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Cortesía/Río Doce.

Después del enfrentamiento y quema de un autobús en La Rastra, 95 personas abandonaron el poblado

La violencia en la sierra de Rosario arroja números crudos: al cierre de esta edición se estimaba que eran 95 personas de la sindicatura de La Rastra las que estaban abandonando el pueblo por temor.

El refugio inmediato fue la cabecera municipal de Rosario, pero poco a poco estos grupos de desplazados van buscando reacomodo en Escuinapa y Mazatlán, aunque la Secretaría del Bienestar (Sebides) a cargo de María Inés Pérez Corral ya trabajaba en la logística para habilitar albergues.

El “desliz” del gobernador Rubén Rocha Moya, quien el pasado 3 de septiembre declaró que la violencia en la sierra ocurre en Durango, y no en Sinaloa, la realidad es que La Rastra (Rosario) y Las Negras (Durango) son territorios que históricamente han estado bajo el dominio de grupos armados sin que el Ejército, Guardia Nacional, policías estatales y municipales, puedan hacer algo para erradicarlo.

Desde junio pasado, el secretario de Seguridad Pública estatal, Gerardo Mérida Sánchez, prometió que la zona serrana de Rosario se reforzaría con el establecimiento de un destacamento con militares y policías estatales, pero los eventos de alto impacto no dejan de presentarse.

El alcance de los enfrentamientos en La Rastra se remontó al de los jueves negros de Culiacán por la quema de un autobús de pasajeros de la ruta La Rastra-El Rosario, la tarde-noche del lunes 2 de septiembre.

Sin pérdida de vidas de pasajeros qué lamentar, los hombres armados que se confrontaron durante cuatro horas, atravesaron el vehículo y le prendieron fuego. 

Al día siguiente las autoridades confirmaron la detención de tres personas por dichos hechos violentos y el aseguramiento de cinco armas largas, 65 cargadores y siete chalecos tácticos.

Azorados, los vecinos se han limitado a observar el paso de los convoyes de militares, guardias nacionales y policías estatales. La presidencia municipal poco o nada puede hacer bajo el mando de una alcaldesa que se niega a proporcionar información a los reporteros que el pasado domingo la abordaron en Mazatlán para conocer la situación que se vive en su municipio. 

Aunque trascendió que Claudia Valdez se reunió en privado con personal militar en el Puerto, no quedó claro cuál fue el planteamiento expuesto, si es que lo hizo.

Los tres años que acaba de gobernar la alcaldesa también se han caracterizado por un aparente abandono de pueblos de la sierra aledaños a Santa María, al menos de eso dan cuenta los desplazados que viven en Villa Unión y la periferia del puerto, sin pasar por alto la familia que sufrió un atentado en septiembre de 2023, dejando como saldo a dos menores de edad heridos de bala, y una niña de tres años abandonada en una gasolinera y entregada posteriormente a su madre, tras una persecución cuando iban llegando a la ciudad por la colonia Esperanza.

También durante la primera semana de septiembre, los enfrentamientos entre Matatán y La Batanga dejaron dos civiles muertos. Los pueblos más calientes entonces eran Las Negras, Durango, las inmediaciones de la presa Santa María, el nuevo Santa María, Tecomate, Palmarito, La Rastra y Matatán. 

El tema no es nuevo. Las rencillas entre grupos delincuenciales no dan tregua a un gobierno permisivo que prefiere voltear a otro lado y limitarse a dar a conocer el saldo de los decomisos de armas de fuego, equipo táctico y detención de personas, pero no de acciones estratégicas y concretas que permitan a los habitantes de la zona serrana vivir en paz.

En Culiacán localizan siete cadáveres

Después del jueves negro en la zona de Jesús María y los hechos violentos en la sierra de Sinaloa, en Culiacán fueron localizados siete cadáveres en una brecha que inicia donde se cruzan la calle del Oslo y la avenida Vinoramas, del fraccionamiento del mismo nombre y que se ubica junto al fraccionamiento Punta Azul, en la zona de Barrancos.

COLONIA VINORAMAS. Siete cuerpos hasta el viernes.

En el camino de tierra, bordeado por maleza que ha crecido por las lluvias, se localizó una primera osamenta la mañana del jueves 5 de septiembre por personal de la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas Desaparecidas en Sinaloa.

Horas más tarde se encontraron cuatro cadáveres más. Ninguno estaba sepultado, sino que fueron abandonados a ras de tierra y cubiertos con lonas, escombro y basura.

Algunos cuerpos presentaban signos de descomposición, pero otras aún tenían tejido orgánico. Una de las víctimas también había sido calcinada. Todos se encontraron en un radio de 50 metros.

La mañana del viernes 6 de septiembre, una vez que se reanudó la búsqueda, las autoridades hallaron dos cadáveres más en la misma zona.

Para entonces el número había aumentado a siete.

Hasta el viernes por la noche no se había dado a conocer información o características de los fallecidos.

Artículo publicado el 08 de septiembre de 2024 en la edición 1128 del semanario Ríodoce.

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