Andrés Villareal.- Padrés y Duarte no son dos pilluelos que se toparon con la oportunidad de pasar de ricos políticos a millonarios que forjan una dinastía, que acumulan en apenas seis años tanto dinero que alcanza para mantener a los bisnietos. Guillermo Padrés y Javier Duarte, uno recluido al entregarse y otro aún en fuga, son posibles gracias a que nosotros mismos los engendramos. Son el espejo en que esta generación política en México niega a verse como si se tratara de dos rarezas.
Esos dos gobernadores caídos en desgracia podrían llamarse de cualquier otro modo: Pedro, Juan o Francisco… gobernadores, alcaldes, legisladores en México, aun todopoderosos, que no parecen poner sus barbas a remojar. Como si la corrupción se tratará solo de Guillermo y Javier. Los raros. Los manchados. Patitos feos. Cisnes negros.
En un país de puros, donde nunca existieron los Abarca, ni los Granier, menos los Villanueva… y otros tantos apellidos y nombres asociados al enriquecimiento a la sombra del poder, es entendible entonces que se persiga a Padrés y Duarte como a quienes mancillaron la pura y virginal política mexicana.
El espejo Padrés y Duarte nos abarca a todos: ciudadanos y medios, empresarios y poderes constituidos. La lista de fallas es larguísima. Ciudadanos acostumbrados a tolerar vigilantes del ejercicio público que solapan en lugar de fiscalizar. Empresarios omisos porque alguna vez ellos fueron los beneficiarios. Medios vendiendo planas y spots, lejos de la crítica.
En Sonora y Veracruz no solo fallaron Padrés y Duarte, fallaron los contrapesos del poder político y ciudadano.
¿Por qué Padres y Duarte? Por qué no Rodrigo Medina de Nuevo León, también señalado e investigado por el actual gobernador Jaime Rodríguez; o Roberto Borge, en Quintana Roo, quien igualmente enfrenta acusaciones documentadas de una red para despojar de propiedades en Cancún.
No. Porque en México peor que ser corrupto es caer en desgracia del sistema. Se perdona el abuso del poder, pero nunca el abuso de la confianza del más poderoso.
El tema le incomoda a la clase política entera. Si el mismo presidente Enrique Peña no logra articular una explicación coherente y cada vez que habla se enreda más, como la argumentación de que nadie en M��xico podría lanzar la primera piedra si de corrupción se habla. Entonces nadie desde la política tiene la voz completa.
Esta semana el gobernador Malova solo respondió siete palabras sobre los casos Padrés y Duarte. Siete palabras para continuar con una respuesta que parece de otra pregunta. Dijo el gobernador de Sinaloa: “Yo no tengo ranchos, no tengo presas. (Y luego sigue como si ya estuviera en otra pregunta) Hemos venido cumpliendo hasta el momento con la mayoría de los compromisos, hasta donde los flujos dan. Haciendo un esfuerzo, debo reconocer que los municipios, las juntas de agua, el gobierno, no solamente de aquí de Sinaloa, de muchos estados de la República, nos hemos visto muy presionados en nuestros flujos y en nuestras finanzas porque el gasto corriente ha crecido enormemente”.
No tiene nada qué ver cualquier estrechez presupuestal o administrativa con las acusaciones de corrupción contra los exgobernadores Padrés y Duarte.
Malova podría decir muy poco sobre Javier Duarte, pero de Guillermo Padrés nada, porque en la campaña de 2010 fue desde Sonora que el PAN le brindó a Malova mucha de su logística y recursos.
Margen de error
(El equipo) En esta semana el gobernador Malova enviará al Congreso de Sinaloa el último informe de su administración. Si durante los cinco informes anteriores no se registró ninguna revisión del legislativo al informe, ahora menos. Si a este gobierno le urge ya retirarse, a la fracción mayoritaria en el Congreso le urge que llegue Quirino Ordaz, se siente el PRI como huérfano.
A mes y medio de entregar el gobierno, López Valdez cierra básicamente con el equipo con el que inició. Ese es un primer signo, no le afectaron los cambios ni los movimientos de piezas. Permanecieron los esenciales: Finanzas, Gobierno y Procuración de Justicia; pero también Salud, Obras Públicas, Desarrollo Social, Agricultura e Innovación. Y casi sin movimientos en Educación y Turismo.
Lo que nadie le podrá reclamar a Malova es que respetó los compromisos de la integración inicial del equipo, la parte de cuates y cuotas hasta el final. Cumplió con los exgobernadores Labastida y Millán, lo mismo que con Heriberto Félix y su apoyo de 2010, también con los perredistas manteniendo a Juan Guerra y los priistas por supuesto, siempre presentes.
Mirilla
(El silencio) Si Quirino Ordaz mantuvo el silencio en estos meses, menos hablará ahora que le toca al Gobernador Malova el último refuerzo para pregonar sus logros. El silencio del gobernador electo preocupa incluso dentro de las fuerzas del PRI. Muchos se preguntan si de lo que se va a tratar el próximo cuatrienio es de retirar el poder a los del norte y entregárselo a los del sur.
Es entendible que Quirino Ordaz se encuentre tejiendo los amarres necesarios para gobernar, y que para eso sea mejor hacerlo lejos de cualquier intruso. Lo que a mes y medio de asumir la gubernatura resulta incomprensible, es que tampoco estén involucrados los ciudadanos de a pie. Claro que se es gobierno primero que todo con las cúpulas, pero al menos podría mandar el mensaje de que sabe lo que hará en mes y medio.
¿Qué necesidad hay de esperar a que asuma el gobierno para presentar el Plan Estatal de Desarrollo? ¿Otra vez la misma historia de un Plan de los 100 días?
Primera cita
(Errata) El triunfo de Donald Trump en la elección estadunidense es al mismo tiempo la gran errata mundial de los medios tradicionales y hasta de las redes sociales. Informativos, especialistas y articulistas que estuvieron meses hablando de un mundo que no existía. Juan Villoro lo resume muy bien en una cita simple: “Los medios construyeron un relato basado en sus expectativas, no en los hechos…” (PUNTO)
* Leonard Cohen. Everybody Knows.