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Culiacán no va a regresar por un acto de fe: “ojalá acabe esto ya”, repiten muchos, todos los días como una oración. Tampoco por un acto de magia, y que de un plumazo el amanecer traiga una nueva vida.

Suena terrible, pero es el mismo Culiacán y Sinaloa de siempre, solo que todo elevado exponencialmente. Los asesinatos en las calles, los cuerpos que abandonan en las madrugadas, las desapariciones, los ataques a policías, lo que día a día nos enteramos es la normalidad de una ciudad como la nuestra, pero ahora todo junto, al mismo tiempo, todo multiplicado por 3 o por 7.

Los grupos que ahora están adueñados de la ciudad, disputándosela como si se tratara de un botín, han soltado sus fuerzas brutales. Acumularon poder, reclutaron a centenares o millares de personas, que se han dedicado a tomar la ciudad: comandan una célula armada, vigilan una tienda de drogas, emboscan a los enemigos, a la policía y al ejército. No hay tregua.

Los actos violentos escalan para un impacto mayor, por eso el montaje de escenas con cadáveres en cajas o sentados en una banqueta. Ya no es suficiente asesinar, hay que desmembrar. Se trata de sembrar horror. Y entonces los actos contenidos se permiten, y el asesino entra a la barbería y le dispara a quemarropa sin importar que el peluquero esté detrás y un niño al lado.

Es a este Culiacán donde llega Omar García Harfuch, el Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana federal, en quien Claudia Sheinbaum depositó toda la confianza para enfrentar la crónica violencia de México. Entra a apagar fuegos, y los hay por todo el país. Está el de Culiacán, otros más en Guanajuato, Guerrero y Chiapas, los que él mismo ha mencionado. Cada uno con características distintas.

Apenas estamos en el tercer mes de lo que se ha presentado como una nueva estrategia de seguridad, que para cumplir con el antecesor siempre se menciona que mantiene y da seguimiento a las premisas del anterior gobierno.

Nadie puede negar que es un cambio de paradigma total. Para empezar el perfil de quien encabeza la Secretaría de Seguridad Federal. García Harfuch es un policía de carrera y Rosa Icela Rodríguez se formó como periodista y de ahí pasó a la política. La SSyPC también sufre cambios en su interior, se le dan facultades legales que no tenía, como la posibilidad de investigación o las áreas de inteligencia y control de la información.

García Harfuch viaja por el país donde están los fuegos con una pose muy cuidada. Pocas fotos, entrevistas controladas. Se trata de mantener ese personaje de fortaleza y mesura, al mismo tiempo. Sí viene a apagar un fuego, pero no aparece desesperado ni atemorizado, no trae el traje de bombero ni pistolas a la vista. Las redes lo cobijan llamándolo Batman. El día en que llega a Culiacán, él mismo anuncia un decomiso histórico de fentanilo –suma dos operaciones, una en Guasave y otra en Ahome, que rebasan la tonelada de la controvertida droga que tiene a Estados Unidos encima de México.

Margen de error

(Incógnita) Pero mientras Omar García Harfuch hace reuniones privadas con los equipos de seguridad de Sinaloa, las dudas rodean sus apariciones. Una es fundamental, y la han repetido académicos y expertos: cómo va a funcionar en los hechos la idea de que la Secretaría a su cargo coordine a militares y marinos en la estrategia de seguridad. Porque los despliegues de fuerza en el terreno, así en Sinaloa como en el resto del país, son de la Secretaría de la Defensa y de la Armada, no policías a su cargo.

Hay otras dudas más, como el manejo de la inteligencia y la información, dos áreas que también pasan a su mando, y que por separado también tienen el Ejército y la Armada. Lo que sí sabemos es que la Secretaría de Seguridad tendrá entre 10 mil y 11 mil elementos que estaban en la Guardia Nacional, muchos de ellos expolicías federales. Más otros 5 mil que se anunciaron para el área de inteligencia. Fuera de eso, el resto siguen siendo incógnitas.

Primera cita

(Fuera) ¿Cuántos y cuáles ajustes tendrá la estrategia de seguridad especial para Sinaloa? Eso lo estaremos viendo en los próximos días. Es claro que todas las operaciones y las decisiones sobre cómo se enfrenta la situación en la entidad es ajena a los gobiernos estatal y municipales, ellos quedan completamente fuera.

Quien piense que es la Secretaría de Seguridad estatal quien comanda la operación está equivocado. La operación está completamente a cargo de la federación, el resto solo atiende las órdenes que se generen del Ejército, la Marina o la Guardia Nacional.

Eso puede ser bueno y malo, pero a la larga no es sano. Los gobiernos estatales y municipales no pueden depender siempre de que llegue la federación a rescatarlos o a empeorar las cosas.

Mirilla

(Dulce) Es chocante que a la verbena de Culiacán los organizadores del Ayuntamiento de Culiacán le añadan la frase: “Una dulce Navidad”, otra vez es no entender la realidad de la ciudad, seguir en una burbujita donde si todos decimos que nada pasa, nada pasará.

Culiacán es ahora una ciudad de 12 horas. De 7 a 7. Después no encuentras ni un café. La movilidad está comprometida.

Es olvidar que tanto los muertos como los desaparecidos, y los asesinos, no son ajenos a nuestro Culiacán. Son vecinos nuestros, son hijos y parejas de quienes conviven con nosotros en las escuelas o los trabajos. En este juego todos jugamos, no hay actores ajenos. Que nadie salga con que nada tiene qué ver (PUNTO).

Artículo publicado el 08 de diciembre de 2024 en la edición 1141 del semanario Ríodoce.