Cuauhtémoc Villegas Durán
Recuerdo la cara de terror como si yo fuera al diablo de Enrique Appendini Carrera, gato del borracho, ladrón , ruín, sin palabra y traficante de influencias, Martín Orozco Sandoval
Recuerdo su cara cacariza viendo como yo tomaba de la cintura a la senadora panista Mariana Martín del Campo con mi cara lisa y llena de amor por ser libre sin dueño criminal como Appendini.
Él dira lo quiera de mí pero siempre será el gato de un criminal y en consecuencia él es otro criminal. Hacen todo lo de lo que me acusan y más, alcohólicos, ladroness, robavotos, robaelecciones, traficantes de influencias y envidiosos que no saben aceptar que personas que no presumen pedigre periodístico y hasta sin carrera tengan más ética y libertad que estos apéndices de la mafia panista.
También mis vecinos me envidian y me quieren hacer daño y lanzan acusaciones falsas porque las mujeres bellas de la colonia me saludan con sus ojos llenos de amor. Que triste debe ser tan feo y gato aunque se ganen decenas de miles al mes por escudar mentirosos ruines. Todo sea por la chuleta y la ambición desmedida, aunque dejen a millones en la miseria y en la vorágine de su guerra estúpida: dinero lleno de sangre y dolor con el que alimenta a su familia.