado.
“El dolor y el trauma de Mika seguían agravándose, porque sabía que necesitaba decirles a sus hijos (de 11, 6 y 4 años) que su padre no volvería a casa. Y aunque hizo todo lo posible por protegerlos, la situación se volvió cada vez más difícil y dolorosa porque todos sabían quiénes eran y querían hablar con ellos sobre el secuestro y el asesinato. Por ejemplo, un día después de la escuela, uno de los niños llegó a casa llorando con un ejemplar de la revista Time en la mano, preguntando: ‘Mamá, ¿es cierto?’. La imagen de Kiki Camarena aparecía en la portada de la revista, y el artículo describía su secuestro y asesinato”, narra.
En el extenso documento se describe cómo el secuestro y asesinato de Camarena afectó física y sicológicamente a todos los miembros de la familia, algunas de las secuelas permanecen hasta la actualidad.
“Tres meses antes del secuestro y asesinato de su padre, mientras Kiki arropaba a Enrique Jr., le preguntó a su hijo qué quería ser de grande, y Enrique Jr. respondió con orgullo: “Quiero ser tú”. El comportamiento de Kiki cambió de despreocupado a severo e inflexible. Kiki le explicó a Enrique Jr. que el trabajo era “demasiado peligroso” y él no dejaba que su hijo se durmiera hasta que le prometiera que no se uniría a ninguna agencia del orden. Enrique Jr. cumplió su promesa”.
El 8 de marzo de 1985, Enrique Jr. acompañó a su madre a recibir el cuerpo de su padre en la Terminal Aérea VIP de la Isla Norte de San Diego. “Una banda de la Infantería de Marina, una guardia de honor de 18 hombres y una veintena de agentes federales, cada uno con una cinta de luto diagonal negra sobre la insignia dorada en los bolsillos del pecho de sus trajes oscuros, también recibieron el avión”.
“El presidente Ronald Reagan llamó a Mika tras el descubrimiento del cuerpo de Kiki para ofrecerle sus más sinceras condolencias y decirles a ella y a Enrique Jr. que su esposo, su padre, murió por su país y que deberían estar orgullosos de él toda su vida, porque dio su vida por todos nosotros”.
En la foto: ENRIQUE Y SU FAMILIA. Poco antes de su asesinato.
