Río Doce.- En los primeros tres meses de gobierno, el maquillaje del Presidente Emmanuel Macron, le costó a los franceses 26 mil euros, equivalentes a poco más de 30 mil dólares.
El gasto que fue dado a conocer por el semanario Le Point y confirmado hoy por la oficina del presidente, provocó una serie de críticas entre la población.
De acuerdo a El Mundo, el recurso ha sido para pagar a una maquilladora independiente, cuyos servicios fueron contratados por el Elíseo desde la llegada de Macron a palacio, y que ha presentado dos facturas: una por 10 mil euros y otra de 16 mil, por maquillarlo durante sus giras y ruedas de prensa.
El excesivo gasto en la belleza de los presidentes franceses también le ocasionó críticas a François Hollande, cuando se hizo publico que su peluquero cobraba un salario mensual de 9 mil 895 euros.
Hace un año, también se dio a conocer, que Nicolas Sarkozy, antes que él gastaba en maquillaje 8 mil euros al mes.
En esta ocasión, el Elíseo justifica el gasto por un “contrato de un asunto de urgencia” y aseguran que será “reducido considerablemente” en el futuro.
Macron optó por no crear un puesto para la persona que se encarga de su belleza, y contratar una “freelance” que goza de la confianza del palacio
La cifra no escandaliza a los conocidos de la profesión: “Está muy por encima del salario medio en nuestra profesión, pero si estuvo constantemente presente para retoques y todo, el precio puede estar justificado”, asegura en France Info la maquilladora profesional Sherine.
El medio recuerda además que en un estudio de televisión, los servicios de un maquillador externo para una media jornada se paga entre 300 y 600 euros y hasta 2 mil si se trata de ciertas estrellas de cine.
En este caso, hay que tener en cuenta que la responsable de embellecer a Macron puede llegar a trabajar jornadas enteras, especialmente cuando se trata de un viaje al extranjero. El salario queda por tanto igualado al de otros altos funcionarios del Elíseo, aunque como recordaba la maquilladora de Sarkozy, Marine Michelet, en Vanity Fair, el trabajo deja exhausto a cualquiera: “A veces me llevaban al aeropuerto de Villacoubaly (una base de las Fuerzas Aéreas francesas) y ni siquiera sabía dónde íbamos”.