El jefe de Investigación de laSexta, Manuel Marlasca, sostiene que “el buen periodismo es imprescindible para que un país sea sano”, eso sí, un periodismo “que sea solvente y tenga la confianza del ciudadano”. Denuncia que “la mezcla de información y de opinión ha puesto todo patas arriba” y, con ello, perjudicado la imagen y credibilidad del periodismo en su conjunto. “Antes estaba clara la diferencia entre opinión e información, pero ahora hay hasta titulares editorializantes”, sentencia.
En una entrevista en los ‘Encuentros Digitales’ en la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA), Marlasca, cuestionado por el profesor de Periodismo Luis Miguel Belda, afirma que solo puede haber dos clases de periodismo, “el bueno o el malo”, y en lo que concierne al área que domina, el de la investigación, subraya que “todo buen periodismo tiene una parte muy importante de investigacion”, porque supone “acercarse a la verdad lo más posible y eso sirve para todo tipo de periodismo”. En este sentido, defiende que todo periodista ha de tener “una carga de investigación” en el ejercicio de su oficio, ya sea periodista deportivo, político o económico.
Un periodista de investigación que, por definición, “lo primero que tiene que hacer es ser una persona que lee, que se informa, que no se conforma y que tenga esa mirada de ir un poco más allá, ese mirar entre líneas y buscar el sitio que sabes que va a ser un caladero” de información, enjuicia.
Marlasca, forjado a lo largo de su carrera en medios caracterizados por la investigación periodística, como las revistas ‘Interviu’ o ‘Paris Match’, reivindica el papel del periodista veterano, ese del que se están desprendiendo las redacciones con ocasión de la crisis económica: “Lo más importante en este oficio, que se ha perdido, es ese padrinazgo que había antes, de ese periodista mayor hacia el joven, al que indicaba el camino por el que tenía que ir”, se lamenta.
El despechado como fuente informativa
Por otra parte, advierte de los riesgos que para el ejercicio del periodismo de investigación comporta un uso irresponsable y no bien calibrado de las potenciales fuentes informativas. En este contexto, recuerda que, en periodismo, “nadie te cuenta algo de manera altruista” y, partiendo de la base de que un soplo no es necesariamente una fuente de información, si al periodista le llega una confidencia, “es siempre porque al confidente le conviene”. Por ello, subraya, “las confidencias, los soplos anónimos hay que manejarlos con mucho cuidado”.
Abunda en esta idea al señalar que, para un periodista, “no hay nada mejor que un despechado como informador: un concejal al que no le llegó el dinero prometido” en forma de comisión, “un empleado despechado; el despechado es un pozo sin fondo de información”, ironiza, y, al mismo tiempo, alerta: “. Toda información, por muy solvente que parezca la fuente, hay que contrastarla”.
Aprovecha para citar el caso de ‘garganta profunda’en el ‘caso Watergate’, del que se supo hace pocos años que era un alto funcionario del FBI que actuó por despecho, y que se saldó con la dimisión del presidente de EEUU, Richard Nixon. Pero lo hace Marlasca para distinguir que en aquel caso a los periodistas “no les bastaba con la información que le facilitó” ‘garganta profunda’, y que, “aunque partieron de esa fuente anónima”, luego “van acercándose, quitando capas y hasta que no tienen la constatación de varias fuentes no publican nada”, además de contar con el respaldo absoluto del director y editor del medio, ‘The Washington Post’.
Por último, manifiesta su total oposición a pagar por información: “La venta de información es muy peligrosa”, dice, y rechaza por completo el uso periodístico de la ‘cámara oculta’, pues, enjuicia, “es una herramienta para la Policía, pero nunca debe serlo de un periodista”, ya que “el mérito del periodista es que alguien sepa quién soy y que lo voy a publicar”. De igual modo, se muestra crítico con Wikileaks como fuente informativa, entre otras razones, porque con la difusión de datos de los que se hicieron eco importantes medios, “se puso en peligro la vida de gente y eso un periodista no lo puede hacer. Hay bienes mayores a proteger que tu noticia, que es la vida de alguien”, concluye.
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