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el teatro del ChapoDe La Cruz de Elota a Los Mochis, la travesía; desoyó Guzmán el consejo

Río Doce/Luis Fernando Nájera

Los Mochis, Sinaloa.- El primer fin de semana del 2016 se acercaba, y Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, fundador y uno de los jefes del Cártel de Sinaloa, pretendió abandonar las rancherías del sur de la entidad y pasarla en una zona urbana.

Quería salir de La Cruz, ubicada en el municipio de Elota; eligió la norteña ciudad de Los Mochis. Y de esa ciudad, su casa nueva, reconstruida en menos de un año, a no menos de 10 metros de distancia del drenaje pluvial, y habitada esporádicamente.

El jefe de su seguridad, Orso Iván Gastélum, el Cholo, se opuso. Le sugirió que era peligroso. Su jefe no lo escuchó y en los primeros minutos del jueves arribó a la casa reconstruida para él.

Estaba en un barrio envidiable, y sus vecinos también: a 200 metros lineales de distancia, la casa de Eva Valdez, madre del gobernador, Mario López Valdez; a 600 metros lineales al Secretario General de Gobierno de Sinaloa, Gerardo Vargas Landeros, y a un costado, la residencia del ex campeón mundial de box, Fernando Montiel, el Cochulito.

Ubicada en la esquina nororiente del cruce del bulevar Jiquilpan y la calle Río Quelite, en el treintañero barrio de Las Palmas, la casa fue adquirida dos años atrás por desconocidos.

Residentes del sector cuentan que los dueños, un matrimonio mormón, inesperadamente abrieron la puerta de la casa y realizó una rápida venta de garaje. Abarataron los muebles y los trabajadores de los negocios cercanos hicieron rebatinga de enseres domésticos. Desde entonces, los mormones desaparecieron.

Un año después, la casa comenzó a ser remodelada. Se levantaron muros y se colocaron protecciones. Seis olivos negros que crecían en la acera fueron fertilizados. El follaje pronto ocultó la fachada, y lo que sucedía en el interior.

Adentro, la recámara principal fue reconstruida de cabo a rabo. Y de ella, el closet tenía entrañas invisibles: un pasadizo secreto hacia el subsuelo: era el escape hacia el drenaje pluvial. El desagüe urbano tendría dos salidas. La primera, hacia el poniente de la ciudad, a 500 metros de la casa, desembocaba en el dren a cielo abierto de Juárez, bajo un puente vehicular; la segunda, al oriente, rumbo a la zona comercial, se extiende por casi 700 metros. En ese tramo, varias salidas estaban siempre disponibles, a manera de rejillas de boca de tormenta o de alcantarillas metálicas.

Una de estas últimas eligió Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, y su jefe de seguridad, Orso Iván Gastélum, el Cholo, esta madrugada de jueves, momentos antes de ser detenidos por tercera ocasión.

La operación

Es de noche, y la casera lava el piso de su casa. No quiere identificarse. Tiene miedo. Y da su razón: “la balacera de anoche nos robó el sueño y la tranquilidad. Nos obligó a rezar, a escondernos en los baños, a tirarte al piso y vivir por cuatro horas pidiendo a Jesús que nos salvara. Sabíamos que era un caso de delincuencia organizada, por tantos balazos, por tanto helicóptero, por tanto encapuchado uniformado corriendo por las calles, rompiendo puertas, gritando, insultando, tratando a todos como delincuentes. Y sí, oiga, aquí vivimos con miedo”.

Ya han pasado casi 18 horas de la operación que terminó por encerrar al líder del Cártel de Sinaloa por segunda ocasión en el Centro Federal de Readaptación del Altiplano, en el Estado de México, de donde se fugó por primera vez.

Muy temprano, casi amaneciendo, recuerda un abogado que pide reservar su nombre, se escucharon los primeros disparos. Eran las 04:00 horas, aproximadamente. Eran ráfagas cortas. Ratatata, ratatata, y luego silencio. Un vacío más prolongado y luego el boom, boom. Esos eran cincuentazos (armas calibre .50, para abatir blindaje) con seguridad, dice el letrado.

Luego, un haz de luz pasó por los techos. Un viento frío bajó del cielo y arrancó las falsas tejas de asbesto. Los ventanales y las puertas temblaron, como cuero de tambor golpeado por una vaqueta. Flap, flap, flap se escuchó en la penumbra. Amaneciendo, el abogado descubrió la razón de aquellos ruidos que lo despertaron sobresaltado: un helicóptero estadunidense Black Hawk gris, con tipos armados como francotiradores, sobrevolaba la zona. A lo largo y ancho del fraccionamiento Las Palmas, luego hacia la Scally, el Del Valle y la Teresita; el sobrevuelo continuó por más de cuatro horas. A veces el Black Hawk, y en ocasiones un helicóptero ruso MI-12, también una avioneta Cessna 203 de la fuerza Aérea y hasta un interceptor de comunicaciones, fabricado en Estados Unidos.

En tierra, los fusileros especiales de la Armada de México peinaban calle a calle, casa a casa, alcantarilla por alcantarilla, en estos cuatro fraccionamientos.

Y en las calles, los anillos de seguridad se extendían. Se expandieron hasta el norte de la carretera México 15.

Y había una razón. Había fugitivos del operativo y también caídos.

En la casa elegida por Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, y Orso Iván Gastélum, para descansar el fin de semana, un presunto gatillero estaba muerto y seis más habían sido detenidos. En la casa contigua a la vivienda de Río Quelite y Jiquilpan, otro sujeto armado quedó en el patio. En Río Baluarte número 1422 esquina con Jiquilpan, dos sujetos más terminaron sin vida, y a cinco casas de ella, casi en Río Baluarte y Cocoteros, el quinto tipo estaba muerto. Todos habían intentado huir por los techos, y fueron asesinados por los marinos, que —de acuerdo con la versión del gobierno— repelieron una agresión a balazos. Aunque todos parecen tener “el tiro de gracia” en la cabeza.

Por abajo del bulevar Jiquilpan, por el subsuelo, Joaquín Guzmán Loera y Orso Iván Gastélum huían. Recorrieron casi 700 metros de drenaje pluvial. Decidieron emerger en el crucero de Antonio Rosales y Jiquilpan, y despojar a golpes un auto Jetta, de color blanco. Lo abordaron y enfilaron hacia la salida norte de la ciudad. Las cámaras de vigilancia los siguieron. Se armó la persecución y fue entonces que quienes huían cambiaron de vehículo. Nunca lograron su objetivo, pues desde el aire el Black Hawk los detectó.

Fueron interceptados por patrulleros y entregados a los agentes federales. Estos tomaron como bunker la suite número 51 del hotel Doux e identificaron a su objetivo: el Chapo. Así, en Los Mochis terminaron seis meses de cacería del llamado delincuente más buscado.

ENGARZADA…

Fotos:

Chapo presentación 1993 1993. Primera captura.

Chapo puente grande 2001. Primera fuga.

Chapo captura 2014 2014. Segunda captura.

Chapo fuga 2015 2015. Segunda fuga.

Chapo captura 2016 2016. Tercera captura.

La historia del Chapo

Joaquín Guzmán Loera fue capturado el 10 de junio de 1993, en un operativo realizado en Guatemala. Dos años después, en 1995, fue declarado culpable y sentenciado a 20 años de prisión en el penal de Puente Grande, Jalisco, considerado de máxima seguridad, del que se fugó el 19 enero de 2001.

Para esta fuga, el Chapo presuntamente se escondió en un carro de lavandería.

El 22 de febrero de 2014, fue recapturado en una torre de condominios en Mazatlán, en un operativo de la Marina, y recluido en el penal –también de máxima seguridad- del Altiplano, en el Estado de México. Logró evadirse el 11 de julio de 2015, a través de un túnel de 1.5 kilómetros.

En uno de los operativos de búsqueda de la Marina –y luego de operativos fallidos, como el de Los Cabos, Baja California Sur, en 2012-, realizado a finales de 2014, en la zona serrana llamada triángulo dorado —confluencia de los estados de Sinaloa, Durango y Chihuahua— la Marina logró asegurar cuatro vehículos, dos de estos blindados y armas.

Los uniformados lograron asegurar vehículos, aeronaves y pistas de aterrizaje para afectar la zona de influencia y capacidad logística del Cártel de la droga. Esto permitió localizar al capo en un rancho de Pueblo Nuevo Durango, donde en octubre, elementos de la Marina llevaron un operativo para capturarlo.

Antes de huir por una cañada, las fuerzas especiales lo ubico desde un helicóptero pero como iba acompañado de dos mujeres y una niña, y se decidió no dispararle. En esa ocasión fueron detenidos siete colaboradores del Chapo, quienes aportaron información útil y relevante para la investigación. Los operativos, según el gobierno, limitaron su círculo de seguridad y las comunicaciones.

El gobierno federal informó que lograron ubicar un domicilio en Los Mochis, donde montan vigilancia por un mes. A partir del 6 de enero observan movimientos inusuales y se inicia el operativo que termina en la captura de Guzmán Loera.

Informo que la recaptura de El Chapo se dio tras una profunda investigación donde se recabaron 303 declaraciones, 111 inspecciones ministeriales, mil 142 requerimientos a diversas autoridades y contar con 191 indicios recabados en el sitio de su evasión. Se realizaron 32 cateos y 25 aseguramientos.

El Chapo fue trasladado la noche del viernes al penal de máxima seguridad del Altiplano, en el estado de México: el mismo penal del que se fugó cerca de seis meses antes.