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Altata, una crisis que no termina 

Restauranteros del puerto piden seguridad para que regrese el turismo 

Armando Quiroz/Ríodoce

Mientras cajas de despensas eran entregadas a los pobladores de Altata, a unos cuantos metros un grupo de albañiles cubría los impactos de bala en la fachada de la oficina de la Sindicatura, que días antes había sido tiroteada por un grupo armado. La tarde del sábado 13 de septiembre, un hotel fue incendiado y una bala alcanzó el rostro de Jesamel Rodríguez, una maestra que quedó en el fuego cruzado mientras viajaba con su familia. 

El trabajo fue rápido, no por habilidad, sino por miedo: “no vaya a ser que nos toque aquí”, dijeron. Se preparó la mezcla y, en cuestión de horas, se resanó la fachada de la Sindicatura; los pegostes grisáceos de cemento cubrieron los surcos de aquello que, violentamente, paralizó, una vez más, el turismo y la vida del puerto pesquero. 

El lunes 22 de septiembre, en la explanada de la comunidad, el DIF Sinaloa y la Secretaría de Bienestar y Desarrollo Sustentable (SEBIDES) atendieron el llamado de “nuestro” señor gobernador, Rubén Rocha Moya, y de su hija, Eneyda Rocha Ruiz, presidenta del DIF, para entregar mil paquetes de despensa. Ahí, en la cajita de cartón, se acomodaba el frijol, leche en polvo, latas de atún, arroz, lentejas, verdura enlatada y harinas. 

“Rogelio”, originario de Altata y con el peso de 70 años encima, explicó que de la pesca ya no se puede vivir dignamente. “Antes era un lujo ser pescador”, resaltó. Y ahora, con la inseguridad, la problemática se incrementa. 

“Eso, pues, afecta porque, por ejemplo, aquí Altata se sostiene del turismo y está muy bajo el turismo, y no, la violencia no es aquí en Altata ni en Navolato, es en todas partes”, dijo. 

Para él, el pescador merece una despensa digna, y no porque desagradezca la ayuda, sino porque es una “despensita muy sin embargo”. En una “guisada de frijoles, el aceite se va”. Por su parte, “María”, expresó que la ayuda no responde como solución para la problemática de violencia.  

“Oiga, esto no soluciona nada. Esto es para tapar el sol, como dice, con un dedo. Pero no, esto no soluciona nada, oiga, nada (…) porque no alcanza para una familia completa”. 

“Estamos viviendo una situación de miedo, la verdad, porque no podemos salir a Navolato por el miedo, la inseguridad, todo eso. Y la verdad, oiga, que sí está dura la crisis, porque los pescadores empezaron y no empezaron con dinero en las manos. Empezaron buscando por dónde buscar para el sustento de las familias, porque se necesita comer, necesitan lonches, necesitan artículos para la pesca, y la verdad está muy duro”, dijo María.  

Pedro, pescador de 68 años: “Ahorita está media crítica la cosa por la guerra, por la violencia y aparte que ahorita empezó la temporada de camarón y no ha habido nada, no ha habido nada de camarón. No nada más aquí en todas las bahías, todos los campos pesqueros también he oído que se han quejado y no han sacado nada. O sea, como que es toda la región desde Guasave, Huitussi, Angostura, Dautillos, Aguamitas, todo eso que ha estado muy mal”, relató.  

“Ocupamos seguridad, la verdad, que venga el turista porque del turista vivimos (…), y sin el turista no somos nada. Nosotros nos quedamos sin trabajo, porque no se arrima el turista, no se arrima, y pues necesitamos que venga el turista, pero que haya mucha seguridad, para que venga el turista”, complementó María.  

Frente a la playa 

La comanda de la mesera Areli se quedó en blanco; con pluma roja, escribió en la hoja la fecha: 20/09/25 (20 de septiembre de 2025), numerada hasta el #1. Ese sábado, el restaurante no recibió ningún cliente. La suerte corrió por igual con algunos restauranteros que han decidido, forzosamente, mantener sus cortinas abiertas.  

En ciertos restaurantes recortaron personal; otros apenas pueden pagarle a sus trabajadores y algunos locales deciden abrir solamente los fines de semana, cuando el número de comensales no llega ni a las 10 mesas por día. 

“Es triste, es desgastante, porque sí, nosotros vivimos de aquí, la verdad. Nosotros, yo le digo, a mi hermana, hay que cerrar, ‘no, me dice, porque si viene un clientecito para que no se nos vaya’, pero hay veces que ni el clientecito ni nada. A como venimos nos vamos tristes, tristes”, comentó “Luisa”, una restaurantera que, junto con sus hermanas, mantiene el negocio que hace 30 años iniciaron sus padres. 

Recordaron que ni cuando la pandemia afectaba a nivel global resintieron el impacto económico por la falta de turistas. “Ahorita es demasiado, demasiado solo, la verdad. Sí, muy difícil, muy difícil, porque la verdad tenemos hijos estudiando, y muy difícil no venir y no generar nada”. 

La situación “desgasta” al punto de buscar cerrar el negocio de mariscos que han mantenido por años, pero no hay dinero para trabajar. La situación escaló, en el refrigerador no tienen ningún marisco y los insumos se van comprando a medida que algún cliente llega. 

“Aquí ha estado muy crítica la cosa. Ha venido muy poca gente. El sábado tuvimos dos personas nada más. Fue todo lo que tuvimos de gente, y sí, sí nos está pegando duro esto. Hay muchos restaurantes cerrados (…) La patrona el otro día quería cerrar, pero le dije: ‘No, vamos a seguir dándole’. Y nosotros le dijimos: ‘Pues lo poquito que caiga, si 50, 100 pesos nos dan para las tortillas, adelante’, confió “Josefa” una mesera de un restaurante.  

Ricardo Velarde Cárdenas, secretario de Economía, señaló que el pueblo ha sido “resiliente”.  

“Hay que reconocer que tuvimos una caída estas últimas semanas, y es por eso que estamos aquí. El gobernador, el día de ayer, estuvo recorriendo los comercios de aquí de Altata y nos solicitó a las diferentes secretarías, que ya habíamos entregado apoyos, redoblar esfuerzos, estar cercanos y venir a escuchar, sobre todo, a los comerciantes de esta zona”.  

Detalló que, en diciembre de 2024, recibió solamente ocho restaurantes abiertos en Altata, y en menos de dos meses se reactivó el 100 por ciento; esto, a través de eventos, apoyos económicos y un fortalecimiento de la seguridad.