Más de 575 homicidios y 695 “levantones” en la crisis de inseguridad ocasionada por la pugna entre Chapos y Mayos.
Cortesía/Río Doce/Roxana Vivanco
En la calle Fernando Miramontes, de la colonia 21 de Marzo, cuando apenas cae la noche, también bajan las cortinas de los pequeños negocios abiertos en cocheras o locales. En la zona casi a diario hay hechos violentos, lo que ha modificado las rutinas, los horarios y la vida cotidiana. María, una madre de familia vecina del sector, señala que desde que inició la pugna entre Mayos y Chapos el pasado 9 de septiembre, ha sentido la violencia muy cerquita, lo que la ha llevado a vivir en constante incertidumbre.
“El primer Culiacanazo no me tocó, no estaba aquí, y el segundo yo sentía más lejano todo, como que no nos llegaba a nosotros, no involucraba a la población, ahorita no, lo siento muy cerca, aquí en la calle todos los días la violencia, en la zona donde vivimos, nos toca de cerca vivirla, escucharla, oír los helicópteros, es muy desgastante, no saber lo que está pasando”, señala.
“Como mamá, horrible, porque mandas a tus hijos con el miedo a la escuela, porque las clases no las suspenden, estás con el miedo si tus hijos van a regresar, si les va a tocar un balazo, siempre estás con incertidumbre, con mucho miedo, también por mis hijos que salen a trabajar, porque no sabes si les va a tocar una balacera y ahora con las quemas de las casas, aquí han quemado casas muy cerca. Tengo conocidos, amigos que han secuestrado a sus hijos, incluso han matado a algunos, de vecinos que les han secuestrado familiares por los que han pagado rescates, han balaceado casas aquí cerca y se han llevado a muchas personas”.
A raíz de la ola de violencia generada por la pugna interna del Cártel de Sinaloa, que el martes cumplirá 100 días, María redujo las salidas por compras al mínimo y se olvidó de los paseos, las idas al cine, a desayunar o comer, menos cenar. Para ella no hay condiciones para una vida “normal” en Culiacán. Su rutina es la misma que ahora repiten cientos de culichis.
La zona sur de la ciudad se ha convertido en un foco rojo dentro del conflicto armado entre Chapos y Mayos, con constantes ataques y quema de viviendas y “jugadas”, asesinatos y “levantones”. Apenas la tarde del jueves, en el bulevar Agricultores, casi esquina con la calle Campanillas, en la colonia Laureles Pinos, ubicada en el mismo sector, un enfrentamiento entre grupos rivales dejó tres personas sin vida, entre ellas dos víctimas colaterales: Rosa María, la dueña de la taquería frente a donde fue el ataque, y otra mujer más, además de cuatro heridos, todos integrantes de una familia, quienes circulaban por la zona. Entre ellos iban Ángel, un niño de 10 años y su hermano Juan, de 18.
Casi de forma simultánea, a un kilómetro de distancia, en la colonia Las Coloradas, dos hombres a bordo de una moto fueron asesinados a balazos por un grupo armado en la avenida Abedules. Y un cadáver envuelto en una sábana fue abandonado en la colonia Renato Vega Alvarado y tres horas más tarde otro más en la entrada de la sindicatura de Costa Rica. Esa misma noche en otro sector de la zona sur de Culiacán, en la colonia Margarita, un comando disparó contra una “jugada”, asesinando a un hombre y dejando a una mujer herida. Ese día en total fueron asesinadas ocho personas en Culiacán y 11 en todo Sinaloa.
El viernes 13 de diciembre dos jóvenes que habían llegado a la Vicefiscalía General del Estado, en Culiacán, para reclamar el cuerpo del hermano de uno de ellos, el cual fue encontrado asesinado a tiros en el trébol de Costa Rica una noche antes, fueron interceptados afuera de las instalaciones y “levantados” por un grupo armado. Y durante la tarde de ese mismo día, un motociclista fue ultimado a balazos en la colonia Emiliano Zapata, al sur de Culiacán. Una de las balas disparadas contra el motociclista alcanzó al encargado de un expendio de cerveza, quien falleció en el lugar.
“Desde que inició esto la vida diaria se convirtió en una incertidumbre, el solo hecho de salir de casa, estar revisando diario antes de ir a trabajar si pasó algo cerca de los sectores en donde uno vive o trabaja…, el hecho de salir tarde del trabajo o entrar muy temprano y de tratar de no trasladarse a oscuras…, y como médico, traer una bata o uniforme quirúrgico te arriesga a que puedan llevarte a atender sus heridos, el ambiente hospitalario se tornó difícil, el atender y recibir pacientes, los cuales pueden comprometer la seguridad del personal, así como el riesgo de que vayan a ultimarlos, se vive y se trabaja con ese miedo diario, porque uno como médico tiene que seguir laborando, seguir atendiendo a sus pacientes y no es posible darse el lujo de no acudir”, dijo “Alejandro”, médico de profesión.
Un llamado en el desierto
La pugna tiene su origen en la detención de Ismael Zambada García y de la carta publicada el 10 de agosto por el capo, en la que acusó a Joaquín Guzmán López de haberlo entregado a Estados Unidos. En la misiva el Mayo hizo un llamado a la no violencia: “Nada se resuelve con violencia. Ya hemos recorrido ese camino y todos perdemos”. Pero en Culiacán ocurrió lo contrario y 33 días después, la facción de los Mayitos y los Chapitos entraron en pugna.
Desde el 9 de septiembre y hasta el 9 de diciembre, es decir hasta el día 92 del conflicto de las dos facciones del Cártel de Sinaloa, las cifras de asesinatos y “levantones” no son precisas. La Fiscalía General del Estado da las propias: 555 homicidios dolosos en ese periodo, de los cuales 419 ocurrieron en la zona centro, donde se ubica Culiacán. Los muertos en enfrentamientos no figuran en esa estadística. Se desconoce, por ejemplo, cómo se catalogaron los 19 hombres abatidos por el Ejército durante un presunto enfrentamiento el 21 de octubre en el ejido El Doce, al oriente de Culiacán. Ese día la Fiscalía estatal sólo reportó tres homicidios en Sinaloa.
Del martes 10 al jueves 12 de diciembre, la FGE reportó 20 homicidios dolosos más en el estado, con lo que el número de asesinatos sumó 575.
A la ola de homicidios, se suma otra crisis que se ha extendido a Eldorado, Navolato, Elota, San Ignacio, Concordia y recientemente Mazatlán, la de las desapariciones. La Fiscalía da cuenta de 695 personas que han sido privadas de la vida, de las cuales 372 permanecen aún desaparecidas, mientras que 82 fueron localizadas sin vida y 241 con vida. De las personas “levantadas”, 447 fueron en la zona centro.
Mientras que los asesinatos y ataques a viviendas y jugadas se han concentrado en las últimas semanas en la zona sur, no así el robo de vehículos, que se ha mantenido constante en toda la ciudad. La FGR reporta mil 482 unidades robadas desde el 9 de septiembre, la mayoría con violencia.
El gobierno no puede
En medio de la crisis de inseguridad, la presidenta Claudia Sheinbaum ha enviado en dos ocasiones a Culiacán a Omar García Harfuch, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, la última apenas el 3 de diciembre, sin que esto haya logrado reducir los niveles de violencia.
“Estuvo ahí el secretario de Seguridad (…) Ya pasó una semana que se fue el secretario Omar García Harfuch a Sinaloa. Se fue a coordinar las actividades de las fuerzas federales y de las fuerzas estatales. Hubo resultados muy importantes, detenciones muy importantes al igual que aseguramientos de droga”, destacó Sheinbaum el miércoles 11.
Durante la visita del funcionario federal presumió como máximo logro, el aseguramiento histórico de más de una tonelada de fentanilo en Los Mochis, así como la detención de personas ligadas a su producción y tráfico. De como buscarían frenar los homicidios y “levantones”, no dijo nada. Durante su estancia, el viernes 6 de diciembre de 2024, Policías estatales fueron emboscados por un grupo armado frente al Aeropuerto de Culiacán. Un elemento murió y cuatro resultaron heridos. El ataque presuntamente iba dirigido contra el comandante Caimán.
En medio de la violencia, el gobernador Rubén Rocha, quien en un principio minimizó la crisis de inseguridad, ha ido suavizando su discurso e inició giras de acercamiento en zonas conflictivas, así como programas de apoyo para los sectores económicos afectados, luego que ciudadanos se organizaran para realizar la actividad “Jalemos con la Banda”, a favor de músicos y meseros, y de que empresarios pidieran apoyos en la Ciudad de México.
Y mientras la paz no llega, en Culiacán los habitantes se levantan cada día buscando los hechos violentos, para trazar rutas, decidir si envían a sus hijos a la escuela, evitando siempre estar en la calle en la noche, en tanto los grupos delictivos evaden las decenas de convoyes de la policía, del Ejército, Guardia Nacional y la Marina, para perpetrar asesinatos o ataques, para luego desaparecer sin que nadie los detenga. Al día siguiente la historia se repite.
Artículo publicado el 15 de diciembre de 2024 en la edición 1142 del semanario Ríodoce.