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De la misma forma que eligió la isla de Lampedusa y el drama de la inmigración para convertir su primer viaje apostólico en un alegato contra la “globalización de la indiferencia”, el papa Francisco ha querido que su primera encíclica propia –la anterior había sido escrita en su mayor parte por Benedicto XVI— se convierta en una defensa apasionada de la ecología. Según fuentes del Vaticano, la encíclica en la que Jorge Mario Bergoglio y un significativo grupo de asesores –entre los que destacan el cardenal ghanés Peter Turkson y los teólogos argentinos Carlos María Galli y Víctor Manuel Fernández– llevan trabajando desde otoño de 2013 está ya prácticamente lista e incluso podría publicarse a lo largo del mes de enero. El Papa nunca ha ocultado su enorme preocupación ante el que considera uno de los más grandes desafíos de la humanidad, “la custodia de la creación y la ecología”.

Ya no queda ninguna duda de que el jesuita Bergoglio, se esperara o no ser elegido Papa tras la renuncia de Joseph Ratzinger, tenía muy claro desde el primer día su proyecto de Iglesia. No sólo porque sus primeros desplazamientos por él elegidos –las islas de Lampedusa y Cerdeña— quisieran escenificar el viaje hacia las periferias de la inmigración y el paro, sino porque ya en la primera misa de inauguración del pontificado, el 19 de marzo de 2013, subrayó la importancia de “custodiar la naturaleza”. Dijo entonces que Francisco de Asís, en cuyo nombre y mensaje quiere inspirar su papado, representa el modelo de vida austero, respetuoso con la creación, tan lejano a la actual “cultura del descarte”, por culpa de la cual en unos países se derrochan de forma caprichosa alimentos y recursos naturales mientras en otras latitudes millones de personas mueren de hambre. Sólo cuidando la naturaleza, advirtió el Papa, es posible también “custodiar a la gente, preocuparse por todos, especialmente por los niños, los ancianos, los más frágiles”.

Han sido muchas desde aquel día las referencias de Francisco a la protección de la naturaleza, tanto a lo largo de sus viajes como en las audiencias en la plaza de San Pedro. El pasado mes de mayo, ante unos 100.000 peregrinos llegados de todo el mundo, Bergoglio advirtió: “La naturaleza no es una propiedad de la que podamos abusar a nuestro antojo, ni mucho menos es la propiedad de unos pocos, sino un don de todos, que debemos custodiar. Si destruimos la creación, la creación nos destruirá a nosotros. ¡Nunca lo olvidéis!”. El Papa ha sacado a colación en varias ocasiones un dicho popular: “Dios perdona siempre, los hombres algunas veces, la naturaleza nunca”. Y, el pasado mes de julio, declaró: “Estamos destruyendo la Creación. Matamos la naturaleza sin darnos cuenta de que nos estamos quedando con un desierto, no con un jardín”. El pontífice admitió que estaba escribiendo una encíclica que podría llevar el nombre de “La ecología de la Humanidad”.

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Aunque por personas interpuestas, en el Vaticano se supo enseguida que Jorge Mario Bergoglio había decidido que la primera encíclica de su puño y letra –la anterior, La luz de la fe, publicada en julio de 2013, pertenecía en su mayor parte a Ratzinger– se centrase en la relación del hombre con la naturaleza. Ya el pasado mes de febrero, monseñor Federico Lombardi, portavoz de la Santa Sede, confirmó que el Papa así se lo había comentado al presidente francés Francois Hollande, y distintas personalidades del mundo religioso –entre ellas el obispo austriaco Erwin Kräutler, misionero desde hace 50 años en la Amazonia brasileña, o Encarnación del Pozo, la ministra general de la Orden Franciscana Secular— han asegurado que el Papa les ha consultado de cara a la redacción de su circular al orbe católico. Pero lo cierto es que el núcleo central de la encíclica se ha escrito entre Roma y Buenos Aires.

El Papa ha querido que la parte doctrinal sea sustentada por los dos máximos responsables del Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz, su presidente, el cardenal ghanés Peter Turkson, de 66 años, y su secretario, el obispo italiano Mario Toso, de 64 años, un prestigioso experto en teología y filosofía, aunque “demasiado progresista” para algunos conciliábulos vaticanos. La parte expositiva también ha sido redactada por dos de las personas más cercanas a Bergoglio. El arzobispo Víctor Manuel Fernández, rector de la Pontificia Universidad Católica de Argentina (UCA), y el sacerdote Carlos María Galli, doctor en Teología por la UCA. Según una fuente conocedora de la encíclica, la encíclica será “otro bombazo mediático” al más puro estilo de Bergoglio. Esto es, aumentará el consenso mundial en torno a su autoridad moral mientras los sectores más tradicionalistas del Vaticano seguirán observándolo con cierto desconcierto.