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Columna: Ismael Bojórquez

Cortesía: Javier Valdez (qepd)/Río Doce

Fue una derrota moral para Los Chapitos, un golpe descomunal, sobre todo a su orgullo. Y una victoria para el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, sin que él y las fuerzas armadas se permitan festinarlo. El saldo, o parte del saldo que conocimos hasta el viernes en voz del secretario de la Defensa, habla de la intensidad de un operativo planeado con antelación y dirigido específicamente a aprehender o ultimar a Ovidio Guzmán López. A sangre y fuego, como ocurrió. Por eso se planeó en la madrugada. Por eso no importaban los costos en vidas. Ni romper con “estrategias” que el propio presidente de la república “repudió” y dijo que eran cosa del pasado.

Con el tiempo tal vez sepamos porqué el gobierno federal decidió mentir sobre la forma en que detuvo por segunda vez a Ovidio Guzmán López, esta vez con éxito, a pesar de los desmanes que causaron los sicarios al mando de Los Chapitos, incluyendo muertos y heridos de las fuerzas federales.

Al informar sobre los hechos, el general secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, dijo que, previo a la detención, se llevó un trabajo de inteligencia de seis meses, pero luego afirmó que la detención fue circunstancial, pues el C-4 detectó en las inmediaciones de Jesús María –uno de los enclaves principales de la familia Guzmán López–, un convoy de presuntos delincuentes que fue enfrentado por elementos de la Guardia Nacional y que se sabría que entre ellos se encontraba el hijo del Chapo Guzmán. Pero mintió, porque Ovidio estaba dormido cuando llegaron por él a la casa donde se escondía.

Lo dicho por el general secretario no se sostiene un instante si se toma en cuenta la calidad del operativo, apoyado por helicópteros artillados que dispararon contra objetivos que no se alcanzan a ver pero que, puede presumirse, corresponden a los anillos de seguridad del blanco principal. Desde las primeras horas se habló de muchos muertos en la zona inicial del operativo, pero es información que solo podía dar el gobierno, como lo hizo al día siguiente el general secretario. Acciones federales de esta catadura no se llevan a cabo de manera reactiva –esto es cuando la parte agredida responde a la agresión–, porque no tienen la capacidad para hacerlo. Lo cual significa que no es que se hayan topado con un convoy de presuntos delincuentes, sino que fue una operación quirúrgicamente planeada.

Con todo, el presidente Andrés Manuel López Obrador se sacude la derrota que cargaba en la espalda desde octubre de 2019, cuando se vio obligado a ordenar que liberaran a Ovidio para evitar, dijo, la muerte de gente inocente.

No cambiará nada –o si acaso muy poco– con esta detención, porque el jefe de la organización que lideran Los Chapitos es Iván Archivaldo Guzmán Salazar, medio hermano de Ovidio. Eso lo sabe el gobierno. Pero es a Ovidio Guzmán a quien el gobierno norteamericano achaca la producción de fentanilo que está matando a decenas de miles de adictos en los Estados Unidos y sobre él tenía que orientarse la persecución con fines de extradición. Y, además, era, desde hace tres años, el blanco más apetitoso en términos mediáticos.

La operación fue un éxito si partimos de que no hubo esta vez, aparentemente, víctimas civiles. Y eso no es casual. El operativo se llevó a cabo en la madrugada, cuando la gente ni siquiera se ha levantado de la cama. Luego el llamado de autoridades y medios alertando a la población para que no saliera de sus casas, ayudó a reducir los riesgos. También la suspensión de actividades en muchas áreas del gobierno. Y las lecciones que dejó el jueves negro de 2019. Y lo que durante años la población ha visto en muchas partes del país. Ante la eventualidad de hechos como este, la reacción inmediata de la gente es resguardarse.

Es imposible no ligar esta aprehensión con la visita, este domingo, de los mandatarios de los Estados Unidos y Canadá. Sobre todo, de las presiones que seguramente ha estado ejerciendo el gobierno norteamericano para que México apriete su estrategia contra el narcotráfico en la misma línea en que lo ha estado haciendo por muchos años, que es enfocarse en los líderes de los cárteles… aunque esto no haya resuelto nunca el problema de fondo.

Bola y cadena
ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR ha hecho todo lo posible por zafarse de las presiones de los Estados Unidos en materia de narcotráfico y crimen organizado porque la visión gringa no empata con su “estrategia” de abrazos en lugar de balazos. Pero no es posible dado el poder y la información que los gringos tienen sobre nosotros en muchos ámbitos, no solo en este. No es casual que tres días después de que AMLO se reúne con Joe Biden en Washington, haya sido atrapado en Sinaloa, Rafael Caro Quintero. No tengo ninguna duda de que la cabeza de Ovidio es la ofrenda del gobierno mexicano a Biden en su visita a México.

Sentido contrario
¿AL GOBIERNO MEXICANO LE interesaba la detención de Ovidio? La verdad no lo creo. No hay elementos para pensar que estaba interesado en combatir o al menos detener el fortalecimiento de la organización criminal que comandan Los Chapitos. No hubo una acción que se conozca, después del primer culiacanazo, que nos indique tales propósitos. Ninguna. Por el contrario, parece que la consigna era dejarlos crecer, fortalecer sus ejércitos y sus finanzas, su presencia en las calles, en la economía, en los giros negros, incluso en la política, pues en 2021 se entrometieron a su antojo y con plena impunidad en el proceso electoral, para favorecer a los candidatos de Morena y del PAS.

Humo negro
2023 EMPEZÓ MUY CALIENTE y lo más probable es que se mantenga así. Es el año previo a la elección presidencial del 24 y en estos contextos las pasiones suelen desbordarse. Ojalá que nos vaya bien a todos. Gracias por seguirnos, por leernos, por acompañarnos. En febrero cumpliremos 20 años de vida. A pesar de todo. Feliz año.

Artículo publicado el 08 de enero de 2023 en la edición 1041 del semanario Ríodoce.