Columna: Ismael Bojórquez/Cortesía Río Doce.
Será muy entretenido, como un pago por evento, dijo el presidente AMLO la mañana del viernes durante su conferencia en palacio nacional. Se refería al juicio de Genaro García Luna en los Estados Unidos. No ocultaba su emoción. Supone López Obrador que del juicio se desprenderá mucha tela y que esa tela le dará la razón a su discurso “anticorrupción” y, en particular, a su anticalderonismo.
Es posible que esto ocurra, sobre todo lo que pueda desprenderse de los testigos protegidos que sentarán en el estrado frente al acusado. Ya adelantó el juez Brian Cogan que es casi seguro llamen a declarar a Sergio Villarreal, el Grande, que operaba para el clan de los hermanos Beltrán Leyva; y a Reynaldo Zambada García el Rey, quien ya declaró contra su compadre, el Chapo.
El problema es que los testimonios de personas que se han acogido al programa de testigos protegidos tienen que estar respaldados por pruebas documentales, grabaciones, videos, fotografías, cartas, documentos, porque de otro modo podrían no ser suficientes para lograr una sentencia condenatoria. O resultar en una condena no muy significativa.
Y esto es lo que todavía no sabemos con certeza: qué pruebas de esta clase tienen los fiscales y que eventualmente presentarían durante el juicio. Varias de las personas que fueron entrevistadas para ser parte del jurado cuestionaban esto. Dijeron en el proceso de selección que no era muy convincente el testimonio de alguien que, declarando lo que al Estado le convenía —el Estado es el que acusa y está obligado a probar—, podían obtener reducciones en sus sentencias.
En el caso de Joaquín Guzmán, cuando fue enjuiciado, no nos costaba mucho trabajo creer lo que los testigos protegidos, como el Rey, dijeron en la Corte, porque todo el mundo sabía que el Chapo era el jefe de una facción del Cártel de Sinaloa. Eso era público, había estado preso, se había fugados dos veces de penales de “máxima” seguridad…
Pero es distinto en alguien que, hasta que fue detenido, con todas las sospechas que hubiéramos podido tener, era solo el ex secretario de Seguridad Pública durante el sexenio de Felipe Calderón, ahora convertido en empresario y asesor en temas de seguridad.
En lo personal no dudo que Genaro García Luna se haya involucrado con el Cártel de Sinaloa al grado de brindarles protección y hacerle el trabajo sucio a cambio de dinero, mucho dinero.
Desde las páginas de Ríodoce dimos seguimiento a las acciones del gobierno federal y de la entonces Policía Federal en Sinaloa, y mil y una vez pusimos en duda la honradez con que se conducían. En la guerra de Ismael Zambada y el Chapo Guzmán en contra de los hermanos Beltrán Leyva fue muy evidente que el gobierno federal y en particular la Policía Federal a cargo de García Luna, actuaron en favor del Mayo y del Chapo (No es gratuito, por ello, que el presidente AMLO diga cada vez que se ofrece que ellos no van a golpear a unos para favorecer a otros).
Una vez, en medio de esta guerra, la más sangrienta en Sinaloa (2008-2011), titulamos en una portada “Los Ejércitos del Chapo“. La imagen, era un grupo de policías federales patrullando Culiacán.
Muchas de las acciones eran obvias, no cabía la duda; se llevaban a cabo en contra de un grupo para favorecer al otro. Y el rector de esta institución, Genaro García Luna, no podía no estar enterado. ¿Estaba enterado Felipe Calderón? Eso sería más difícil de demostrar, pero tampoco lo dudo. ¿Obtuvo beneficios económicos García Luna? No tengo ninguna duda. ¿Los obtuvo Calderón? No lo creo porque si le interesaba retirarse con dinero, tenía mucho de donde agarrar. En su caso, pienso que más bien actuó con una visión errada pero que han sostenido muchos mandatarios antes y después que él: que el Cártel de Sinaloa es el único que podía sobrevivir en el largo plazo porque es el que, hasta ese momento, se dedicaba solo al tráfico de drogas, sin dañar directamente a la sociedad a través de otros giros delictivos como la extorsión y el secuestro, por ejemplo.
Y en este caso, es posible que pueda concluirse durante el juicio, aunque no sea propiamente el interés de los fiscales que acusan a García Luna, que la administración de Felipe Calderón aplicó estrategias contra el crimen organizado que terminaron beneficiando al Cártel de Sinaloa.
Bola y cadena
VOLVAMOS AL PRESIDENTE AMLO. Por razones que todos conocemos, Andrés Manuel López Obrador tiene una particular tirria a Felipe Calderón. Y no es tanto García Luna el que le interesa en todo este affaire, sino el ex presidente. Quisiera verlo también sentado en una corte gringa. O saber que está escondido, que no da la cara. Nunca ha expresado algo semejante, ni de chiste, contra Enrique Peña Nieto, a pesar de que temas como Odebrecht tendrían que vincularlo. Ha sido muy evidente, todos estos años, que el presidente no se atreve a tocar a Peña porque hicieron un acuerdo. ¿Qué acuerdo?, apenas ellos saben, pero es muy obvio.
Sentido contrario
NO SOLO ESO. CUANDO DETUVIERON en los Estados Unidos al general Salvador Cienfuegos, secretario de la Defensa en la administración de EPN, el presidente AMLO enfureció, despotricó contra el gobierno norteamericano y empujó para que fuera liberado porque no había pruebas contra él. Dos varas, dos medidas, con dos personajes de primerísimo nivel de las dos administraciones que le antecedieron.
Humo negro
Y RESULTA QUE LOS REGIDORES de Guasave decidieron aumentarse en un 46 por ciento su salario. Perciben, además, 20 mil pesos para gasolina. El Cabildo está compuesto por regidores de Morena, del PRI, del PAN, del PAS… y aquí nadie estuvo en desacuerdo. La única regidora panista, incluso, renunció a su partido, que le había pedido no aceptar el incremento. Dijo que se lo merecía. ¿No hay quien pare esto?
Artículo publicado el 22 de enero de 2023 en la edición 1043 del semanario Ríodoce.