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José Manuel Valenzuela Arce presentará el jueves, en la Facultad de Filosofía un libro que analiza el ‘boom’ de este género musical

Dedicar un libro a los corridos tumbados tiene una explicación para el investigador José Manuel Valenzuela Arce: ha sido un tema que rompió en los escenarios a nivel nacional e internacional. No puede dejar de analizarse como un fenómeno cultural.

Estos temas siempre le han interesado. En los 80 trabajó la historia social de la frontera norte a través de los corridos, después analizó la música alterada.

Hoy propone una investigación socio antropológica de emergencia con el libro: Corridos tumbados, bélicos ya somos, bélicos morimos, que será presentado este jueves, a las 18:00 horas, en el auditorio de la Facultad de Filosofía y Letras de la UAS.

En la obra analiza la propuesta musical que dio cabida a otro estilo de vida, sin texanas y sin botas, cambiándolos por ropa de marca y tenis.

Muestra cómo los cantantes Natanael Cano, Peso Pluma, Junior H, manifiestan en su música la precarización de lo que ellos mismos son parte, de cómo un joven sin muchas oportunidades logra una vida de ensueño y de opulencia.

“Estos jóvenes cantantes de corridos tumbados aprovecharon el capitalismo y han podido jugarlo bien, lograr estilos de vida prohibitivos para la mayoría de la población en el planeta”, comentó.

“El propio sistema legitimiza que ellos puedan acceder al lujo, a la opulencia, y eso hay que reconocerlo. No podemos regatear el reconocimiento a todos ellos, que, desde la precariedad, jugando las propias reglas del capitalismo, lo lograron”.

Bélicos ya somos, bélicos morimos

Los corridos tumbados surgieron en un momento crítico; en la pandemia, cuando millones de jóvenes vivían el encierro, y ante ellos aparecen músicos que alcanzaron escuchas a nivel global.

Mostraban una vida al límite, el consumo de drogas y la cosificación de las mujeres, escenas que recoge en el libro Corridos tumbados. Bélicos ya somos, bélicos morimos.

“Este movimiento es un atractivo mundial, resaltando la vida al límite y con una serie de códigos vinculados con el crimen organizado, nombrando por ejemplo las iniciales de JGL, el 701, la Chapiza, y que además por ellos, cuando son hechos por encargo les han pagado hasta 60 mil dólares”, señaló el investigador de El Colegio de la Frontera Norte.