Cuando recibí la instrucción de entrevistar a Boligán me enfrenté a la complicación de no tener idea de qué preguntar. Tuve que confesar al caricaturista cubano que lo mal entrevistador que soy, sin embargo, entre la plática me dejó claro algo: una imagen dice más que mil palabras.
“Yo soy un cazador de ideas, un artista que me gusta reflejar el mundo en que estoy viviendo, plasmarlo; una especie de costumbrismo donde más que hacer reír trato a través de esa sonrisa, hay un mensaje”, me explica el dibujante.
Luego, comenzó la cacería de ideas.
Ángel Boligán, caricaturista cubano conocido por sus colaboraciones al diario nacional El Universal, estuvo en Culiacán como jurado de la quinta edición del Concurso Internacional de Cartón Sinaloa 2016, y entre su tour por la ciudad tuvimos una breve pero sustanciosa plática.
—Para qué… el rollo de ser cartonista o caricaturista, el rollo de contar una historia con un dibujo, ¿para qué?
—Bueno, simplemente la caricatura es una de las ramas de las artes plásticas y los artistas lo hacemos quizá no pensando para qué, sino porque lo sentimos o deseamos. Es inevitable hacer arte, yo me imagino que un cantante o un compositor le nazca hacerlo, nacido con ese don y quizá ese es mi caso: en algún momento descubrí que la caricatura era algo que me apasionaba”.
Boligán fue paciente y generoso, me platica el inicio de su interés primero por las artes plásticas, la pintura y su título universitario.
“Me incliné a la caricatura por la inmediatez porque tenía un contacto directo con el público, porque podía influir en las opiniones de las personas, podía hacer reír a las personas y sobre todo hacer reflexionar. Creo que la caricatura es, de las artes plásticas, la rama que más contacto inmediato tiene con el público y a la vez puedes hacer arte, porque no es un arte menor como mucha gente considera, es un arte como cualquier otro, y bueno, teniendo la posibilidad de la prensa y sobre todo ahora con las redes sociales, el internet, tenemos una comunicación inmediata con el público”.
El oficio del caricaturista es el arte de hablar sin palabras. Y como bien dijo el nacido en Cuba pero adoptado mexicano, en tiempos de redes sociales, el impacto de la caricatura es inmediato, o “una imagen dice más que mil palabras”.
—Redes sociales y la caricatura, ¿es un medio asequible para el público?
—Sí, la caricatura sí (es asequible)… una imagen dice más que mil palabras. A casi todos nos pasaba, antes yo de publicar en la prensa, buscábamos una revista o un periódico y siempre íbamos a buscar el monito y después leíamos algo que nos interesara, y entonces eso es un compromiso para nosotros sabiendo que vamos a tener un público seguro, y bueno, cuando trae una esencia, no sólo el monito para hacer reír sino trae un mensaje, es más comprometido para nosotros tener ese espacio”.
La plática fluye. De fondo música de banda y el sonido de comensales que atendían la hora de comida en un restaurante de mariscos, porque visita obligada a Culiacán es conocer casi cualquier establecimiento que tenga como tándem de presentación cerveza fría y mariscos.
Boligán continúa. A pesar de que su lenguaje es el dibujo, el caricaturista hace acopio de paciencia para trazar esta vez con su voz. Bebe un poco de su cerveza y pide disculpas por su ronquera.
“Mi diálogo es a través de las imágenes, de las líneas, las formas, los colores y curiosamente hace tres años realicé una exposición en Atenas con un caricaturista griego y el tema era ese, la caricatura o la línea y el dibujo como lengua universal, porque eran caricaturas de un griego, un idioma muy raro para nosotros y para ellos el español, y fue en una galería de Atenas. Recuerdo que en una ocasión nos reunimos con muchos estudiantes y proyectaban las caricaturas y los maestros hablaban de eso exactamente, todos entendían mi caricatura a pesar de que yo vivía al otro lado del mundo porque mis líneas, mis símbolos y mis colores tenían un diálogo con ellos a pesar de ser tan distantes, entonces por supuesto, las líneas, la caricatura, es una forma de dialogar sin tener qué leer, simplemente por la pura gráfica”.
En tiempos de libertad de expresión y lo políticamente correcto, el reto para el caricaturista también evoluciona, sin embargo, como si se tratara de un dibujo más, Boligán lo explica fácilmente.
“En mi sección en el diario el Universal (Espejo de Tinta), hago dibujos donde quizá nos vemos como consumistas, como gente manipulada por la tecnología, manipulada por los medios de comunicación y todo eso. Tradicionalmente el dibujo, en México sobre todo, se veía que era para criticar a los políticos, a los diputados, a los partidos, al presidente y no pasa nada, no pasó nada durante todo este tiempo. Entonces dije yo, bueno, quizá criticándonos a nosotros mismos creamos un poquito más de consciencia sobre lo que nos está pasando, y quizá a la hora de votar tengas en cuenta que tú estás siendo manipulado por la tecnología, o por los medios, o por los poderosos, o por los empresarios que muchas veces son ellos quienes ponen a los políticos en sus cargos y esa es la intención, desenmascarar, digamos, un poco lo que estamos viviendo, lo que consideramos que no está bien”.
La entrevista culminó y luego la despedida y el agradecimiento. Boligán terminó salvando mi nota cazando ideas, con redes de palabras en lugar de trazos y líneas, y yo me fui con la idea en la cabeza de que una imagen dice más que mil palabras.