Desde el 23 de agosto de 1997 se conmemora el Día Mundial del Recuerdo de la Trata de Esclavos y su Abolición. Se evoca la rebeldía miles de esclavos haitianos por su libertad la noche del 22 al 23 de agosto de 1791. El alzamiento de los oprimidos contra sus opresores nació en las caribeñas tierras de lo que ahora llamamos Haití y República Dominicana, para ese entonces Santo Domingo.
“Nada nuevo tenía la esclavitud hereditaria, que venía de los tiempos de Grecia y Roma. Pero Europa aportó a partir del renacimiento algunas novedades: Nunca antes se había determinado la esclavitud por el color de piel y nunca antes la venta de carne humana había sido el más brillante negocio internacional. Durante los siglos XVI. XVII, XVIII, África vendía esclavos y compraba fusiles: cambiaba brazos por violencia, después durante los siglos XIX Y XX, África entregaba oro, diamantes, marfil, caucho y café y recibía biblias: cambiaba la riqueza de la tierra por la promesa del cielo”, escribió Eduardo Galeano.
Desde hace 20 años se conmemora el horror de la esclavitud que inició desde cuando unos pocos se sintieron dueños de muchos. Los hombres de piel blanca le pusieron precio a la humanidad, autocalificándose como los “humanos” y denigrando sobre la diferencia de pieles y culturas. Sin embargo, la realidad detrás de todo esto era el comercio de esclavos el cual duró más de 400 años. Aproximadamente 12 millones de africanos y africanas cruzaron el Océano Atlántico.
Hace 226 años, época en que la población de esclavos era aproximadamente un 90% de la sociedad, miles de trabajadores de haciendas azucareras y cafeteras haitianas se levantaron en rebeldía contra sus patrones. Dieron así apertura a la sublevación más importante en la lucha por la abolición del comercio legal de esclavos.
Sin embargo, los humanos no hemos tenido la capacidad de “no llevar por encima de su corazón a nadie ni hacerle daño en su persona, aunque piense y diga diferente”, según reza el Artículo 12 de la Constitución Política de Colombia.
Esclavitud Moderna
La historia ha demostrado que la esclavitud es una de las primeras manifestaciones de los procesos globalizadores que se han adelantado a nivel mundial y desde el inicio del comercio entre continentes. Estas son relaciones que se afianzaron a partir del proceso de migración forzada al que fueron sometidas incontables africanos, así como el despojo de sus territorios y su explotación laboral.
Según cifras actuales de la Organización Internacional del Trabajo -OIT-, más de 21 millones de personas en el mundo son explotadas laboralmente. Se ven obligadas a realizar trabajos forzados. A este fenómeno le hemos dado el nombre irónico de “Esclavitud Moderna”, como si hubiesen varias formas para clasificar la esclavitud. Lo cierto es que esta ha sabido evolucionar con la historia, la economía y las necesidades de los poderosos. Solo en el Caribe y América Latina son explotadas 1,8 millones a través de la trata de personas.
“Aunque la mayoría de las víctimas de la trata son objeto de explotación sexual, cada vez se detectan con más frecuencia otras formas de explotación. La trata con fines de trabajo forzoso -una amplia categoría que incluye, por ejemplo, los sectores de fabricación, limpieza, construcción, restauración, trabajo doméstico y producción textil ha aumentado de manera incesante en los últimos años. Alrededor del 40% de las víctimas detectadas entre 2010 y 2012 fueron objeto de trata con fines de trabajo forzoso”, según el Informe Mundial sobre la trata de personas (2014) de la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito -Unodc, por sus siglas en inglés.
“El delito de trata de personas afecta prácticamente a todos los países de todas las regiones del mundo. Entre 2010 y 2012 se identificaron víctimas de 152 nacionalidades diferentes en 124 países de todo el mundo. Además, las corrientes de la trata de personas, en forma de líneas imaginarias que conectan el mismo país de origen y de destino de al menos el 5% de las víctimas detectadas, atraviesan el mundo”, continúa el informe.
Desde este fenómeno con orígenes remotos se desprenden otras muchas problemáticas sociales que desde siempre han afectado al pueblo oprimido. Sin embargo, los oprimidos continúan desde las regiones, municipios y veredas luchando por la paz, por la libertad, por la justicia social.
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