Rogelio García Lupo. Amigo de Walsh, García Márquez, el Che y Fidel, un filme retrata al maestro de la investigación que donó sus archivos a la Biblioteca Nacional
Por: Isidoro Gilbert*
Estaba en la tarima donde agradecía el premio a la trayectoria que la Fundación Nuevo Periodismo le entregara en Monterrey en 2007 cuando Rogelio García Lupo miró al anfitrión, su amigo Gabriel García Márquez para decir que él también consideraba al periodismo la mejor profesión del mundo .
La escena forma parte del documental A vuelo de Pajarito que realizó Santiago García Isler su hijo a guisa de homenaje de uno de los más enormes y queridos periodistas argentinos. A García Lupo desde adolescente lo apodaron pajarito , acaso por su delgadez, tal vez por su capacidad de percepción, de volar alto y mirar con atención. La película se estrenó ayer, 18, en el Malba y se repetirá el 25 de julio y el 1° de agosto, a las 19.
García Isler ha hecho un buen trabajo, que no es cronológico, no toca cualquier aspecto de esta vida tan interesante: por caso no se refiere a la larga cárcel que sufrió García Lupo en los 50 por oponerse a la apertura al capital norteamericano para explotar el petróleo patagónico. Puso la cámara en los sitios secretos de trabajo de su padre y se ayudó de la creativa animación de su hermano Pablo García Berdeja. Delicadamente optó por narrar él mismo algunos acontecimientos de la vida de García Lupo, uno esencial, donde gira gran parte del documental: la entrega del mítico archivo de Rogelio, más de medio siglo de reunir papeles, anotaciones, documentos, guardados en centenares de cajas. Su dueño decidió, al pasar los 80 años, ponerlo en manos de la Biblioteca Nacional, como lo resalta su director Horacio González durante la firma de sesión de ese importante auxilio para hurgadores que quieran abordar más de 60 años de historia argentina, de sucesos, personajes e investigaciones. Camino a un lugar útil. Queda aún su biblioteca.
García Lupo integró junto a su amigo Rodolfo Walsh la Comisión Investigadora del Caso Satanovsky que se formó en 1958 en la Cámara de Diputados bajo la presidencia del radical Agustín Rodríguez Araya. Satanovsky era un abogado de origen judío pero perteneciente a la elite argentina, dueño de un estudio jurídico donde fue asesinado al no entregar los papeles que acreditaban la propiedad del vespertino La Razón que la Secretaria de Inteligencia quería controlar para ponerla al servicio de la Libertadora. Walsh escribirá como parte de esas indagaciones El Caso Satanovsky .
Ese vínculo entre García Lupo y Walsh se inició cuando eran jóvenes y militaban en la Alianza Libertadora Nacionalista, de prosapia falangista, pero donde se dio el fenómeno de que algunos muchachos con el tiempo viraran a posiciones de izquierda. Esa amistad lo unió en numerosos proyectos y años mas tarde, fueron convocados al bar La Paz por Jorge Masseti que había estado en Sierra Maestra con los revolucionarios de Fidel Castro como periodista que después de la entrada triunfal en La Habana, el 1º de enero de 1959, adhirió a la Revolución. Le encomendaron crear una agencia de noticias que contrabalanceara a las grandes redes informativas de EE.UU. y Europa. Así nació Prensa Latina (Prela). En esa mesa del café porteño, Rogelio, Walsh, Roberto Giachetti, Carlos Aguirre, Muñoz Unsain, entre otros, aceptaron el convite. El documental registra por donde anduvo Rogelio en La Habana, sus funciones nocturnas en Prensa Latina, sus diálogos casi cotidianos con el Che, ansioso por conocer las novedades argentinas. García Isler entrevistó en Cuba a compañeros de ese acontecimiento en México, donde reside hace tiempo.
También a Luis González O Donnell, quien creó la sede local de Prela. Más tarde cuando ambos se desvincularon de ese proyecto, fundaron aquí la revista Usted, antecedente inmediato de Primera Plana, que otro amigo de ambos, Jacobo Timerman puso en movimiento. En Primera Plana también trabajo Rogelio, pero durante el régimen de Onganía su nombre era mal visto por el poder: debió firmar como Benjamín Venegas.
Rogelio cuenta que pretendió ser abogado, pero el periodismo fue más fuerte y entonces desde que ingresó a la revista Continente a mediados de los 50, no dejó de escribir. Estuvo en esa década en Noticias Gráficas, en publicaciones de la CGE que creó su amigo José Ber Gelbard y en Qué sucedió en 7 días bajo la dirección de Rogelio Frigerio.
En los 60 siendo corresponsal del mítico semanario Marcha de Montevideo decide compilar sus artículos sobre la siempre tensa situación militar, que tituló La Rebelión de los Generales . La edición fue decomisada (pronto se reeditará con introducción de Fabián Bosoer). Le siguieron muchos otros textos, algunos clásicos, como Historia de unas malas relaciones ; Argentina en la selva mundial ; Mercenarios y Monopolios en la Argentina ; Diplomacia secreta y rendición incondicional ; El Paraguay de Stroessner ; Ultimas Noticias de Perón y su tiempo ; Ultimas noticias de Fidel Castro y el Che; etcétera.
Amén de ser periodista, fue editor y un temprano Mad Men porteño en la agencia Publiart. Mis tres oficios , comenta en la película. El oficio de editor en Ediciones B lo mantiene aún hoy; antes estuvo en Legasa y con Jorge Alvarez pero sobre todo como gerente en Eudeba, a donde llegó del brazo de Arturo Jauretche. Logró quitarle a la empresa que fundó con éxito Boris Spivacow, el tufillo clerical y medievalista que obtuvo bajo el onganiato. Ya se sabe qué pasó luego de la primavera camporista: recibió amenazas, por lo que salió por algún tiempo del país, y con la dictadura se vio obligado a ganarse el sustento en una empresa constructora.
Periodista profesional, lo fue también militante ad honorem. A la caída de Arturo Illia, sus amigos Raúl Alfonsín y Mario Monteverde lo convocaron para escribir en el quincenario Inédito acompañado por Gregorio Selser. De la misma manera fue su participación en el memorable semanario CGT de los Argentinos. La redacción básica estaba conformada por García Lupo, Walsh, Horacio Verbitsky, Piri Lugones y otros. Todos actuando con un sentido militante aunque Rogelio no era peronista sino, siempre, un nacionalista influenciado en su hogar y en la Alianza Libertadora pero que se deslizó al progresismo y la izquierda antiimperialista.
En Clarín publicó investigaciones valiosas. Una de ellas sobre lavado de dinero que llevaba al BCCI del saudita Gaith Pharaon derivó en un juicio reclamado por el banquero. García Lupo demostró en los estrados judiciales la veracidad de sus investigaciones y Pharaon, abrumado, reaccionó: todos los bancos lavan dinero . La jueza Servini de Cubría inició entonces una causa contra el entonces invencible banquero y traficante de armas. Intervienen en el documental algunos de sus amigos: Juan Gelman, Osvaldo Bayer, Eduardo Galeano, el cubano Juan Marrero, Sábat, Daniel Divinski, Julio Diez, quien esto escribe y más.
Advierte García Lupo en el filme: la era digital es responsable de que las empresas mediáticas se concentren y condenan el futuro del diario y los archivos de papel. Y que la consulta en Internet generará repetición de errores y una interpretación única de la historia. Para pensar.
*Periodista
Fuente: Bitécora