PAN y PRD, nada para ofrecer en 2018
POR MÉXICO AL FRENTE. Las manos vacías.
Ismael Bojórquez/Río Doce
¿Qué tiene para ofrecer el PAN? ¿Qué tiene para ofrecer el PRD? ¿Qué tiene que ofrecer la coalición Con México al Frente? ¿Qué están haciendo en las entidades que gobiernan?
Cuando se perfiló la candidatura presidencial de Ricardo Anaya, por la coalición Por México al Frente, los interesados hicieron cálculos numéricos muy optimistas. En 2016 el PAN, en alianza con otros partidos, logró siete de las gubernaturas que se pusieron en juego y sumó 12 entidades gobernadas, con las cinco que ya tenía. “40 millones de gobernados”, presumían. El escenario, decían, no podía ser mejor. El PRD ya gobernaba en CDMX, Michoacán y Tabasco. Tendrían, para las elecciones de 2018, estructuras gubernamentales —que incluyen recursos económicos y materiales— que trabajarían a su favor y eso les permitiría, poco más o menos, refrendar el voto azul-naranja-amarillo.
Pero las cosas no eran tan sencillas. A 20 días de que arranquen las campañas, las posibilidades de triunfo de esa candidatura se mantienen vigentes, pero con graves problemas de despegue. No levantó en las precampañas; el impacto de su lanzamiento se sofocó en los conflictos internos —que no han terminado pues muchas candidaturas en los estados siguen pendientes— y en la falta de creatividad para vender al aspirante; y el tiempo que debió dedicarle a la organización de su campaña, fue invertido en la defensa de su imagen ante la embestida de la PGR, a donde llegó una acusación de lavado de dinero que lo involucra.
Pero aun en los estados que el PAN gobierna, Ricardo Anaya enfrentará problemas que los gobernadores no han podido resolver, entre ellos la violencia. Cuatro de las cinco de las ciudades más violentas de México en 2017, según estudio del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, están ubicadas en entidades gobernadas por el PAN. Y los escenarios de violencia e inseguridad no solo no disminuyeron con la llegada de gobernadores panistas, sino se profundizaron. Es el caso de Veracruz, que registra mayores índices delictivos en homicidios, secuestros y robo de autos que los que había con Javier Duarte.
La violencia se ha disparado en Baja California Sur y repuntó notablemente en Baja California. En Chihuahua, bajo la administración del panista Javier Corral, ocurrió el crimen de más alto impacto de que se tenga memoria en las últimas décadas en esa entidad: el de la periodista Miroslava Breach. Por el lado del PRD tampoco pueden presumir mucho, pues el Michoacán, gobernado por Silvano Aureoles, es mucho más violento que bajo los gobiernos priistas, con asesinatos de periodistas y políticos.
Lo electores, cuando quieren un cambio, buscan opciones. Depositaron su esperanza en el PAN para las presidenciales de 2000 con Vicente Fox pero, ante el fracaso del vaquero, en 2006 pretendieron un gobierno de izquierda con el PRD y Andrés Manuel López Obrador a la cabeza, pero miles de obstáculos y trapacerías electorales impidieron que llegara al poder.
En estados como Durango, Veracruz, Chihuahua, Tamaulipas… los electores voltearon hacia el PAN —como lo hicieron en Sinaloa en 2010— pero las nuevas administraciones no solo no han satisfecho las aspiraciones de los electores, sino que en algunos casos ha resultado peor el remedio que el padecimiento. En Sinaloa, con el PAN se registró el gobierno más corrupto de la historia, por ejemplo. Y en Sonora, el único gobernador panista que ha tenido esa entidad, Guillermo Padrés, está preso por lavado de dinero.
Contra todo eso tendrá que luchar el candidato panista. Él mismo está siendo acusado de lavar dinero y eso, en un tema tan sensible para los electores, es ya caminar cuesta arriba. Dos encuestas recientes registran un descenso en las preferencias de los electores hacia Anaya. Si esto es así, significa que no solo no levantó en la precampaña, sino que durante el “limbo”, gracias al fuego mediático al que fue expuesto, se vino abajo.
Si a esto se agrega la clásica “cargada”, los esfuerzos de Anaya estarán concentrados, primero, en no caer más, porque algunos gobernadores tal vez no estén dispuestos a exponer su futuro apoyándolo, ante la eventualidad de que gane el candidato de Morena. No se descarta, incluso, que algunos de ellos apoyen más bien al Peje y no al candidato de su partido. Y en segundo lugar buscaría jalar de la punta a López Obrador para ver si así logra subir en las preferencias, dado el lejano tercer lugar en que se encuentra José Antonio Meade, candidato del PRI.
Bola y cadena
Y EN ESTE ESCENARIO NO hay que descartar un acuerdo entre el “joven maravilla” y la presidencia de la república para detener a Morena, cuya eficacia se alejaría en la medida en que el Peje se siga desprendiendo hacia arriba en las encuestas, como parece que está ocurriendo hasta ahora. (No hay que creernos mucho eso de que si llega a la presidencia, Anaya metería a la cárcel a Peña Nieto).
Sentido contrario
OTRO DE LOS ELEMENTOS QUE VA en contra del queretano son las candidaturas de Margarita Zavala y la del “Bronco”, que, de crecer, lo harían a expensas del voto potencial del PAN, no de Morena. No parece que atraerán muchos votos, pero en una elección cerrada, dos o tres puntos pueden ser determinantes.
Humo negro
EN SINALOA LA ATENCIÓN ESTATAL SE concentrará en la elección para senadores con candidatos de Morena de experiencia en la lucha electoral y que podrían ser beneficiados por las simpatías hacia López Obrador; por otro lado, los aspirantes del PRI, que contarán con el apoyo del partido y de la estructura gubernamental; y con candidatos de una alianza (PAN-PAS, sobre todo) que puede ser muy efectiva en términos de votos. Ya empiezan a salir chispas de esta elección… que nadie se caliente de más.
Columna publicada el 11 de marzo de 2018 en la edición 789 del semanario Ríodoce.