Partidero/MIRADA VIOLETA
CRITERIOS
La Universidad de Guadalajara acaba de emitir en este calendario escolar 2019B su primer título femenino en sus 94 años de historia. A través de redes sociales, el rector de nuestra máxima casa de estudios en Jalisco, Ricardo Villanueva, explicó que la expedición de títulos a partir de ahora tendrá la distinción entre el masculino y femenino.
Señaló en su cuenta de Twitter: “Entregamos el primer título FEMENINO en la historia de la Universidad. Estoy convencido de que el lenguaje crea realidades y ayuda a visibilizar. En la @udg_oficial ahora distinguimos entre licenciados y licenciadas.”
Desde hace muchos años y en diversas administraciones, esa solicitud se había realizado por académicas y activistas. Sin duda, hoy se paga una deuda histórica que tenía la Universidad de Guadalajara con su comunidad académica, especialmente las mujeres que hoy constituyen mayoritariamente el sector estudiantil.
Hace tiempo escribí un artículo que fue publicado en la revista de Medicina interna de México, llamado “Mujer y Medicina: la historia de Matilde Petra Montoya Lafragua”. La historia de Matilde me cautivó desde el principio porque es la historia de obstáculos que muchas mujeres han tenido que vivir para lograr acceder a las universidades, un espacio tradicionalmente masculino.
En ese artículo hice las siguientes reflexiones: “Históricamente ha existido un monopolio del saber, no sólo en manos de los hombres sino también de la clase social dominante que necesita reproducirse, asegurando su permanencia en el poder y la mujer en este sistema androcéntrico ha sido relegada a un segundo plano y el terreno educativo no ha sido la excepción. Desde la época de los griegos, las mujeres eran excluidas de la educación, ellas no eran consideradas ciudadanas y no participaban de las discusiones tal y como lo demuestran los Diálogos de Platón. Las universidades, inicialmente, eran controladas por la Iglesia, aún a mediados del siglo XVIII estaba explícitamente prohibida la entrada a las mujeres. En México, a finales del siglo XIX la situación de las mujeres no era muy diferente en más de un sentido; desde el punto de vista jurídico se le consideraba una menor de edad, representada por su padre o marido. En el ámbito educativo existía una clara diferencia entre hombres y mujeres: los primeros tenían acceso a la educación superior; por el contrario, a las mujeres desde la primaria se le capacitaba en la costura, corte y confección, cocina y labores del hogar, etc. En este contexto es donde surge la primera médica mexicana, Matilde Petra Montoya Lafragua, quien fue capaz de atreverse a romper estos atavismos históricos que han relegado a las mujeres a un segundo plano en todos los terrenos profesionales.”
Les invito a que conozcan más de la historia de Matilde Petra Montoya Lafragua. Ella vivió todos los obstáculos no solo para acceder a la universidad y estudiar medicina, sino también para obtener su título y ejercer la profesión.
Sin duda, la Universidad de Guadalajara dio un gran paso con la emisión de títulos en femenino, pero no es suficiente. La paridad institucional es necesaria, existe una gran desigualdad en los puestos más altos universitarios, en donde las mujeres no han logrado, o no las han dejado llegar.
¿Cómo es que mujeres igualmente preparadas tienen menos participación en puestos directivos? ¿Cuántas mujeres han sido rectoras, directoras de división, jefas de departamento, etc.? Si poco más de la mitad del capital humano en México somos mujeres, la paridad institucional y la inclusión en puestos de mando es un asunto de justicia.
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