Editorial de Aniversario
Febrero siempre fue para nosotros un mes de festejos. Nacimos el domingo 3 de febrero de 2003 y durante 14 años encontramos la manera de agradecerles a nuestros lectores que nos hayan seguido cada semana; también a las casas comerciales que nos dieron la oportunidad de vender Ríodoce en sus tiendas y, desde luego, a las empresas e instituciones que gentilmente se han estado anunciando con nosotros.
Ríodoce ha sobrevivido a todas las acechanzas desde que nacimos bajo un gobierno que se propuso “matarnos de hambre” tirándonos un cerco para que, ni potenciales accionistas, ni anunciantes, se acercaran con nosotros. Pero fue tan fuerte el tesón por sobrevivir y la búsqueda de los sinaloenses de un periodismo crítico, que a la vuelta de dos o tres años estábamos consolidando un proyecto que se armó básicamente de sueños, con una mano atrás y otra adelante.
Sorteando amenazas navegamos durante más de 14 años este barquito de papel (el monero Arturo Vargas nos regaló esta metáfora con un logotipo para festejar nuestro primer aniversario) y hasta nos creímos inmunes.
Hasta que llegó el nefasto lunes 15 de mayo, cuando asesinaron a Javier Valdez. Si no hubiera sido así, estuviéramos de fiesta hoy.
La vida nos cambió y no son días para festejar, pero sí para refrendar esos compromisos que hicimos desde que Ríodoce vio la luz y que se han mantenido inalterados todos estos años a pesar de las bajas que, por una u otra razón —algunas miserables—, el proyecto ha sufrido.
Las razones que motivaron Ríodoce siguen ahí, por desgracia. Los espacios críticos, como lo dijimos al nacer, se han reducido “no solo producto del desinterés de los mismos medios por cuestionar todo lo que tiene que ver con la vida pública, sino también por el influjo de los mismos círculos del poder”.
Igual permanecen las desigualdades, las prácticas electorales viciadas, el dinero del narcotráfico en las campañas, la corrupción y la mediocridad administrativas, la violencia y la impunidad, los abusos policiacos y ahora también de las fuerzas armadas. Muchas de estas variables de un sistema opresivo y turbio, incluso, se han extendido y profundizado.
Por eso y por lo ocurrido con Javier Valdez, que ofrendó su vida cumpliendo los cometidos de Ríodoce, es un deber y una convicción seguir adelante. Pero queremos seguir de la mano, como todos estos años, de nuestros lectores, de nuestros anunciantes, de nuestros colaboradores, siempre con la mira puesta en el futuro de un Sinaloa y un México que merecen un destino mejor.
A todos gracias.
Artículo publicado el 11 de febrero de 2018 en la edición 785 del semanario Ríodoce.