MARÍA EUGENIA REDONDO 04/01/2015 – 08:04 CET
Los urbanitas somos una plaga. Las películas no son las únicas que adivinan pesadillas urbanas distópicas en un futuro no demasiado lejano: según un estudio de las Naciones Unidas publicado este año, en 2050 el porcentaje de la población mundial que reside en áreas urbanas pasará del 54% actual al 66%. En menos de 40 años habrá 2.500 millones de personas más poblando megalópolis enfrentadas a enormes retos. Los expertos en urbanismo, arquitectura y movilidad -y algún que otro político- trabajan desde hace años para paliar los efectos que el urbanismo descontrolado puede tener en nuestras vidas y en el entorno.
El concepto de Smart Cities, pobremente traducido al español como Ciudades Inteligentes, ha tomado fuerza. Este modelo de ciudades vendría a ser la solución a las metrópolis superpobladas. Bajo este paraguas todavía en revisión han surgido proyectos de todo calado para mejorar la vida en las ciudades y algunas han tenido éxito. Aunque sabemos que son muchas más, aquí hemos seleccionado algunas de nuestras favoritas que han hecho de las ciudades unos lugares menos hostiles para vivir:
1. Los domingos sin coches de Yakarta. Indonesia da un respiro de valor incalculable a su principal ciudad una vez por semana al prohibir el tráfico a los automóviles por el centro de la ciudad. Desde 2007, la ciudad asiática cierra sus vías principales al transporte particular desde las 6:00 de la mañana para tratar de incentivar el uso de la bicicleta y las actividades físicas al aire libre en unas avenidas que normalmente están muy congestionadas. En una visita, el alcalde Londres, Boris Johnson, quedó tan asombrado que estudia sumar la iniciativa al paquete de medidas que están reduciendo drásticamente la congestión de la capital británica, como el peaje por entrar al centro en coche.
Así es el tráfico en Yakarta todos los días menos los domingos. Getty
2. Los incentivos a los ciclistas en varias ciudades europeas. Varias ciudades Alemania, Bélgica, Dinamarca, Gran Bretaña y Países Bajos ya ofrecen algún tipo de estímulo a los que se animen a usar este transporte diariamente como ayudas para la compra de bicicletas nuevas. Los últimos en unirse a esta lista han sido los franceses, que preparan un plan para que las empresas den bonificaciones a los empleados que acudan a trabajar en bicicleta a cambio de exenciones fiscales.
3. Los techos verdes obligatorios de Toronto y Copenhague. Desde hace dos años, la ciudad canadiense ha visto cómo el color verde invadía sus tejados gracias a una normativa que obliga a que todos los edificios de más de 2.000 metros instalen vegetación en sus tejados. Hace tan sólo unos meses, Copenhague seguía sus pasos con miras a reducir las emisiones de CO2 a la mínima expresión en 2025. El modelo a seguir es Alemania, donde la tradición de los llamados “techos verdes” ha hecho innecesaria la legislación. La vegetación y los huertos urbanos invaden las azoteas alemanas desde los años sesenta, medio siglo en el que han podido estudiar cómo los techos verdes absorben la humedad, moderan las temperaturas de las ciudades y las protegen de los rayos UVA, entre otros beneficios.
Los techos verdes de la ciudad. Ayuntamiento de Toronto
4. El SolaRoad, un carril hecho de placas solares en Krommenie, Holanda. Los Países Bajos han demostrado que es posible invertir en energías renovables e infraestructura ciclista al mismo tiempo con esta vía. El proyecto, que solo tiene un mes de vida y de momento solo ha instalado unos 70 metros de vía, es capaz de generar 140 kilowatios por hora, el equivalente de 140 ciclos de lavadora, según explicó el portavoz del proyecto, Jannemieke van Dieren, en su inauguración.
El carril de placas solares holandés. Solaroad
5. Los barrios ’20 minutos’ de Portland. Se llaman así porque consisten, sencillamente, en que todos los barrios de la ciudad dispongan de los suficientes servicios como para que cualquier ciudadano pueda satisfacer la mayor parte de sus necesidades sin tener que desplazarse más de 20 minutos caminando. Además de los beneficios ambientales derivados de la reducción del uso del coche, según las autoridades, los habitantes de esta ciudad norteamericana ahorran unos 850 millones al año gracias a este proyecto integral que ha ayudado a empequeñecer la ciudad.
6. La intervención de solares como en Zaragoza o Aguascalientes (México). En la capital aragonesa se llevaron a cabo una serie de intervenciones artísticas en algunos de los puntos que más la afeaban: sus solares. Además de mejorar desde el punto de vista estético, proporciona a los más pequeños lugares en los que jugar y a los vecinos, que participan en el “rescate”, espacios para reunirse. En el caso del parque Línea Verde del oleoducto de Aguascalientes, se convirtió un solar -no se puede edificar sobre un oleoducto- con graves problemas de inseguridad e insalubridad en un moderno parque con equipamiento para el ocio y los deportes al aire libre. Además, para su construcción se contó con la participación de los vecinos, que ahora no permiten que el elemento que ha revalorizado sus casas se venga abajo.
Imagen del proyecto Esto no es un solar. Zaragoza Vivienda
7. La recuperación de espacios contaminados como el Río Cheonggyecheon en Seúl. Este canal fue literalmente recuperado, ya que se encontraba sepultado bajo una gran autopista que había deteriorado notablemente la calidad del aire del centro de la capital coreana. Uno de los motivos de su éxito fue la participación ciudadana. Para llevarlo a cabo, los responsables del proyecto realizaron más de 4.000 entrevistas con los vecinos y comerciantes de la zona antes de comenzar las obras. Además de recuperar un espacio, supuso acabar con una importante fuente de contaminación. Algo parecido buscan hacer en Copiapó, Chile, para multiplicar las áreas verdes metropolitanas en el país.
El recuperado río coreano. sisul.or.kr
8. El programa ‘Basura Cero’ de San Francisco. El ya viejo concepto ‘basura cero’ ha sido el leimotiv que ha guiado un cambio en la legislación de varias ciudades, orientado a la reducción de los residuos y el fomento de la cultura de la reutilización y el reciclaje. Aunque la ciudad australiana Canberra fue la pionera con su plan ‘Basura Cero en 2010’, los californianos son los que más cerca están de conseguir su objetivo para 2020. Una estricta legislación ha conseguido que se recuperen un 80% de los residuos, incluidos los orgánicos, que se convierten en compost que es vendido como abono.
Oakland, también en EEUU o Buenos Aires son otras de las decenas de ciudades que también están intentando reducir los residuos a la mínima expresión. Un caso paradigmático es el de Oslo, cuyas políticas orientadas a la reducción de residuos y a su reconversión para producir energía han hecho que la ciudad noruega necesite importar basura para dar trabajo a las plantas procesadoras de basura con las que cuenta.
9. El Cambio Verde de Curitibá. El municipio brasileño lleva varias décadas trabajando para convertir la ciudad en un lugar más habitable. Estos esfuerzos han llenado la ciudad de espacios verdes e infraestructuras para el transporte no motorizado, y han logrado que se recicle el 70% de la basura que se produce. Ya en los años noventa, la ciudad fue premiada por el programa del Medio Ambiente de las Naciones Unidas y, desde entonces, se la considera un ejemplo de sostenibilidad en la región y en el mundo. Una de las iniciativas más rompedoras es el Cambio Verde, que busca involucrar a las comunidades más desfavorecidas, ofreciéndoles productos básicos, billetes de autobús e incluso entradas para eventos sociales a cambio de sus bolsas de plástico, envases y otro tipo de basura reciclable.