Tiroteos, ejecuciones y desaparecidos en la montaña
17 mayo, 2015 por Luis Fernando Nájera
PROCURADOR. Sin comentarios.
PROCURADOR. Sin comentarios.
Crímenes sin rastro
La zona de la montaña, en las barrancas de la Sierra Madre Occidental, se convulsiona entre enfrentamientos de grupos rivales, asesinatos sádicos y a sangre fría, y la desaparición masiva de ciudadanos que emigraron para llevar el peso a sus familias.
La zona más golpeada del municipio es el Mezquite Caído. Este poblado perdió en una semana el ocho por ciento de su población masculina, pues reporta el asesinato e incineración de dos ganaderos y la ausencia de 11 jóvenes, todos miembros de una sola familia que emigraban a Hermosillo Sonora para trabajar en el corte de uva.
De acuerdo con el portal PueblosAmérica.com, el Mezquite Caído tendría 154 varones como población masculina que restando las ausencias bajaría a 141, un 8.4 por ciento menos.
La convulsión y zozobra a esta comunidad va en aumento, puesto que a los familiares de los 11 desaparecidos nadie les informa nada concreto y la única verdad que han obtenido es que ni la Procuraduría General de Justicia de Sinaloa ni su similar de Sonora sabe del paradero de los once muchachos ausentes desde el 3 de mayo.
Para colmo, el fiscal sinaloense, Marco Antonio Higuera Gómez, les aplicó la Ley Mordaza para que evitaran comentar ante reporteros el caso, en una segunda reunión de conciliación ocurrida el miércoles en la presidencia municipal de Choix.
En esa asamblea, el procurador de Sinaloa también acalambró a los asistentes con la innecesaria presencia del jefe de la Policía Ministerial del Estado, Jesús Antonio Aguilar Íñíguez y de su subalterno, Jesús Carrasco Ruiz.
Ante reporteros, Higuera Gómez no reveló avances en las pesquisas y sostuvo que fueron dos familiares de los once desaparecidos quienes hicieron preguntas al procurador de Sonora, Carlos Navarro Sugich.
Dijo que las investigaciones se centran en Sonora, porque Sinaloa ya hizo su parte y envió las diligencias a aquella entidad.
Insistió que hay avances, pero no dijo nada nuevo, excepto que se rastrean los celulares porque éstos son encendidos. Y después guardó silencio.
Ante las explicaciones, los familiares mejor callaron, y en silencio se retiraron de la reunión.
De acuerdo con el noticiero Proyecto Puente de Hermosillo, Sonora, el Procurador de Justicia de esa entidad, Carlos Navarro Sugich, reconoció ignorar el paradero de los 11 jóvenes desaparecidos: “No los encontramos, no sabemos qué pasó con ellos. Los seguimos buscando en ambos lados (Sonora y Sinaloa)”, habría dicho en entrevista a Luis Alberto Medina, fundador del programa.
Después, Ernesto Munro Palacio, secretario de Seguridad Pública de Sonora, declaró al mismo noticiero que los jornaleros desaparecidos no se comunicaban con sus familiares por falta de recursos para hacer una llamada o para comprar una tarjeta telefónica, y reconoció, que los buscarán en los campos agrícolas de la región.
A 12 días de la desaparición de Luis Enrique Rosas Berrelleza (22), Edgar Adrián Rosas Berrelleza, (20), Santiago Berrelleza Izaguirre (25), Miguel Omar Berrelleza Izaguirre (25), Arturo Merino Berrelleza (21), Jesús Aguirre (26), Jesús Hernán Antelo, (36), Gabriel Berrelleza (38), Jesús Gastélum (35), todos del Mezquite Caído y de José Everardo (15) y Abel Antonio Lastras Berrellezay (19), todos residentes de Las Colmenas, nadie sabe en dónde están.
Tres días después de que los once muchachos se esfumaran, los ganaderos residentes del Mezquite Caído, Raúl Villalobos Duarte, de 55 años de edad y Ramón Vega, de 58 años, fueron privados de la libertad por un grupo de civiles armados en presencia de sus esposas y otros hombres. A la mañana siguiente, los cadáveres de ambos fueron encontrados incinerados en las inmediaciones de la presa Luis Donaldo Colosio, margen derecha.
Así, en una semana, trece hombres del Mezquite Caído habrían desaparecido.
La sangre llegó al río
La convulsión de la frontera Choix, Sinaloa-Urique, Chihuahua habría comenzado días antes de la desaparición de los once jornaleros, cuando en la comunidad de Los Molinos fueron emboscados y masacrados a balazos de alto poder José González Sandoval, de 65 años, Enrique Torres Gil, de 27 años, y José Pacheco Ochoa y José González Vega, ambos de 21 años de edad.
Investigadores de la Policía Ministerial del Estado supusieron que la masacre tendría su razón en la disputa territorial entre las facciones de Adelmo Núñez Molina y Benito Portillo Gil, líderes de dos células rivales que operan en las barrancas de Choix y Chihuahua.
La conmoción continuaría con el ataque a tiros a la comunidad de la Cieneguita de los Trejo, en donde una avioneta Cessna 206, con matrícula XA-UUF habría sido derribada a balazos muriendo sus seis tripulantes.
La Fiscalía General del Estado de Chihuahua identificó a las víctimas mortales como Eleazar Álvarez García de 58 años, piloto, originario y con domicilio en Guasave, Sinaloa; y los pasajeros y hermanos, Rogelio y Juan Daniel Beltrán Castillo de 32 y 21 años de edad, respectivamente, José Pedro Beltrán Rábago, de 39 años, Leopoldo Trejo Beltrán, de 27 años y Javier Flores Villanueva, de 37 años de edad.
La necro cirugía de ley estableció que los seis hombres murieron de múltiples golpes y fracturas que recibieron al momento de desplomarse la aeronave.
Las verdades del alcalde
Juan Raúl Acosta Salas está a punto de llegar a la mitad de su gobierno, en condiciones no ideales: fue baleado en un atentado múltiple, con precio sobre su vida; la zona de la montaña y de barrancas de la Sierra Madre Occidental que nace aquí está que arde, y para colmo, jornaleros y pescadores que emigran hacia otros estados en busca del sustento familiar desaparecen en el trayecto y las autoridades investigadoras, más que ayudarlo, parecen echarle tierra al asunto, aplicando la ley mordaza a los familiares e intimidándolos con la presencia de jefes policiacos.
JUAN RAÚL ACOSTA SALAS. “Si no hay respuesta rápida, tendremos una crisis”.
JUAN RAÚL ACOSTA SALAS. “Si no hay respuesta rápida, tendremos una crisis”.
Aún con todo adverso, el alcalde —que bromea con que le hicieron transfusiones de algún regordete individuo porque rápidamente va ganando peso después de haber recibido varios balazos en su cuerpo que a punto estuvieron de quitarle la vida—, no rehúye las entrevistas ni pierde su buen humor.
—¿Tiene usted la percepción de que su municipio se convulsiona?
—Sí. Los hechos recientes que vive mi municipio, mis gentes, no son nada buenos. De nuevo estamos en las noticias nacionales e internacionales y eso no nos ayuda en nada. El efecto, además de la zozobra de la población, de la incredulidad a las acciones de gobierno, es una caída en la economía. Eso lo vemos y sentimos ya. Tenemos apoyo del Estado y de la Federación, pero es insuficiente.
—¿La frontera de Choix con Urique, Chihuahua se ha tornado peligrosa?
—No se ha tornado peligrosa, porque siempre ha estado así, incluso desde antes de que yo llegara al gobierno. Nosotros hacemos todo lo posible por evitar derramamiento de sangre, pero son problemas de la sierra, entre grupos que pelean por su control. Es una zona muy alejada y que por eso no podemos llegar a ayudar. Mi municipio, la zona urbana de la cabecera y las sindicaturas están tranquilas. La parte alta, la barranca, no. Nosotros somos preventivos, no persecutores de delitos ni nos corresponde el combate al narco. En nuestra función cumplimos. Le falta a la Federación mayor respuesta para atacar esos focos rojos.
—¿Ha recibido desplazados de esa zona?
—No. Los desplazados que están aquí y a los que se les da apoyo como alimentación, vestido y pago de renta de la casa que habitan, los heredé de la administración anterior. Yo sólo continué, por humanidad. No tengo reportes de que más gentes hubiesen llegado a Choix procedentes de la sierra. Eso no es cierto, hasta ahora no hay una sola persona aquí. Aunque es posible que algunos de ellos los que pudieron salir de la zona de peligro pudiesen haber llegado con familiares y no reportarse con autoridad municipal alguna.
—Un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos relaciona su atentado con el apoyo a desplazados, ¿Usted lo cree posible?
—Jajajajajaja. No’mbre, si yo no comencé con eso. Si eso fuera cierto, los balazos se los hubiesen dado a Juan Carlos (Estrada, alcalde 2010-2013) y no a mí. No creo nada de eso. Esas son suposiciones sin fundamentos. En todo caso, yo me apego y creeré en las investigaciones que realice la Procuraduría General de Justicia del Estado. Yo no tengo nada de eso.
—¿Qué novedades tiene de los 11 jornaleros y pescadores desaparecidos del Mezquite Caído?
—Ninguna. Nosotros sólo fuimos enlace entre el Gobierno del Estado, entre el Procurador Marco Antonio Higuera Gómez y las familias, que llegaron conmigo pidiendo apoyo. Se los di y se los daré. Los avances de las investigaciones no se me dicen, se les reporta directamente a las familias. Tú has sido testigo de las reuniones. Sé que hay avances, pero hasta ahí.
—¿Qué efectos ha visto de lo ocurrido en Choix en tiempos recientes?
—De la patada. Toda la información pública negativa nos pega. Afuera creen que somos un municipio salvaje, desgobernado, pero no es así. Los problemas están en la parte alta, pero siempre han existido allá, no es novedad, es cierto eso. Aquí estamos en paz y calmos. Lo que me duele además del dolor de las familias afectadas, es que la población ajena está sufriendo. La economía se ha deprimido y si pronto no hay respuesta a esos grupos todo esto va a generar una crisis. Creo que ya es tiempo muy prudente para que volteen hacia nosotros.
Muertes por el control de la zona
Se dijo en informes no oficiales que Benito Portillo Gil, quien habría comandado el ataque a la comunidad de Cieneguita de Los Trejo (Lluvia de Oro), en Urique, Chihuahua, sería una de las seis personas que murieron en un accidente aéreo que fue descubierto la tarde del martes 12
Portillo Gil ganó cobertura mediática al convertirse en enemigo acérrimo de Adelmo Núñez Molina conocido como el Lemo y batirse a balazos con sus respectivos ejércitos. Sin embargo, su nombre no apareció en la lista oficial de muertos.
El enfrentamiento entre ambos grupos es por el control de la producción de enervantes en la confluencia de los estados de Chihuahua, Sinaloa y Durango en la Sierra Madre Occidental, en la zona conocida como “El Triángulo Dorado”.